El repartidor Gabriel a la espera de su nuevo reparto.

El repartidor Gabriel a la espera de su nuevo reparto. Jorge Verdú

Alicante ciudad

Gabriel, repartidor en Alicante, sobrevive trabajando a 32 grados: "Llevo manga larga y hielo, uno se cuida"

El venezolano cuenta sus trucos y las precauciones que toma para protegerse del sol alicantino en las peores horas del día.

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Alicante
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Los peor parados del asfixiante calor que reina en la ciudad de Alicante son los trabajadores que tienen que estar al pie del cañón bajo el sol en las peores horas del día.

Uno de estos trabajadores que desafían a los termómetros es Gabriel, un repartidor de Glovo que trata de sobrevivir con algunos trucos y precauciones al incesante calor.

Mientras espera recibir en su móvil la notificación que le indique a dónde enviar su nuevo pedido este venezolano afincado en Alicante aguarda en la sombra de un edificio en la avenida de la Constitución.

Frente a él, decenas de turistas y alicantinos desfilan sofocados por una de las calles más concurridas de la ciudad, que se convierte en una lengua ardiente en las horas más calurosas.

Lo que más sorprende a la vista es que, a más de 32 grados, el repartidor viste una camiseta negra de manga larga interior y guantes.

"Cuando la temperatura sube mucho, trato de protegerme del sol, de cubrirme bien. Uso manga larga por las quemaduras, para cubrirme porque no me gusta mucho utilizar bloqueador", señala mientras revisa cada pocos segundos si ha llegado un nuevo encargo.

Lleva trabajando en la empresa dos meses, pero ahora es cuando comienza la época más dura, tanto en número de pedidos como en dificultades para realizar su trabajo por las calurosas y abarrotadas calles alicantinas.

Gabriel bajo el sol tras recibir un nuevo encargo.

Gabriel bajo el sol tras recibir un nuevo encargo. Jorge Verdú

"Sí es verdad que cuesta más que otras veces, es casi el doble de esfuerzo físico, pero uno se cuida. Tampoco se exige demasiado. Intento moverme por zonas entre edificios, donde hay sombra, porque eso ayuda bastante", afirma.

"Mis compañeros también son conscientes de esto. Todos estamos en la misma situación, cuidándonos, intentando mantenernos al margen del calor", apunta.

Otro de sus imprescindibles es llevar una botella de agua fría, tanto que bromea con que es "todo hielo. Me sirve para estar hidratado".

Por si fuera poco, trabajar en una ciudad con tanto turista también tiene sus retos. "Hay que tener mucho cuidado, mucha precaución para no hacerle daño a nadie".

"Además, las bicicletas están reguladas, no andan a más de 25 km/h, por más que uno quiera. Cuando llegan a esa velocidad, el motor se frena automáticamente. Yo voy incluso a 20 km/h, despacio, por seguridad y por la regulación misma", indica.