Cuando uno asiste a un debate como el de esta semana en el que el Gobierno de turno puede sacar pecho de sus logros, sean los que sean, nunca se imagina que se halla ante un auténtico síntoma de agotamiento. Sobre todo cuando quedan menos de dos años para las elecciones, con procesos congresuales en ciernes y todo se está fiado al dinero procedente de los Fondos de Reconstrucción europeos.

Las especulaciones sobre el adelanto electoral; la falta de proyectos nuevos y atrayentes; la crisis de Podemos; una vicepresidenta deslegitimada por la actuación de su Conselleria en un caso grave de abusos sexuales protagonizado por su exmarido; amenazas de nuevos impuestos para una ciudadanía y empresas ya de por sí castigadas por la pandemia... ¿A alguien le extraña que Ximo Puig ni siquiera nombrase su famoso "pacto del Botánico" en sus primeras intervenciones?

El hecho no pasó inadvertido para sus socios nacionalistas. Su portavoz, Fran Ferri, se lo recordó al presidente ante las cámaras en cuanto tuvo ocasión. Y Puig rectificó de mala gana. Da la sensación de que sus compañeros de viaje ya son percibidos por el Molt Honorable más como un lastre que como valiosos aliados.

No obstante, ya puede ir cambiando de opinión o reconduciendo sus relaciones con los desleales que le montan ruedas de prensa paralelas para anunciar nuevas tasas. Porque al final esto se decidirá entre la suma de izquierda y la suma de la derecha. Las distancias son tan escasas, apenas 40.000 sufragios, que tanto si adelanta las elecciones como si se espera a mayo de 2023, Puig no tiene mucho margen de acción. 

Si tanto le preocupa a Puig que Vox pueda llegar a gestionar una conselleria si suma con el PP, ahora que va de "hombre de Estado", debería empezar a tender puentes. Y no creo que su portavoz en la Cortes, el faltón Manolo Mata, sea su mejor baza. A mí particularmente me resultaron tan decepcionantes la intervención de la nefasta Ana Vega como la del veterano socialista.

Me pongo en la piel de muchos socialistas, populares y liberales que conozco en ese hemiciclo, gente sensata, prudente y dialogante, y me produce lástima la situación a la que ha llegado la política autonómica.

"¡Cuidado con el aguacate!", exclamó Mata en su defensa del Consell. ¿Es el aguacate de lo que debemos preocuparnos los ciudadanos de la Comunidad? ¿De verdad, Mata? ¿A esto hemos llegado? Si eso es lo que puede ofrecer el primer partido del Botánico, apañados vamos.