Recuerdo cuando en los primeros ochenta, la llegada de un referente artístico como el del añorado Pedro Soriano, nos hizo creer en un espejismo al identificar sus obras maestras como resurrección de la ‘hoguera alicantina’. Hace tiempo intuí en la insustancialidad de tal afirmación, en la medida que todo lo plantado en Alicante, fuera de una u otra vertiente, había que valorarlo solo en función de sus intrínsecas cualidades.

Lo curioso de aquella equívoca calificación, es reconocer que lo que se bautizó como sorianismo poco o nada tenía que ver con una corriente previa que sí podríamos definir como genuina en nuestra estética, que tuvo especial significación en las hogueras hasta finales de los años cincuenta.

Foguera de la Rambla en 1949, obra de Manuel Capella.

Foguera de la Rambla en 1949, obra de Manuel Capella. Archivo JCV

Eran propuestas de gran simplicidad, dominadas por una sencilla estructura arquitectónica a base de torres gemelas. En ellas el elemento ornamental, la importancia cromática y las simetrías resultaba fundamental, la vertiente escultórica secundaria, y la presencia de grandes lienzos en sus cuerpos centrales facilitaban conjuntos armoniosos.

Fue una corriente muy reconocible. Muy sencilla, que aplicarían casi todos los artistas de aquel tiempo… Marco, Giner, Gutiérrez, Hernández Gallego, Fuentes, Pantoja, Baeza, Albert, López Bravo, Esplá… y que se prolongó en los setenta, con las tan modestas como deliciosas obras de Otilio Serrano.

Foguera Benito Pérez Galdós de 1955, obra de Ant. Hernández Gallego.

Foguera Benito Pérez Galdós de 1955, obra de Ant. Hernández Gallego. Archivo JCV

Y es ahora cuando vemos en Alicante un incipiente intento de recuperar ese pasado plástico, tan simple y tan propio, de manera actualizada en las calles de cada junio. Lo podemos percibir en esta ocasión con bocetos en ocasiones para hogueras humildes, auspiciadas por artistas como Gómez Fonseca, Martínez Reig, Paco Giner, Martínez Aparici, Mario Gual, Lorenzo Santana, Roberto Climent, Carlos Carsí, José Manuel García, Gallego y Pérez o Sacabutxart.

Me gustaría, no obstante, destacar los cuatro proyectos -luego habrá que ver como se resuelven- que conectan de manera más acusada con una recuperación de estas hogueras a base de bastidores simétricos, que tanta frescura y personalidad ofrecerían a les fogueres. Me detengo en ellos. Dos están firmados por José Fco. Gómez Fonseca, de quien esperamos se resarza de la debacle de marzo en Valencia.

Foguera de Altozano 1977, realizada por Otilio Serrano.

Foguera de Altozano 1977, realizada por Otilio Serrano. Archivo JCV

Hablo de las obras presentadas para La Condomina y Vía Parc-Vistahermosa. En ambos casos la simetría, el sincretismo, la importancia de la carpintería, el cromatismo, los espacios vacíos y una actualización de dicha vertiente, nos promete dos propuestas de especial, interés.

Y junto a ellos, no oculto que hay dos propuestas, muy diferentes entre sí, que trasladan la esperanza por un retorno lleno de frescura a un pasado estético que nunca debió abandonarnos. Una de ellas es la de Polígono de Babel, realizada por Arte Efímero (Fran Santonja), con diseño de Álex López, el joven valor más directamente implicado en la recuperación de esta vertiente.

La propuesta, basada en la recurrencia de relieves escultóricos inequívocamente ligados a nuestro pasado estético -la huella de Gastón, Gutiérrez o Carrillo es evidente-, prolonga el magnífico resultado del pasado año, con mayor presupuesto y posibilidades.

Y junto a ella, no cabe duda que el proyecto más radical en la recuperación de la estética de bastidores, es el que va a ofrecer Santa Isabel con el valiente diseño de ‘J de Juanes’. Una demostración de que, a partir de una herencia plástica propia, se puede sembrar un futuro sencillo, elegante, huyendo de barroquismos y florituras innecesarias. Basándose en los planos y la viveza del color ante la luz de junio en Alicante.

En pocos días los disfrutaremos. Todavía hay esperanza.