Más allá de los líos entre los tres partidos que componen el tripartito valenciano (PSPV-Compromís-Podemos) que está narrando día a día mi compañero Sergio Sampedro, el tema de la tasa turística que quieren aplicar en la Comunidad Valenciana tiene miga. Con la que está por venir, los diputados de la izquierda en vez de trabajar para mejorar nuestros servicios -los sanitarios, por ejemplo, con una gestión desastrosa- trabajan para sangrarnos con más impuestos.

¿Es el momento de gravar al ciudadano con nuevos impuestos? Yo creo que no, ni a los de aquí -porque el 30% del turismo en la Comunidad procede de dentro de la región- ni a los de fuera, a quienes indirectamente se les está diciendo con ese impuesto que o molestan o vienen a consumir nuestros recursos, lo cual es falso dado que lo que vienen es a dejarse el dinero en nuestros hoteles, apartamentos, restaurantes, bares, chiringuitos, heladerías, etc.

Porque es un impuesto, por más que se empeñen en llamarlo tasa y decir que será municipal, es un impuesto autonómico que puede bonificar la Conselleria hasta el 100% dependiendo de lo que les digan los ayuntamientos. O sea, un impuesto autonómico obligatorio pero bonificado, hasta cuando ellos quieran, claro.

Y supuestamente lo hacen para mejorar y modernizar nuestro turismo, cuando el sector privado del turismo, los que verdaderamente lo generan a través de sus empresas mientras que el sector público sólo lo promociona, se ha opuesto radicalmente y en bloque al impuesto. 

Lo han dicho muy claro: "la sostenibilidad, calidad, innovación y transformación" que supuestamente pregona el Botánico "tiene la financiación garantizada en el marco de tres años gracias a los Fondos Europeos Next Generation. Esta es la herramienta más potente para trabajar desde la colaboración público-privada en políticas de transformación y futuro del turismo".

La Comunidad Valenciana tiene una presión fiscal 11 puntos por encima de la media nacional.  Y aún así, año tras año el tripartito está engañando en los presupuestos aumentando de un modo ficticio los ingresos bajo la premisa de que existe una deuda histórica que nos cuesta más de 1.300 millones anuales desde 2017.

[A las puertas de una subida de tipos, Puig ha aumentado la deuda pública valenciana en 13.800 millones]

Está claro que la macroeconomía no se rige por las mismas normas que la economía doméstica. Entre otras cosas, porque quienes la gestionan lo hacen en función del dinero de otros, no del propio. Pero si en algo se parecen es en que son menos los que generan ingresos que los que producen gasto.

El Turismo representó en 2019 (cifras prepandémicas y preinflación) más de un 15% del PIB de la Comunidad Valenciana. Es nuestro gran motor. Como mínimo, el tripartito de izquierdas debería escuchar al sector privado que es el que genera ese porcentaje del PIB. Y eso es algo que no se está haciendo.