Casi un cisma diplomático entre Brasil y España. Hasta ahí llega el fútbol. Y hasta ahí llegaron los insultos racista de varias decenas de aficionados del Valencia en Mestalla a la estrella brasileña del Real Madrid, Vinicius Júnior, llamado por muchos a liderar la próxima década del club más grande del mundo. No sólo en el campo. También a la salida del autobús, con más intensidad y virulencia. "Mono", "macaco", simplemente "negro". Y no sólo en Mestalla: los insultos al futbolista son una constante por todos los estadios españoles y se niega a convivir con ellos.
Sucedió el pasado domingo, 21 de mayo, y desde entonces las opiniones han regurgitado casi desde cualquier prisma. El delantero brasileño no es el primero. Tampoco parece que sea el último. La hemeroteca arde y los cortes traicioneros se arrojan como perdigones: "Su afición es más racista que la mía: mire lo que dijo este jugador suyo hace 26 años y siete meses". La pala y la trinchera.
Hay quien comparte el célebre "correr como un negro para vivir como un blanco" del indomable Samuel Eto'o hace varios años. El mismo que amagó con irse de un partido en La Romareda en 2006 ante los gritos racistas de la grada. Es decir, la descripción de un tipo valiente no dispuesto a consentir el insulto generalizado de la masa. También está ese anuncio del Cola-Cao de 1998 en el que Roberto Carlos, Rivaldo y Denilson cantaban lo de yo soy aquel negrito. Algunos tuiteros lo ponen de manifiesto, mezclando contextos, necedades, como una especie de empoderamiento malo de los tiempos. El legendario lateral izquierdo madridista se revolvió contra el Camp Nou por lo mismo que Eto'o. Y Guardiola le contestó como rival en el campo, quizás sin cerrar filas en el fondo de la cuestión, pero no porque pertenezca al Ku Klux Klan.
Rivalidades, partidos, contextos, insultos por el color de la piel siempre injustificados. Y muchos jugadores negros que cada año llegan a nuestro país —o han nacido y crecido aquí; españoles, vaya— con sed de éxito. EL ESPAÑOL | Porfolio se ha puesto en contacto con Akapo, Donato, Catanha y Benjamín para abordar el asunto.
"Son minoría, pero hacen mucho ruido"
El de Carlos Akapo (Elche, 1993) fue el penúltimo episodio similar al de Vinicius en La Liga. Sucedió en Los Cármenes, estadio del Granada, durante un partido de Liga disputado el 28 de febrero de 2022. De padre ecuatoguineano y madre española, Akapo defendía entonces la camiseta amarilla del Cádiz.
Hablamos con él pocos minutos después de que el Comité de Competición anuncie la anulación de la roja a Vinicius, el cierre parcial durante cinco partidos de la Grada Mario Kempes de Mestalla y la multa de 45.000 euros al club valenciano. "Creo que el chico que me insultó tuvo que pagar una multa y lo suspendieron dos años sin entrar en un campo de fútbol, pero me parece que al Granada no le cayó nada", recuerda el futbolista de los San Jose Earthquakes de la MLS. Y recuerda bien: el Comité propuso una multa de 6.000 euros para el aficionado.
"De pequeño siempre tienes algún episodio un poco feo", sigue el futbolista ilicitano, que ha habido en España durante toda su vida, "quieras o no siempre se dirigen a ti a veces de manera un poco despectiva: 'Mira al negro ese' y ese tipo de comentarios". "Mi padre desde la grada lo ha sufrido también cuando estaba en el fútbol base. Fuera del fútbol he tenido algún problema, pero dentro es cuando se magnifica todo", estima empíricamente Akapo.
Pero, ¿es España un país racista? ¿Sí o no? Se trata de la disyuntiva en la que ha desembocado el debate. "Hay gente racista, no digo que todo el mundo lo sea. Es una minoría que, aún por pocos que sean, hacen mucho ruido; y esa es la pena", opina. "A mí me pasó en Los Carmenes y, aunque al vivir ciertas cosas antes no quise darle más bola, para que esa persona no se crea con ese tipo de poder; sí habrá gente que lo sufra más y que le duela más. Cada uno tiene su manera de ser".
