Antonio Mercero, con su novela 'Está lloviendo y te quiero', en Zaragoza. E.E
Antonio Mercero, autor del trío Carmen Mola: "El 97% de los escritores venden menos de 3.000 ejemplares"
El escritor se aleja del thriller para liberarse con su novela más personal e íntima.
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El escritor y guionista Antonio Mercero (Madrid, 1969), conocido por formar parte del trío literario Carmen Mola, publica ahora una novela en solitario: Está lloviendo y te quiero.
En ella, Mercero abandona el género negro que lo consagró con La novia gitana para adentrarse en una historia íntima, familiar y de raíces vascas.
El autor escribe un relato íntimo y colectivo donde la memoria familiar se entrelaza con la historia de España desde el final de la primera Guerra Mundial, las luchas políticas que desembocaron en la Guerra Civil, los 40 años de franquismo hasta el presente.
La obra, ambientada en Lasarte (Guipúzcoa) en los albores del siglo XX, desentraña una historia familiar con cuatro generaciones marcadas por el hambre, el amor y la templanza.
La historia comienza con Paula, quien regala a su hermano un antiguo reloj de pared creado por su bisabuelo que encuentra casualmente en Wallapop. La madre de ambos sufre un infarto al verlo y termina hospitalizada. La protagonista indaga, porque su intuición le dice que no ha podido ser una simple casualidad, y descubre un mensaje enigmático dentro del reloj: "Está lloviendo y te quiero".
Curiosamente, Mercero nos cuenta que la novela está inspirada por su propio hallazgo de un reloj de su tatarabuelo en Wallapop, un reloj que aún no ha comprado pero que "se lo está pensando".
El título tampoco es casual. Es un homenaje a su padre, "era el nombre de un guion inédito que él escribió a principios de los 90, pero que se quedó olvidado en un cajón".
Entrevista a Antonio Mercero
La historia está inspirada en un lugar real y en tu familia. ¿Cómo equilibras la libertad creativa con la fidelidad a lo conocido?
No he sido fiel a mi familia ni a mis antepasados: me los he inventado. Lo que es real es el lugar, Lasarte, y el contexto histórico. Algunos personajes tienen moldes reales como mi abuelo, mi padre o mi abuela, pero todo lo demás es ficción. No quería ser el cronista de la familia. Entrar en una saga familiar es como entrar en un campo de minas: puedes ofender a alguien. Así que encontré el abrigo de la ficción. Me di cuenta de que si lo friccionaba todo, me libraba de esa responsabilidad y del vértigo. Fue muy liberador.
El título, Está lloviendo y te quiero, es muy diferente a los de Carmen Mola. ¿De dónde surge?
El título es de mi padre. Era el nombre de un guion inédito de un largometraje que él escribió a principios de los 90 y que no consiguió vender. Contaba sus recuerdos de Lasarte, de su infancia y juventud, y un poco el germen de ETA también. Creo que era pronto para hablar de eso, y el proyecto se quedó en un cajón.
Leí ese guión como parte de la documentación de la novela y me encontré con el título. Me encantó. Pensé que sacar al menos el título del cajón era un bonito homenaje. Me lo quedé. Creo que a mi padre le habría gustado.
Comentas que te llena más de este tipo de libro, ¿por qué?
Bueno, es que el género policíaco, el thriller, es un poco como una tiranía de normas. Estás más encorsetado. En cambio, con esta novela me he sentido más libre, podía tirar por cualquier lado. Me ha gustado la experiencia. También el hecho de volver a escribir solo ha influido en esa sensación de embriaguez, de libertad. Con tres personas tienes que estar de acuerdo en todo; aquí, en cambio, ha sido una especie de borrachera de libertad y me he sentido muy bien.
El origen de la novela está en un reloj que viste en Wallapop. ¿Cómo fue esa historia?
Sí, todo empieza ahí. Vi un reloj de pared fabricado por mi tatarabuelo y ese fue el germen de la novela. A partir de ahí, empecé a investigar un poco en mi familia paterna y en la Lasarte de 1916 y 1918. Poco a poco fui armando la historia. Todo el proceso duró aproximadamente un año, desde que encontré el reloj hasta que entregué el manuscrito.
¿Llegaste a comprar el reloj?
No. Estaba a 3.000 euros cuando vi el anuncio, luego bajó a 1750. Mañana tengo una cita con el vendedor en San Sebastián para verlo, pero no sé si lo compraré. Es un trasto, un reloj del siglo XIX que no es fácil de colocar en una casa urbana. Si tuviera una casa de pueblo quizá sí, pero no es mi caso. Sería comprarlo solo por razones sentimentales. No soy coleccionista; lo haría únicamente por ese vínculo emocional.
¿Cómo ha recibido tu familia el libro?
Les ha gustado. A mi madre, que ya es mayor, tuve que explicarle un poco cómo trabaja un escritor para que no se lo tomara todo por real, porque no lo es. Es ficción, pero claro, encuentra asideros de realidad en el libro. Hay que explicarle eso para que no se enfade. Hecho eso, todo bien.
El proyecto Carmen Mola funciona. Tres escritores con su ego, sus apuestas… y por algún milagro, funciona.
Pasemos al proyecto colectivo. ¿Cómo han sido estos años después del éxito de Carmen Mola y el Premio Planeta?
Carmen Mola tiene dos etapas. La primera, en el anonimato, con tres libros. Fue muy cómoda porque funcionaba la propuesta y también la convivencia de los tres, que era lo más difícil: tres escritores con su ego, sus apuestas… y funcionaba, por algún milagro. Con el Premio Planeta se acabó el anonimato y llegó la promoción. Tiene su lado bueno, la visibilidad, el encuentro con lectores, la prensa, y su lado malo: tienes menos tiempo para escribir y para tu vida. Pero son los años del éxito y hay que disfrutarlos. La parte negativa se relativiza.
¿Qué podéis adelantar del nuevo libro de Carmen Mola previsto para 2026?
Será un thriller. Poco más puedo decir por ahora. Supongo que saldrá en otoño de 2026, aunque depende de la editorial. O podría ser primavera, no se sabe. Paciencia.
Antes de ser escritor, fuiste periodista. ¿Cómo fueron esos comienzos?
Sí, soy periodista de formación. Estuve tres años en una agencia de noticias, la de Manu Leguineche. Luego me fui a Nueva York y colaboré con La Gaceta de los Negocios y con una revista de cultura y tecnología llamada OnOff, donde llevaba la sección de cine y televisión. Después volví a Madrid y dejé el periodismo. Estuve tres o cuatro años en esa profesión.
Muchos periodistas sueñan con ser escritores. ¿Es posible dar ese salto?
Sí, es posible, aunque difícil. Ahora se produce mucho, sobre todo en televisión, pero es un mundo complicado porque no sabes si vas a trabajar mucho, poco o nada. Es difícil meter la cabeza. Pero si eres bueno, acabas trabajando con regularidad. A mí me parece un trabajo muy bonito, y ahora hay bastante producción.
¿Y se puede vivir de escribir libros?
Es muy difícil vivir de los libros. Mucho más que de los guiones. Yo lo estoy haciendo, pero no olvido la realidad: el 97% de los escritores venden menos de 3.000 ejemplares. Es una minoría minúscula la que puede vivir de eso en España.
Si te gusta mucho, si es vocacional, mi consejo es intentarlo. Quizá eres parte de ese 3% que lo logra. Pero no es fácil. La mayoría de los escritores tienen otro trabajo para poder vivir.