Ahmed posa con un pañuelo palestino en la Rambla de Alicante.

Ahmed posa con un pañuelo palestino en la Rambla de Alicante. Jorge Verdú

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El viaje de Ahmed, de Gaza a Alicante tras 50 días entre mafias: "Solo quiero volver a abrazar a mi familia"

El gazatí se jugó la vida para salir de Palestina antes de que empezara el conflicto y ahora trata de salvar a sus familiares encerrados.

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De los muchos derechos humanos que se violan sistemáticamente contra los palestinos, el de libertad de movimiento es uno de los más sangrantes. Ahmed sufrió de primera mano lo que es ser una persona de segunda tras cruzar medio mundo a través de mafias para poder llegar a España.

El gazatí, de 39 años, salió de Gaza en 2018 por Egipto, la única vía que tienen, o tenían antes del conflicto palestino-israelí.

Su historia, aunque dura, no es nada comparada con la de los compatriotas que han quedado encerrados en lo que llama "la cárcel abierta más grande del mundo".

Ahmed cuenta a EL ESPAÑOL que tenía una vida normal entre Egipto y Gaza hasta que la corrupción y la persecución por su nacionalidad lo obligaron a buscarse una nueva.

"Trabajaba como joyero en Egipto y en una empresa de cambio de monedas para los turistas hasta que la policía de Egipto vino un día de 2017 diciendo que alguien me había denunciado y cerraron la joyería, llevándose 150.000 dólares", recuerda.

Viéndose "perseguido por la corrupción de la policía", decidió dejar Gaza y Egipto, donde tenía residencia. Echando la vista atrás, su decisión le salvó de sufrir los ataques israelíes que continúan matando a civiles desde octubre de 2023.

De los más de 54.000 gazatíes asesinados hasta el momento, 50 eran familiares de Ahmed, de los cuales unos 40 eran niños menores de 12 años. Y ahora está luchando para recaudar fondos con los que sacar de la Franja a su hermano, su mujer y sus dos sobrinos, de tres y un año.

Viaje

Ahmed explica que primero fue "de Egipto a Turquía, y de allí cogí un vuelo a Mauritania. Desde Mauritania fui en coche con mafias a Malí, a Argelia, a Marruecos y a Melilla", enumera.

Lo que resume en unos minutos de entrevista son 50 días de viaje con mafias a través de desiertos, fronteras y zonas controladas por el grupo terrorista Boko Haram.

Con 9.000 euros menos y habiendo puesto su vida en manos de peligrosos traficantes de personas que llevaban a los migrantes como mercancía sin ninguna garantía de éxito, llegó a España.

Tras la odisea de abandonar Gaza, la fortuna por fin le sonrió, no solo por haber entrado en España, sino por encontrar a su actual pareja, Océane, una trabajadora social que lo acompaña en la entrevista y con la que tiene dos hijos y un tercero en camino.

El amor torció su ruta, pues el objetivo era llegar a Irlanda, donde vive un primo suyo y donde le sería más fácil encontrar trabajo por su conocimiento del inglés. Mientras que España era un lugar de paso, donde descansar del largo viaje.

"Antes de llegar a Alicante estuvo en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes de Málaga (CETI) durante seis meses bajo nuestra tutela", explica Océane.

"Pasado este tiempo, si los aceptan como refugiados, se pueden quedar en España. En el caso de Ahmed no fue aceptado, pero le dieron la residencia porque empezó a trabajar", señala su pareja.

Vida en Alicante

Ahmed considera que ha tenido "mucha suerte", porque encontró trabajo a los pocos meses de llegar a Alicante. "También te lo has trabajado", apunta Océane.

Y es que el gazatí no ha parado de trabajar desde que llegó a la ciudad, primero cuatro años en una joyería y ahora en el aeropuerto de Alicante-Elche.

Cuestionado sobre si ha sufrido racismo, recuerda que ha encontrado "gente muy buena que me ha abierto las puertas".

Ahmed en Alicante frente a un olivo, el símbolo de Palestina.

Ahmed en Alicante frente a un olivo, el símbolo de Palestina. J.V

Y señala que le sorprendió que "aquí hay más sensibilización que en los países árabes contra el genocidio. En Egipto no ha habido ni una manifestación desde que empezó la guerra, y son nuestros hermanos".

"Muerto en vida"

Ahmed no tiene heridas ni está pasando el hambre de los gazatíes encerrados en la Franja, pero es una víctima más del conflicto

A pesar de haber rehecho su vida y formado una familia, Ahmed asegura ser un "muerto en vida" que está enganchado al móvil y a las noticias para enterarse de los nuevos ataques y rezar para que más familiares no aparezcan entre los fallecidos.

Psicológicamente, admite tener "mucha presión" por lo que le pueda pasar a su hermano. "Cuando tengo un descanso en el aeropuerto salgo a escuchar las noticias y, cuando llego de trabajar, mi familia duerme, pero yo me quedo escuchando las noticias con los auriculares".

Un sobrino de Ahmed rodeado de edificios destruidos.

Un sobrino de Ahmed rodeado de edificios destruidos.

Ahmed y Océane han iniciado una campaña solidaria para reunir los 45.000 dólares necesarios para sacar a la familia de su hermano antes de que sea demasiado tarde.

"Mi único deseo es volver a abrazar a mi familia y darles la oportunidad de vivir una vida digna. Quiero que mis sobrinos crezcan como niños, libres del peso del horror y el trauma que enfrentan ahora", reza el texto de la campaña.

"Todos los días ven la muerte pasar al lado de ellos, ya la han asumido. Lo único que pide mi hermano es que, si mueren, quieren morir todos juntos", cuenta el gazatí.

Su hermano y su familia han sido heridos en múltiples ocasiones y sobreviven a duras penas sobre las ruinas de lo que hasta hace no tanto era la casa familiar donde se crió Ahmed.

Ahora, sin luz, sin comida y sin agua limpia, solo les queda esperar y aguantar con el dinero que Ahmed y Océane les envían para conseguir algo de alimento.

"Es un camino difícil, pero no imposible. No puedo quedarme de brazos cruzados. Si no intento ayudarlos, mi conciencia nunca estará en paz", concluye.