
Vecinos de Azuara. EFE
Ainhoa, voluntaria en pueblos de Aragón arrasados por las tormentas: "Ver a los vecinos afectados te rompe el corazón"
La zaragozana acudió este sábado a ayudar a Letux y Azuara y reconoce que se derrumbó al comprobar la realidad.
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El pasado viernes 13 de junio, varios pueblos de Aragón vivieron un auténtico infierno que continúa a día de hoy. Las tormentas descargaron con fuerza y cientos de vecinos vieron cómo sus casas quedaron destruidas y con ellas, muchos recuerdos. Calles, puentes y otras infraestructuras se convirtieron en ruinas, aunque, por suerte, no hubo que lamentar víctimas mortales.
Más de medio año después de la dana de Valencia, cuando se movilizaron miles de personas para ayudar en los municipios de Paiporta, Catarroja o Algemesí, la solidaridad del pueblo ha vuelto a ponerse de manifiesto en Aragón. De esta forma, durante el fin de semana han acudido cientos de personas a ayudar a los pueblos afectados como Azuara, Letux, Herrera de los Navarros o Almonacid de la Cuba.
Ainhoa Álvarez fue una de las jóvenes que no dudó un segundo en acudir a colaborar a la zona. La zaragozana, vecina de Lécera (en la comarca del Campo de Belchite), dedicó la jornada del sábado a ayudar en Azuara y Letux, localidades próximas a su pueblo.
“Nos dijeron que necesitaban agua y fuimos un grupo de amigos de Lécera a llevarla, éramos bastante gente”, cuenta la voluntaria. Por la mañana llegó a Azuara y Ainhoa revela que al ver todo se derrumbó. “Me llamó mi abuela y mientras le contaba lo que había pasado me di cuenta de la realidad porque veías hasta dónde había llegado el agua o a la señora que ayudamos en su casa llorando”, señala.
“La imagen era de casas destrozadas, un montón de barro, troncos grandes en mitad de las calles y casas abiertas, tanto en Azuara como en Letux”, añade Ainhoa Álvarez que se preguntaba cómo podía haberse llevado el agua todo en un segundo. “Me dijeron que había sido una ola de dos metros”, manifiesta todavía con asombro.

Imagen de Azuara este sábado.
Sin palabras
“El viernes por la noche estaba trabajando en el bar y me empezaron a decir que Letux y Azuara se estaban inundando. Pensaba que sería como alguna otra vez que sube el río”, empieza a relatar. Así pues, a las 3 de la madrugada fue a ver si era verdad que había pasado algo y entonces comprobó la gravedad de la situación.
“Me quedé sin palabras, solo podía decir ‘hala, hala, hala’. No éramos conscientes hasta que lo llegamos a ver con nuestros propios ojos”, explica la aragonesa.
Al día siguiente, tras pasar la mañana en Azuara, por la tarde se desplazó a Letux con la familia de su pareja, quien es de allí. Tal y como declara Ainhoa, fue sin comer, porque no tenía ni siquiera ganas. Con unas botas de agua, una pala y una escoba, estuvieron horas achicando agua. “Parecía que estabas haciendo algo y no hacías nada, era sacar agua, y más agua, y más agua. Llevábamos 3 horas achicando agua y no paraba de salir”, subraya.
Ver la situación fue duro para esta voluntaria, pero sobre todo lo fue estar con los vecinos afectados. “Veía a la mujer de la casa mirar desde la ventana y se me rompía el corazón, me temblaban las piernas, tenía una sensación en el estómago superextraña. En Letux también ayudamos a un hombre a sacar las cosas de su casa y estaba en shock, no se lo creía”, recapitula.

Ainhoa acudió de voluntaria a Letux y Azuara.
Sin duda, Ainhoa jamás olvidará lo vivido este sábado, tampoco a aquellos vecinos a los que pudieron ayudar y quienes mostraron su sincero agradecimiento.
Voluntarios
Como Ainhoa, hubo mucha gente que quiso colaborar y esta reconoce que todos están “a una”: “Daba igual si te llevas bien o mal, como se dijo en la dana, el pueblo salva al pueblo. Es la verdad”.

Vecinos de Letux achican barro. EFE
La de Lécera asegura que había muchos voluntarios, pero defiende que hace falta ayuda de especialistas y profesionales. “Con nuestras propias manos estuvimos sacando cocinas y salones enteros, más barro y más barro. Ahí lo que se necesitaba era gente profesional que está acostumbrada a este tipo de catástrofes”, señala.
En su caso, afirma que este fin de semana volverá para seguir ayudando porque todavía queda mucho trabajo y se necesitan manos. "Es importante que no se olviden de ellos", apunta.
“Nunca te esperas que pase a nueve kilómetros de tu casa. El día de mañana podemos ser nosotros, nunca se sabe. También me gustaría que si pasa, ojalá que no, vinieran a ayudar porque somos nosotros los que nos tenemos que salvar”, declara la zaragozana.