La vieja escuela
Las palabras de Akapo están en consonancia con las reivindicaciones de la estrella del Madrid. En un mundo —a priori— mucho más tolerante con la diversidad étnica que el de hace dos o tres décadas, las nuevas generaciones de futbolistas negros no están dispuestos a asumir ningún paso atrás en este sentido. Insultos generalizados que sí sufrieron los futbolistas no caucásicos que hiceron camino en Europa.
De ahí, también, la manera que tenía Donato, el pivote hispanobrasileño leyenda del Superdepor, de encajar las ofensas racistas. "Dentro del campo y de los aficionados hay de todo: yo no me preocupaba nada con esto", empieza el ex futbolista brasileño, afincado en Galicia, su conversación con EL ESPAÑOL.
Donato es un tipo duro y conformista al que nada importaba lo que dijeran desde la grada. Ve la polémica en vuelta en un halo de "absoluto cinismo por parte de la prensa para quedar bien". Atornilla su defensa a la cultura española y enmarca los insultos dentro de la dinámica futbolera: "Los aficionados hacen lo que sea para que a su equipo le vaya bien". El fútbol antiguo en estado puro. ¿Y Vinicius? "Es un crack, puede ser de los mejores del mundo, pero se tiene que dejar de tonterías, lo tienen que ayudar a cambiar, juega en el Madrid, el club más grande del mundo, y todavía trae la alegría brasileña de vacilar, pero no se puede quejar tanto", opina. "Es algo que sólo él puede cambiar, me encantaría hablar con él para ayudarlo, se tiene que dejar de gestos y provocaciones", insiste.
La conversación se extiende durante una hora, prácticamente. Da tiempo a dar el pésame por la muerte de Arsenio Iglesias. Donato defiende a Vinicius, habla con sumo cariño de él y cree firmemente en su talento, pero sus quejas le parecen una chorrada posmoderna. "En un partido donde hay tres o cuatro jugadores negros, igual de negros o más negros que él, en el Valencia —y a ellos no los insultan— significa que el problema es de la afición con él jugador y no de racismo", argumenta. "Si llaman negro a Vinicius, ¿por qué no le llamaban a Mendy, Alaba, Militao y Rodrygo? Yo hubiera cogido a un negro del Valencia y lo habría abrazado".
Donato recuerda las mieles y la bilis de la grada. Ha vivido la cara y la cruz. "Recuerdo cuando vine a jugar contra el Atlético de Madrid [elástica que defendió entre 1988 y 1993] con el Dépor [estuvo una década, entre 1993 y 2003]. La gente me gritaba mono. Uh-uh-uh-uh. Yo me reía, me daba igual, jugaba con el público cada vez que la cogía, me encantaba", narra. Por otro lado, recuerda con gratitud los vítores de "Donato, Donato" en el Sánchez Pizjuán defendiendo la camiseta de la Selección Española.
Benjamín Zarandona —es decir, Benjamín el del Betis— es uno de esos futbolistas que no se olvidan. Nació en Valladolid, de madre ecuatoguineana y de padre vasco, en 1976. Se trata de un tipo de los que en Andalucía se diría que tiene duende. En 2005, mientras vestía las 13 barras, llegó a ser jefe de merchandising de la marca El Niño, una ropa de corte surfer que acabó por ser bandera del movimiento cani de la época.
Recaló en Pucela en 1994 y allí pasó cuatro años. Su máximo rendimiento, como es conocido, lo dio en Real Betis, donde fue un ídolo de masas, un tipo especialmente querido en una época dorada para el club del Guadalquivir. Su primera etapa fue del 98 a 2005. Luego se marchó a jugar al estadio Mirandilla una campaña. Regresó medio año a Sevilla, para acabar pasando sin pena ni gloria por el Xerez CD en Jerez de la Frontera.
De ahí se marchó a Palencia (2008-2010) y sus últimos coletazos fueron por categorías menores del fútbol español. No abandonó nunca el fútbol. Con empaque televisivo, sigue haciendo reportajes y comentando partidos en la radio. Por eso sabe que lo de Vinicius no es moco de pavo. "Está pasando en muchos sitios. Tú escuchas cualquier testimonio y está a la orden del día", comenta.
Cuenta que los episodios más desagradables no fueron en la élite, sino en los campos de Tercera o Segunda B. "Se me pusieron al lado de la valla unos tipos y comenzaron a decir hijo de puta, negro, mono y tal…", recuerda. Los insultos desde la grada provocan en el jugador un grave efecto psicológico. Benjamín no es como Donato: "Estás jugando y eso te liquida".
