Comienzan las Fiestas de San Lorenzo en Huesca. E. E.
Estalla la fiesta en una abarrotadísima Huesca vestida de verde y blanco al grito de “¡Viva San Lorenzo!”
El cohete anunciador ha dado paso a una semana de fiesta en la capital del Alto Aragón.
Más información: El famoso DJ Andrés Campo, rotundo: "El techno siempre se ha visto como algo oscuro, pero es música y cultura"
Hay un sonido en Huesca que consigue lo que pocas cosas hoy en día. Alegría, alboroto y mucha emoción. El cohete anunciador ha desatado, otro año más, la locura entre los cientos de oscenses -y también visitantes- congregados en la plaza de la Catedral. ¿Por qué? Porque es nueve de agosto a las 12.00 y ya es San Lorenzo.
Comienza la fiesta entre gotas -aunque más bien litros- de vino, gritos de euforia y celebración en una marea que -ya desde hace rato- ha dejado de ser solo blanca y verde. El morado lo inunda todo, literalmente, porque no hay persona que pase por la zona que no sea 'atacada' por este mejunje que entre los más valientes es 'a palo seco' y otros lo han cargado con limón, naranja o gaseosa para que pase mejor.
Pero no importa, porque son los días grandes de Huesca y todo parece dar igual. Mucho más una mancha en la muda blanca. O amarilla, porque no han faltado -entre los artilugios de fiesta- ni el colorante, ni el confeti ni tampoco las sandías en la cabeza como complemento indispensable en todas y cada una de las fiestas. Ah, sí. También había tutús, gorros y disfraces variopintos. Pero es el día nueve es, sin ninguna duda, el momento perfecto para llamar la atención.
Y por eso, entre "¡Viva San Lorenzo!" o los tradicionales "es cheposo el que no bote", han marchado los fiesteros detrás de las peñas con una charanga dando lo todo con las mejores canciones de este y veranos anteriores. No, la potra salvaje no ha faltado tampoco.
A partir de aquí la ciudad se ha llenado de fiesta por todos los rincones. No hay calle sin fiesta, ni música ni baile. Ni persona sin una sonrisa. No, espera. Esto ha empezado antes. Para algunos incluso a primera hora de la mañana.
Las ocho, las nueve, las diez y las once de la mañana han sido el momento estrella de los bares y restaurantes. Y es que, si hay algo tradicional -y necesario para aguantar el ritmo en el cuerpo- es el almuerzo del día nueve.
Plato arriba, plato abajo. Dudas entre la longaniza, el rabo de toro o la panceta. Risas, compañía y reencuentros con personas que hace meses que no ves, pero es que "todos vuelven por San Lorenzo". Y en estas, las mesas han acogido a unos y a otros y han dado las 11.30 y... "¡Ya es la hora, corre!".
Sube a la plaza, coge sitio y espera. Vino por aquí, vino por allá. Gritos. Más risas. Y, de repente, se ha escuchado a un Andrés Campo por todo lo alto celebrado con todos los congregados: "¡Qué viva San Lorenzo!". Y, tras unos segundos de silencio, se ha escuchado el cohete dando el inicio de la semana grande de Huesca y desatando la locura entre todos los presentes.