A los lados, un niño vuela una cometa en un campo de refugiados improvisado en Rafah (Gaza). En el centro, Eden Golan, ganadora de Ha-Cojav Ha-Bá y representante de Israel en Eurovisión 2024.

A los lados, un niño vuela una cometa en un campo de refugiados improvisado en Rafah (Gaza). En el centro, Eden Golan, ganadora de Ha-Cojav Ha-Bá y representante de Israel en Eurovisión 2024. Reuters / Keshet 12

Europa

"Esto no va de gobiernos": por qué Eurovisión no veta a Israel por la guerra en Gaza como hizo con Rusia

La Unión Europea de Radiodifusión justifica su decisión con que se trata de un concurso apolítico en el que sólo compiten "organismos de radiodifusión".

11 mayo, 2024 02:46

El 25 de febrero de 2022, el mundo no estaba para reparar en otra noticia que no fuera la ofensiva que Vladímir Putin había lanzado el día anterior sobre Ucrania. La guerra que acababa de estallar —y que sigue abierta— no dejaba esquina en ningún periódico para mencionar algo tan nimio como que, en menos de 24 horas, la Unión Europea de Radiodifusión (UER) había respondido a la invasión con la suspensión de Rusia del festival de Eurovisión.

Dos años después, esta celebración de la canción, la convivencia y la libertad vuelve bajo el lema 'Unidos por la música'. Pero, ahora, cuando un país miembro de la UER libra una guerra cruenta que ya se ha cobrado 35.000 vidas, muchos en Europa se preguntan por qué Israel sí puede participar en la gran final de esta noche. Pese a la invasión a Gaza tras los ataques de Hamás el 7 de octubre pasado, la organización ha determinado que la televisión pública israelí, Kan, podrá seguir participando. Pero, ¿por qué este año están todos invitados a la fiesta? ¿Por qué Israel no paga el mismo precio que Rusia?

La UER emitió un comunicado el pasado mes de diciembre en el que justificaba la permanencia de Israel con que Eurovisión es un evento "apolítico y un concurso entre organismos públicos de radiodifusión miembros de la UER, no un concurso entre gobiernos". Con este principio en su defensa, el Grupo de Referencia y el Comité Ejecutivo del organismo emitieron una recomendación en la que aprobaban la participación de la Kan en la edición de este año en la ciudad sueca de Malmö.

Eden Golan en la rueda de prensa posterior a la segunda semifinal de Eurovisión 2024.

Eden Golan en la rueda de prensa posterior a la segunda semifinal de Eurovisión 2024. Sarah Louise Bennett EBU

Luego, el dictamen fue "consultado" con las radiodifusoras nacionales, pero ninguna pareció oponerse. Al menos públicamente. La televisión pública sueca SVT, anfitriona de este año, declaró al periódico israelí Haaretz: "La UER decide quiénes son los países participantes, y nosotros cooperamos". Otras entidades se desentendieron del debate bajo el pretexto de la neutralidad: la noruega NRK declaró este mes que un boicot a Israel "no entra dentro de nuestro mandato. Cubrimos conflictos en Oriente Medio, y si, como empresa de radiodifusión, tomáramos posición en un conflicto, comprometeríamos nuestra integridad". Las mismas SVT y NRK fueron la tercera y la cuarta en exigir la expulsión de Rusia del concurso en Turín en 2022.

A la poca transparencia en la toma de decisiones se suma que la mayoría de los países que participan en Eurovisión tienen gobiernos con posturas favorables hacia Israel. Varios Estados —véanse Alemania, Francia, Reino Unido o incluso Azerbaiyán— son aliados políticos y comerciales, por lo que un boicot a la participación de Tel Aviv habría provocado tensiones no deseadas. Las televisiones de gobiernos críticos con el de Benjamín Netanyahu, como Radiotelevisión Española o la irlandesa RTÉ, tampoco han hecho declaraciones públicas por el momento en contra de la decisión de la unión de entidades europeas.

