La provincia de Huesca está repleta de rincones rurales fabulosos por descubrir. Un entorno dominado por la naturaleza y la tranquilidad que cuenta con varias poblaciones medievales que no dejarán a nadie indiferente. Además, estas tierras aragonesas son tierras de tradiciones, llenas de historia y con lugares con un legado fabuloso. A continuación se detallan algunos de los pueblos más destacados de la provincia de Huesca.

Villa de Aínsa

Esta villa medieval es uno de los pueblos más conocidos del Pirineo de Huesca. Sus dos calles principales conservan toda la esencia románica. La calle Mayor, por ejemplo, cuenta con edificios nobles y casas de estilo gótico medieval en una vía cerrada por arcos. El castillo de esta localidad es otro de sus atractivos. Considerado Bien de Interés Cultural y Monumento Histórico Artístico, hoy en día alberga al Eco Museo o al Centro de Interpretación del Geoparque Sobrarbe. Tampoco debe faltar una visita a la Iglesia de Santa María, construida entre los siglos XI y XII y ejemplo claro de la sobriedad románica del Alto Aragón.

Villa de Alquézar

Este pueblo declarado como Conjunto Histórico-Artístico de un trazado medieval de plano irregular y calles estrechas acrecienta su atractivo con el paisaje del río Vero y de la piedra caliza de la Sierra de Guara. Sus grandes atractivos recaen en la Colegiata-Fortaleza de Santa María La Mayor, que corona el pueblo y está reconocido como Monumento Nacional; la Puerta Gótica, que da acceso al casco antiguo; la Ermita de Nuestra Señora de las Nieves, del siglo XVII; y la plaza Mayor.

Graus

La historia de esta población se muestra a través de las piedras de sus casas, puentes e iglesias. Todavía se conservan tres puertas en su muralla y en la plaza Mayor se pueden apreciar una gran variedad de estilos arquitectónicos. El edificio del Ayuntamiento es de estilo mudéjar, la Basílica de la Virgen de la Peña de origen románico pero con otros estilos y con un claustro merecedor de una visita. Desde esta localidad se ofrecen unas buenas vistas de los Valles del Isábena y del Ésera.

Roda de Isábena

Aunque es un pequeño pueblo al este de la provincia contiene una gran riqueza arquitectónica. Tanto es así que es la población más pequeña de España (aproximadamente 60 habitantes) que cuenta con una catedral, la Catedral de San Vicente Mártir, levantada entre los siglos XI y XII y de estilo románico lombardo, aunque en el siglo XVIII fue reformada. Otros monumentos de interés de esta localidad son la plaza Mayor, la Ermita de San Salvador y la Ermita del Pinar.

Lanuza

Muchos consideran a Lanuza como uno de los pueblos más singulares de Huesca. Su mayor protagonista es el embalse del Valle de Tena, que amenazó con destruir todo el poblado, pero que finalmente muchas de las casas consiguieron salvarse del agua y muchos de los propietarios las han rehabilitado. Entre su arquitectura destacan las construcciones de piedra y pizarra con puertas y ventanas de madera decoradas con coloridas flores. Su edificio más importante es la Iglesia de San Salvador del siglo XIX, pero lo que sorprende a muchos de los que visitan Lanuza son las fabulosas vistas del entorno y el enclave del pueblo junto al embalse.

Torla

Aunque este pueblo no destaca tanto por su arquitectura y patrimonio cultural, sí lo hace por ser un lugar perfecto para los amantes de la naturaleza. Torla es la localidad que da entrada al acceso principal del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Este pueblo está rodeado de un entorno espectacular de inmensas montañas y faldas rocosas espectaculares, con una de las mejores vistas del Pirineo Aragonés.

No solo sorprende por eso, sino también porque está sostenida sobre un acantilado. Entre su oferta monumental se encuentra la Iglesia de San Salvador, reconstruida en el siglo XVII, así como otras casas de ese siglo, como la Casa Viu, la Casa Oliván o la Casa Sastre.

Sandiniés

Esta localidad es poco conocida, pero es una de las mejores para apreciar la esencia del Valle de Tena. No tiene más de 30 casas, las cuales están construidas con piedra y cuentan con unos ventanales verdes que en su día fueron establos. Entre sus calles se encuentran destacados edificios, como la Iglesia Parroquial de San Julián, del siglo XVII, o la fuente-lavandero en la plaza. Desde La Punta de las Eras se ofrecen unas vistas espectaculares del Valle de Tena.

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