Una recogida de limones, en una imagen de archivo.

Una recogida de limones, en una imagen de archivo.

Alicante

El reto del limón de Alicante ante el futuro incierto del trasvase Tajo-Segura: "El calor nunca ha sido el problema"

El director de la Cátedra de Agricultura de Precisión de la Universidad Miguel Hernández, Pablo Melgarejo, reflexiona sobre los retos y el devenir del sector.

Más información: El 2024 deja la peor crisis del limón en Alicante: el 30% de la producción se quedó sin recoger

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El pasado 2024, el sector del cítrico de Alicante no vivió precisamente su mejor año, llegando a acumular pérdidas económicas y limones sin recoger.

Un año después, el sector de la citricultura se reúne para hablar de la evolución y de los retos en el marco de las jornadas organizadas por ASAJA Alicante.

Entre otros ponentes, el director de la Cátedra de Agricultura de Precisión, Digitalización y Sostenibilidad de la Universidad Miguel Hernández, Pablo Melgarejo, ofrece una mirada más optimista y técnica de lo que solemos escuchar sobre el impacto del cambio climático en la citricultura valenciana.

Según él, el aumento de las temperaturas no representa una amenaza directa para estos cultivos, siempre que el agua no falte. La clave, dice, está precisamente en el agua. “Los cítricos soportan bien temperaturas por encima de los 30 °C, e incluso pueden beneficiarse del aumento de CO₂, que mejora la fotosíntesis y la productividad".

"El verdadero riesgo no es el calor, sino la falta de recursos hídricos para afrontar momentos críticos como el cuajado y el desarrollo del fruto", añade. La sostenibilidad, en este sentido, no se mide solo en grados, sino en metros cúbicos.

Melgarejo defiende que el sector está mejor preparado de lo que se cree. Los citricultores del sureste, afirma, llevan décadas afinando el uso del agua, combinando sensores de humedad, fertirrigación y agricultura de precisión, y consiguen productividades sobresalientes con dotaciones muy ajustadas, incluso por debajo de 3.000 m³ por hectárea.

Agua y trasvase

“Somos la zona de España que mejor utiliza el agua”, subraya. Pocas cosas despiertan tantas emociones en el campo alicantino como hablar del trasvase Tajo-Segura. Para Melgarejo, su futuro incierto es “una amenaza existencial” para la citricultura de la Vega Baja.

La comparación entre precios de agua lo dice todo: 0,16 €/m³ frente a más de 1 €/m³ del agua desalada. Y eso, recuerda, con subvenciones que podrían desaparecer "en cualquier momento".

La subida de los caudales ecológicos aprobados para el Tajo preocupa al experto: “Se está fijando más agua de la que el río puede soportar de forma natural, sin estudios técnicos sólidos y con un enorme impacto socioeconómico”.

La reducción prevista del 50 % del agua que llega por el trasvase podría traducirse, advierte, en 27.000 hectáreas menos de regadío y más de 15.000 empleos perdidos.

Ante este panorama, Melgarejo insiste en la necesidad de un Plan Hidrológico Nacional que distribuya el agua “de forma solidaria, racional y sostenible”.

“No es un problema de lluvia, asegura, sino de gestión. España tiene agua suficiente, lo que faltan son infraestructuras y planificación”.

Relevo generacional

El futuro agrícola no solo depende del agua, sino también de las nuevas tecnologías. Melgarejo apunta que la digitalización es ya “indispensable” para mejorar la eficiencia de riego, fertilización y control de plagas, aunque reconoce que la falta de cobertura de datos en zonas rurales frena su implantación.

Sin embargo, señala un reto todavía más grande: “Tenemos una población agrícola envejecida y una burocracia que desanima a los jóvenes", advierte.

"Pero si logramos combinar conocimiento, tecnología y estructuras colectivas como cooperativas, hay esperanza para esta generación y las que vienen", añade.

Unión y eficiencia

Si tuviera que condensar el desafío de la citricultura valenciana en una sola frase, Melgarejo no dudaría: “Hay que vencer la burocracia y la competencia desleal para garantizar el relevo generacional y la sostenibilidad del sector”.

A su juicio, nuestro modelo agrícola está lejos de agotarse, pero lo que necesita es más apoyo, más ciencia aplicada y más cooperación entre pequeños y medianos productores.