Los Pinares de Venecia.

Los Pinares de Venecia. Ayuntamiento de Zaragoza Zaragoza

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El bosque que Zaragoza se regaló a sí misma: "Es un espacio único que ninguna otra ciudad tiene"

Lo que hoy en día se conoce como los Pinares de Venecia, en su día fue un "monte pelado" que los ciudadanos cambiaron.

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Zaragoza cuenta con espacios verdes que no solo han echado raíces en la tierra, sino también en la memoria colectiva de una ciudad. Es el caso de los Pinares de Venecia, una extensa masa de árboles que, para una gran parte de la capital de Aragón, no son simplemente un bosque: son un gesto.

Y, es que, la ciudad cuenta con varios espacios que han nacido como un acto de voluntad ciudadana, un esfuerzo compartido. Así fue como nació este bosque. Algo que parece haber quedado olvidado con el paso del tiempo.

Un monte "pelado"

Hacia mediados del siglo XIX, entre 1845 y 1850, se decía que en los montes de Torrero aún sobrevivían restos de un pinar antiguo. Así lo cuenta a este diario Olga Conde, de la Asociación Naturalista de Aragón y miembro de la plataforma Salvemos los Pinares de Venecia, quien recuerda que, según crónicas de la época, aquel bosque natural había perdurado hasta el final del siglo XVII, pero fue talado, "como tantos otros en la historia europea", por el valor económico de la madera.

El monte, desnudo, se convirtió en tierra improductiva, aprovechada luego por el trazado del Canal Imperial. El paisaje se volvió duro, árido, sin sombra.

No fue hasta principios del siglo XX cuando volvió a brotar una idea entre los técnicos municipales y algunos visionarios: recuperar el verde perdido. Ya entre 1914 y 1916, Conde explica que se hicieron tímidos intentos de reforestación, pero no fue hasta 1926 cuando comenzó en serio la repoblación forestal de la zona.

Aquel año, el Ayuntamiento de Zaragoza impulsó la creación de un gran pinar en los terrenos de Venecia, como parte de una apuesta por el bienestar colectivo. En 1929, el entonces alcalde Enrique Armisén expresó con claridad la intención del Ayuntamiento.

Acciones de conocer y defender el Pinar en Zaragoza.

Acciones de conocer y defender el Pinar en Zaragoza. E.E Zaragoza

“La Corporación Municipal desea que no se dé a esta repoblación un carácter marcadamente económico”, dice Olga, rememorando aquellas palabras de Armisén, quien defendió su valor estético, higiénico y cultural. "No se trataba de hacer negocio con los árboles, sino de sembrar salud, sombra y esperanza", asegura la zaragozana.

Y la ciudadanía respondió. No fue una campaña técnica ni industrial. "Fue un movimiento popular", señala Conde. Escolares, familias, asociaciones, vecinos de todos los barrios ("no solo de Torrero") participaron año tras año en las tareas de repoblación.

Cada uno con su azada, su ilusión, su pequeña aportación. Hasta presos de la propia cárcel de Torrero participaron. Plantar un árbol se convirtió en un acto casi íntimo, que muchos zaragozanos aún recuerdan a padres, abuelos o tíos que pusieron su pequeño brote en aquella ladera. "No había persona en Zaragoza que no hubiese plantado al menos un árbol allí", asegura.

Así nacieron las 330 hectáreas de bosque, toda una rareza porque es "una gran masa forestal dentro de la ciudad y fruto directo de la acción ciudadana". Algo que, según Conde, "no se ha dado en ningún otro lugar".

El pulmón verde de Zaragoza

Durante décadas, los Pinares de Venecia fueron el gran pulmón verde de Zaragoza. En veranos calurosos, como el que vivimos ahora, Conde recuerda que las familias subían al Pinar a "tomar la fresca".

Se llevaban la cena, las sillas plegables, los cuentos para los niños en busca de "un alivio" en una ciudad marcada por el cierzo y el polvo. Los pinares se convirtieron en "todo un refugio".

Pero no solo era un lugar para el descanso: "era también un espacio educativo". Los colegios del entorno lo usaban como aula al aire libre, para enseñar botánica, ecología, ornitología. "A pesar de que muchos lo ven como un conjunto de pinos raquíticos, el Pinar es en realidad un ecosistema de biodiversidad. El hogar de aves, plantas autóctonas y especies que han encontrado allí su refugio", reclama Conde.

La desmemoria

Como todo bosque, los Pinares envejecen. Sufren. El suelo "pobre y duro" de la zona "no favorece una regeneración natural". Además, según Conde, la densidad de árboles, las sequías prolongadas, las plagas como el escolítido que ataca a los pinos, han debilitado el bosque.

"Por eso, ya en 1999, el Ayuntamiento aprobó un Plan de Ordenación Forestal que preveía medidas de mantenimiento y regeneración", señala. Un proyecto que, según la activista, "sin ejecutarse".

A pesar de que en 2017, dentro del proyecto europeo Zaragoza Natural, se volvió a destacar la importancia del Pinar como "nudo de conexión ecológica entre el Canal Imperial, el Huerva, la estepa y el sur de la ciudad".

Zaragoza no tiene muchos bosques urbanos. Tiene riberas, tiene canales, tiene parques. Pero el Pinar de Venecia es otra cosa. "Es un lugar que se construyó con las manos, entre todos. Es salud, historia viva y merece ser cuidado", concluye.