Seis sabores abren el camino a Pablo Montoro para algo muy grande. Los Julitos son su entrada en el mundo de los helados y con ellos su intención para ampliar la marca de su cocina más allá de Alicante y su provincia.

"Nos hemos basado en sabores muy reconocibles, los más tradicionales del Mediterráneo y los conceptos que nos gustan", cuenta desde su local Moma en La Rambla donde presenta a EL ESPAÑOL esta nueva línea. Mojito, Turrón, Tarta de queso, Praliné de avellana, Stracciatella son los elegidos para empezar a atraer al público.

"Son sabores reconocibles, con conceptos que recuerdan otras elaboraciones", explica. Por eso empieza señalando el de mojito que parte del cóctel porque "a quién no le gusta", se pregunta, y que convierte en el más curioso de esta primera tanda de helados que presenta servidos con dos obleas en lugar de tarrinas o conos.

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El recorrido por los otros Julitos le permite desgranar lo natural que ha resultado el proceso de elección de sabores. "¿Cómo no vamos a tener turrón si somos tierra de almendros y somos embajadores del producto? La tarta de queso si la tenemos como postre, ¿por qué no transformarla? Y el chocolate para los más golosos", razona.

Si parece que optar por caminos ya conocidos para emprender una nueva aventura parece demasiado seguro, Montoro no necesita que nadie le espolee para buscar el riesgo. "Ahora mismo lanzamos el producto y lo dejamos", indica, "y a lo mejor en otoño vamos a algo más de la estación como uno de setas dulces con trufa" o "lo que queremos es un margarita de fresa o uno de carbonara, ¡en el concepto de helado cabe tanto!".

El cocinero recientemente reconocido con su primer Sol Repsol y por la Academia de la Gastronomía Valenciana lo presenta con constantes interpelaciones con las que resalta lo que siente como obvio en su camino. "¿Por qué no tener conceptos de ensaladas, o lo que sea, llevados al helado como dulce? Eso es lo bonito. No tenemos barreras", reitera con su característico entusiasmo.

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El nuevo paisaje de sabores que lanza lo hace desde la humildad con que encara el trabajo y reconociendo la importancia de pioneros como el hermano de Ferran Adrià, Albert, o Jordi Roca. "Son referentes que le dieron una vuelta a la pastelería que fue muy sonada y que tienen una creatividad en los postres que no se ha visto nunca", destaca. Por eso, aunque no considere que los postres sean los protagonistas de una revolución gastronómica "sí que es una parte importante que hace que la gente hable de ella".

Y al aplicarla, Montoro rechaza quedarse todo el protagonismo. Por eso le gusta contar el origen del nombre de esta línea. "Se llaman Julitos porque el pastelero en grupo Montoro se llama Julio y como es él quien la elabora en honor a él le dimos ese nombre", explica.

Una propuesta con la que pretende recalcar la importancia que le da al grupo al llevar adelante su negocio. "Vamos a poner en valor al equipo porque es quien hace que funcione", señala. "Por suerte, y por desgracia, me llevo lo bueno y lo malo", razona. "El prestigio va creciendo y ellos tienen que tener también su parte de protagonismo, pero a día de hoy estoy muy orgulloso y es una manera de reconocer el trabajo de la gente".