La UER se escuda en las desavenencias entre la Kan y el Gobierno de Netanyahu como elemento diferencial entre Israel y Rusia: "La relación es fundamentalmente distinta de la que existe entre la radiotelevisión rusa y el Kremlin", apunta la organización, que dice haber suspendido a la VGTRK por "persistentes incumplimientos de las obligaciones de afiliación y a la violación de los valores de servicio público". Las discrepancias entre la Kan y el primer ministro son ciertas: Netanyahu estuvo a punto de cerrar la televisión pública en enero de 2023 para "distribuir fondos" y favorecer otras plataformas, entre ellas medios de extrema derecha que hicieran de altavoces del primer ministro y su partido Likud. El proyecto se frustró poco después de salir a la luz, en parte gracias a las protestas de los propios trabajadores.

Sin embargo, en el comunicado del 25 de febrero de 2022 la UER no mencionó que la expulsión de Rusia se debía a que la VGTRK hubiera violado ningún principio de los medios públicos. El único motivo de aquella decisión fue, según el propio documento, que: "a la luz de la crisis sin precedentes en Ucrania, la inclusión de una entrada rusa en el concurso de este año desprestigiaría el certamen". En aquel momento, la UER reconoció que contar con un número musical de un país que había invadido a otro podía mancillar la imagen de Eurovisión.

El problema también es monetary

La afinidad de varios gobiernos europeos con el Estado de Israel es evidente, y no se debe subestimar el poder político de la resolución de la UER por mucho que la organización reivindique lo contrario. Pero existen otras fuerzas que mantienen a la Kan entre las radiodifusoras miembro. Al contrario de Ucrania, sólo nueve países de la UE reconocen a Palestina como Estado. Algo que podría tener más peso aquí es que Palestina tampoco participa en Eurovisión, ni es miembro de la UER. De hecho, ondear su bandera está prohibido desde 2016, cuando la organización prohibió que varios símbolos nacionalistas —como la ikurriña vasca— entraran en el recinto del festival.

Estos factores no parecen ser determinantes: la televisión sueca, por ejemplo, no ha solicitado la expulsión de Israel como hizo con Rusia a pesar de que Estocolmo reconoce el Estado palestino. Lo que sí parece atar a la UER a Israel, sin embargo, es el vínculo económico de Eurovisión a empresas del país. Desde 2021, el mayor patrocinador del festival es Moroccanoil, una marca de cosmética de titularidad israelí. Este año sigue siendo la imagen de Eurovisión en Malmö, después de haber consolidado su presencia en las ediciones de Róterdam, Turín y Liverpool.

Eden Golan durante su interpretación de 'Hurricane' en la segunda semifinal de Eurovisión.

Eden Golan durante su interpretación de 'Hurricane' en la segunda semifinal de Eurovisión. EBU

Según Luka, director del medio especializado Eurovision Spain, "la UER ha sacrificado de alguna manera su imagen corporativa en beneficio de Moroccanoil. [En los últimos años,] al final no sabías discernir si se trataba del festival de Eurovisión o de un festival de Moroccanoil, porque el logotipo de este patrocinador acaparaba todos los espacios", declaró en una entrevista en el programa de RNE 'El gallo que no cesa' el pasado mes de enero.

De expulsar a Israel, Eurovisión podría haberse enfrentado a graves problemas financieros o al contratiempo de buscar empresas dispuestas a invertir en un patrocinio que sustituya al de Moroccanoil. Al margen de las relaciones con empresas privadas israelíes, la Kan es una de las televisiones que más dinero aporta a la organización del evento por detrás del Big Five —integrado por España, Reino Unido, Francia, Italia y Alemania—. El público israelí es un gran aficionado al festival, que tuvo 980.000 espectadores en 2023 en un país de poco más de nueve millones de personas según los censos del Gobierno.

[RTVE reclama a la UER que vele por la libertad de prensa en la jornada más complicada de Eurovisión]

La conducta de la UER en los últimos meses también ha dejado de manifiesto que la entidad teme un boicot a Eurovisión de espectadores europeos y del resto del mundo por su decisión de no expulsar a Israel. En noviembre, por primera vez, la organización puso a la venta las entradas antes de que se conocieran los países concursantes, como contamos en EL ESPAÑOL. Cuando se confirmó que Israel seguiría participando en 2024, los asientos del Malmö Arena ya se habían agotado.