Escribo este artículo al pequeño que tal día como hoy hace varias décadas andaba en pijama por casa. A aquel niño todavía sin gafas que había escrito su carta de regalos y rezaba porque llegara el cinexín, los famobil del oeste y el tren eléctrico. A aquel crío que llevaba las uñas llenas de plastilina, almacenaba canicas en los bolsillos y hacía trizas todo lo recortable con las tijeras sin punta del colegio. Le escribo a aquel Max de flequillo rebelde y rodillas magulladas, de coderas en el jersey y libretas de dos rayas y espiral.

Hola, Max. Te escribo desde 2016. ¡A punto de 2017! Tranquilo, no habitamos en la luna ni andamos por el espacio. De hecho seguimos con sudaderas de Star Trek y sigue sonando Raphael en la radio. En el mundo siguen las cosas revueltas, tienes dos sobrinas y has presentado telediarios. Y flipa, Max, ¿recuerdas a Raffaella Carrá? Pues coincidirás con ella en una gala. No te lo vas a creer pero también presentarás un magazine con una estrella de la tele, te harán pregonero en tu pueblo y tendrás varias novelas publicadas. Así que relaja con los deberes, puedes salirte de la línea de puntos y dar dos vueltas más en bici. Tranquilo. Puedes divertirte más.

Sé que a estas horas estás reordenando el belén de la entrada y escribiendo con tu mejor letra “Feliz Navidad y próspero año nuevo” en las postales de Ferrándiz. Si supieras que ahora son vintage y que a estas horas el único buzón que se ilumina es el del móvil. ¿Móvil? Sí, un teléfono pequeño, Max. Olvídalo, ya lo verás. También habrá wifi, televisiones planas y microondas para calentar la leche y guardar las sartenes. La vida es rara. Bonita, pero rara. 

Sigue con lo tuyo, sé niño, no te preocupes de lo que digan si estás con Paqui, Carmen o Ana. Tú a lo tuyo. Merienda. Haz los deberes. Pero, sobre todo, lee mucho y juega mucho. Coge fuerzas para el futuro, porque de mayor vas a necesitar forzar alguna sonrisa y tragar saliva para fingir que todo va bien y que eres el más fuerte de la familia. No te lo vas a creer, pero llegará el día en el que serás más alto que tus padres, que irás a la farmacia a por sus recetas y harás obras en el baño para que entre la silla de ruedas. Puede que te sorprenda ver que hoy tienes la edad que ellos tenían y que unas mocosas llamadas Elsa y Olivia se subirán a tus hombros gritando “tíiiiiio”. Es ley de vida.

Así que ahora, mientras escribes la postal navideña, pones el sello y la mandas a la familia, recuerda sonreír en la comida y en Nochebuena. Todo esto que ahora vives serán fotografías en blanco y negro llenas de emoción. Deja alguna señal para que el de hoy sepa que el de ayer fue feliz. Y si no recibes el tren eléctrico, no pasa nada. El exin castillos te va a flipar.

Por cierto, en la carta no pongas que quieres hacerte mayor. Te harás. Es en lo poquito que la vida te hace caso. Así que disfruta. Disfruta más. Mucho más.