Junto al de Colorado, el cañón del Antílope es de los más visitados y fotografiados en todo el mundo. No es para menos. El nombre que tiene ya denota el paso del tiempo en su formación, y es que lo de antílope se debe a los rebaños de estos animales que cruzaban hace años estos terrenos durante las temporadas invernales.

Belleza y espectáculo natural en el cañón del Antílope.

En una reserva de indígenas navajos

Otro dato que engrandece este paraje es que está ubicado en una reserva de indígenas navajos, de hecho todo aquel que quiera realizar una excursión por los pasadizos del cañón tiene que hacerlo guiado por un guía navajo que tiene los conocimientos suficientes para saber por donde llevarnos y por donde el camino se torna más peligroso. Si llueve es casi imposible adentrarse en estos terrenos por los serios problemas de inundación, en esta zona de Arizona son célebres las inundaciones relámpagos por las que en cuestión de minutos cae tanta cantidad de agua que es capaz de anegar e inundar por completo el cañón.

Para los navajos es un lugar sagrado, ellos mismos dicen sentirse en paz completa con ellos mismos y con su entorno cuando se adentran en estos laberintos de roca y arena. Dicen que alcanzan tal nivel de conexión con el lugar que logran comunicarse con sus antepasados y con sus dioses. El cañón en el idioma navajo es conocido como Tsé Bighánílíní que significa literalmente "sitio por donde corre el agua a través de las rocas".

Los navajos encuentran aquí su conexión con la Madre Naturaleza.

Un cañón formado al antojo del agua

Mucho tiempo ha pasado para que podamos ver en nuestros días este grandioso lugar en uno de los desiertos más impactantes del mundo, Arizona. El agua, su fuerza, su constancia y su antojo fueron horadando durante millones de años las curiosas formas que se pueden ver dentro de estas estrechas paredes. El término desierto y lluvia es difícil de encajar, pero aquí las lluvias torrenciales son muy frecuentes y muy preocupantes. 

Este cañón se encuentra bajo el suelo, lo cual es a la vez un hándicap pues no ofrece miradores como el cañón del Colorado, pero es lo que le proporciona esa extraña belleza que atrapa a quien tiene la posibilidad de visitar estos pasadizos naturales.

El agua puede inundar en cuestión de minutos todo el cañón.

Parque tribal de Monument Valley

Este gran valle cuenta con obras maestras de piedra arenisca que se elevan a alturas de 120 a 300 metros, enmarcadas por nubes escénicas que proyectan sombras que graciosamente recorren el suelo del desierto. El ángulo del sol acentúa estas formaciones elegantes, proporcionando un paisaje que es simplemente fascinante.

El paisaje abruma, no solo por su belleza sino también por su tamaño. Los frágiles pináculos de roca están rodeados por kilómetros de mesetas y colinas, arbustos y árboles, y arena arrastrada por el viento, que comprenden los magníficos colores del valle. Todo esto se combina armoniosamente para hacer de Monument Valley una experiencia verdaderamente maravillosa.

Rainbow Bridge, lugar sagrado

Con 85 metros de longitud, 10 metros de anchura y 90 metros de altura, es uno de los puentes naturales más grandes del mundo. Este lugar era considerado por los aborígenes americanos como un lugar sagrado.

Se puede llegar al Monumento Nacional Rainbow Bridge a través de dos senderos no aptos para principiantes. Siempre guiados por un experto navajo, estaremos extenuados tanto por la orografía del terreno como por la belleza natural de nuestro entorno. Nos asombrará la falta de señalización en los senderos pero la facilidad con la que el guía navajo sabe leer las señales de piedra que hay a lo largos de los caminos. Es importante saber que una de las condiciones o máximas que se exigen en estas visitas o excursiones es el respeto absoluto por la naturaleza y nuestro entorno bajo multas por ensuciar o estropear de manera dolosa estos parajes.

Uno de los puentes naturales más alto del mundo, el Rainbow Bridge National Monument.