Cinco pueblos, de coloridas casas de pescadores y naturaleza mágica, situados en un una línea de diez kilómetros de costa. Monterosso al Mare, Vernazza, Corniglia, Manarola y Riomaggiore aparecen en laderas montañosas que se pierde en el mar. Viviendas levantadas sobre rocas y callejuelas porticadas y estrechas, definidas por el nivel de la rampa, conforman una verdadera fortaleza enfrentada al Mediterráneo. Los cinco pueblos están comunicados por caminos de trazado complicado. Trenes y barcos simplifican el trayecto conectando todas las ciudadelas. En las zonas urbanas solo se permite el tráfico peatonal.

Monterosso al Mare es el pueblo más visitado del famoso Parque Nacional italiano Cinque Terre. Es el más sencillo y el mejor dotado para recibir a los turistas con hoteles, restaurantes y comercios. Su símbolo, la estatua de “Il Gigante”, es un imponente Neptuno, dios de los mares, que preside la parte moderna del núcleo urbano. La zona antigua se encuentra después de atravesar la pequeña montaña en la que se levanta la Torre Aurora, una fortaleza construida para prevenir los ataques bárbaros. Un vino Sciacchetrá, típico del pueblo, es el mejor estimulante para recorrer el casco histórico hasta encontrar la coqueta fachada, de listones en blanco y negro, de la Iglesia de San Juan Bautista. En su interior, el visitante descubre preciosas capillas del siglo XIV maravillosamente conservadas.

Monterosso posee el balneario más famoso de la Riviera italiana. Se encuentra en Levanto, una larga playa de arena animada por bares y restaurantes, y arropada por bosques de pinos, viñedos, olivares y localizaciones medievales. También es un lugar codiciado por buceadores, bañistas y excursionistas. A 80 kilómetros de Génova, Levanto es un punto de partida perfecto para recorrer los cinco tesoros de Cinque Terre.

Vernazza es una preciosa aldea marinera con un muelle natural en forma de anfiteatro. Fuertes muros de piedra sostienen los cultivos de olivos que trepan por la ladera. Posiblemente, el lugar más característico de las Cinque Terre. Un pueblo protegido por bastiones imponentes, con elegantes construcciones diseminadas entre callejuelas estrechas y empedradas.

El Castillo Doria es el emblema de la gran potencia económica que la aldea representó en la antigüedad. Su punto de vigilancia es el Belforte, la torre cilíndrica desde la que se domina toda la ciudad y un magnífico mirador. A la orilla del mar, en la ensenada de la ciudad, se alza el campanario octogonal de la iglesia medieval de Santa Margarita de Antioquía.

La plaza principal de Vernazza está rodeada de casitas llenas de color, el lugar ideal para perderse degustando un “gelato”. Pero, la visita no estaría completa sin alcanzar el Santuario de Nuestra Señora de Reggio. Un templo del siglo XI en el que se guarda la Virgen Africana, una imagen negra.

En una preciosa bahía, entre Vernazza y Corniglia, se sitúa una de las playas más famosas de la costa, Guvano. Una cala de canto rodado con historia de hippies y nudismo.

Corniglia es el pueblo más pequeño, y el único de Cinque Terre sin acceso al mar. Llegar al núcleo urbano es todo un reto. El ascenso obliga a superar los 377 escalones y las 33 rampas que conforman la escalinata de la “Lardarina”. Si las facultades físicas no acompañan, es aconsejable hacer el recorrido en microbús.

Los visitantes serpentean por las pequeñas calles hasta la Plaza de Largo Taragio. El objetivo es encontrar el Oratorio de los Disciplinantes de Santa Caterina, un templo del siglo XVIII conocido, también, por el fantástico mirador que se encuentra detrás.

Manarola es esa localidad pequeña en la que todo resulta encantador. Sus calles coloridas parecen destinadas al paseo. La Via di Mezzo, su vía principal, está custodiada por una buena cantidad de restaurantes, bares, establecimientos de artesanos y artistas locales que ofrecen objetos peculiares. Los restos del castillo sirven de paredes a las viviendas que se asoman al acantilado. Una postal preciosa e impactante que no permite olvidar su puerto. Muy cerca, las rocas de tonos azulados de la playa de Manarola invitan al chapuzón en una preciosa piscina natural.

Dicen que Riomaggiore es el pueblo más pintoresco del Parque Natural Cinque Terre. Casas empinadas sobre la montaña, con predominio de colores rojos desde la orilla del mar hasta la cima. Y, en lo más alto, una fortificación del siglo XIII rodeada por dos murallas y dos imponentes torres circulares. Muy cerca se encuentran la Iglesia de San Juan Bautista, y también una curiosa variedad de capillas y un acceso a la Ruta de los Santuarios. Un recorrido por fantásticas iglesias pertenecientes a cada uno de los cincos pueblos del Parque Natural.

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