En el caso concreto de Vinicius, cree que los racistas actúan contra él porque es muy bueno, es el que destaca, el crack del momento. Y los insultos su kryptonita. No cree la teoría de que sea por rebelde. "Simplemente es que es muy bueno. Ya pasaba con Cristiano por ejemplo", compara.
Benjamín piensa que la imagen dada es lamentable. "Esto no es bueno para nadie. Se están tomando medidas y es lo que se tiene que hacer, sobre todo capacitar a la gente para que esto no vuelva a ocurrir". Es buena la implicación que tienen los clubes, dice Benjamín. "Me alegro de que pasen estas cosas y las sancionen. Lo que nosotros queremos es acabar con el racismo", finaliza.
Henrique Guedes da Silva nació en Recife, pero lleva más de 20 años (y más de 25) en España. "Soy un español más", responde el buen hombre a la llamada telefónica de EL ESPAÑOL. Si por el nombre no le ha identificado, seguro que sí le recuerda por la celebración de sus goles, haciendo la gaviota, en Salamanca, Leganés, Málaga y Vigo. El hombre que está al otro lado en esta conversación es Catanha.
El delantero jugó en Brasil y Portugal antes de llegar a España, a la extinta UD Salamanca en la 96/97. Jugó sólo una temporada y luego completó otra en el Leganés. Su leyenda comenzó a crecer en Málaga, donde jugó desde el 98 hasta el 2000. Sin embargo, si hay una camiseta con la que es recordado es con la del Celta de Vigo. En el conjunto celtarra marcó goles hasta 2004. Luego se fue a Rusia antes de volver a Brasil. En 2005 se enroló en las filas del Linares y posteriormente firmó por el Estepona. Vuelta a su país natal un año, lo dejó y en la 2016/17 se enrola en las filas del Zenit de Torremolinos y del Dos Hermanas San Andrés. Solo faltó a su cita con el gol en sus dos primeras temporadas como jugador.
Catanha está afincado ahora en la Costa del Sol. No es ajeno a lo que le ha ocurrido a Vinicius Jr. No obstante, lo primero que recalca es que España "no es un país racista". Lo que no quita que apoye a Vinicius en todo lo que está sufriendo y que piense que hay que acabar con los racistas que hay en los campos españoles. Recuerda Catanha aún uno de los episodios desagradables que vivió. Le ocurrió en La Romareda, el estadio del Real Zaragoza, cuando vestía la camiseta celeste del Celta. Cada vez que tocaba la pelota la grada comenzaba a decir "uh, uh, uh, uh", imitando el sonido de los monos.
Trató de centrarse en el partido, comenta, y no hacer caso a lo que escuchaba a su alrededor. Pensaba que lo único que trataban de hacer los presentes en el estadio era sacarle del partido. "Ni el Celta ni la Federación se pronunciaron luego", desliza. Parece tenerlo normalizado, una premisa para sobrevivir en los 90 en el fuero interno de los futbolistas. "Siempre hay dos o tres que te hacen esos gestos en todos los estadios", comenta. No es nuevo. "Ya se lo hacían a Roberto Carlos en 1997", apunta Catanha.
Cree que esta vez hay tanta repercusión porque Vinicius juega en un equipo grande como el Real Madrid. Le apoya en todo, insiste, y hay que acabar con el racismo. Catanha también cree que Vinicius debe centrarse jugar únicamente mientras esté en el campo. Es lo que él hacía: poner el foco en la pelota. "No vale la pena, juega en el Real Madrid. Debe pasar de ese tema", sigue en la misma línea que Donato. La vieja escuela. El hispanobrasileño, aún así, conjuga su apoyo cerrado a Vinicius con la gratitud con su país de acogida: "España no es un país racista. Tiene una cultura muy bonita y gente maravillosa".
El ex delantero —¿o son los delanteros como los toreros, nunca ex, siempre en activo?— piensa que debería ser la Policía Nacional quien intervenga en estos casos. Llevándose a los autores y dejando jugar con tranquilidad a los futbolistas —también en los campos de fútbol base cuando haya peleas—. "Estos comportamientos en los campos de fútbol hay que erradicarlos, pero eso no va a ocurrir de un día para otro", señala. "La gente debe implicarse más en todo esto", esgrime un Catanha que no cree que todos los futboleros sean racistas. "La mayoría va a ver el fútbol y a divertirse".