Este pequeño país, de apenas cinco millones de habitantes, fue conocido como la Suiza de Oriente.  A lo largo de la Historia, su geografía montañosa lo convirtió en refugio de minorías culturales y religiosas. La huella de esa gran diversidad sigue presente en la República Libanesa. 

Durante el pasado siglo XX se transformó en refugio de armenios, palestinos e incluso iraquíes, tanto cristianos como musulmanes. Salpicada de mezquitas, grandes iglesias maronitas u ortodoxas y rascacielos modernos, conserva un indiscutible sabor mediterráneo, magnífico y cosmopolita.

El paladar

La abundancia de frutas y verduras frescas constituyen la base de la cocina tradicional libanesa. Los cereales y las legumbres son protagonistas de gran cantidad de platos aderezados con yogures, quesos, pepinos, berenjenas, guisantes, nueces, tomates y, por supuesto, sésamo, que aparece en forma de semillas, aceite o pasta.

Un sano y variado menú del Mare Nostrum, en el que el Humus resulta tan imprescindible como el Kebbah, aunque en este caso la carne de cordero cruda, mezclada con trigo molido y sazonada con cebolla, pueda retraer a algunos paladares occidentales. Para los gustos menos atrevidos el “baba ganush” (berenjena, pasta de sésamo, limón y ajo) puede resultar más fácil de consumir.  

Gruta de Jeita

Hay que adentrarse en las montañas del valle de Nahr El Kalab, a 18 km. al norte de Beirut, la capital libanesa, para descubrir estas espectaculares cavernas repletas de estalactitas, formadas a lo largo de millones de años. Para llegar hasta la entrada es necesario subir a un teleférico o a un pequeño tren turístico.

Observando desde el exterior, nadie adivinaría lo que esconden sus entrañas. La visión es tan impresionante que fue finalista para convertirse en una de las nuevas siete maravillas naturales del mundo.  

Baalbek

Conocida como Heliópolis, la Ciudad del Sol del mundo antiguo, las evocadoras ruinas de Baalbek constituyen el yacimiento arqueológico mejor conservado de Oriente Próximo. A sólo dos horas de Beirut, en el valle de Bekaa, se encuentran las magníficas construcciones romanas, templos erigidos en honor a Baco, Venus y Júpiter.

Biblos

A solo 35 kilómetros de Beirut está localizada la ciudad más antigua del mundo, habitada ininterrumpidamente desde el Neolítico. Construida hace 7.000 años, fue la primera urbe fenicia y uno de los puertos comerciales más importantes durante la edad de bronce, gracias a su posición estratégica. En aquella época, y dadas sus relaciones mercantiles con Egipto, fue uno de los principales exportadores de papiros. Precisamente, la primera Biblia fue creada en esta ciudad.

Centro histórico de Sidón

Sidón fue una importante ciudad fenicia con un gran comercio marítimo. Su centro histórico se extiende detrás de los edificios, frente al puerto. Un fascinante laberinto de zocos abovedados, callejones microscópicos y ruinas medievales que alberga cerca de 60 puntos de interés histórico. Merece la pena perderse y buscarlos, aunque sería recomendable no olvidar el GPS.

Beirut

Los modernos cafés y bares de los barrios beirutíes de Hamra y Gemmayzeh son el lugar perfecto para conocer el ambiente más cosmopolita de Oriente Próximo. Fastuosa y selecta, la capital libanesa es el centro comercial, bancario, financiero y universitario del país.

Podría resultar insólito, en una ciudad árabe, pero Beirut no puede renunciar a su esencia mediterránea. La alegría y la vida nocturna la convierten en la urbe más alegre del Mediterráneo oriental. Ni siquiera las últimas guerras consiguieron amedrentar su “marcha nocturna” de clubs, salas de fiesta y discotecas.

Valle del Qadisha

Se encuentra en lo alto de las regiones montañosas. Sus acantilados y paisajes escarpados sirvieron de refugio a los cristianos maronitas. Los ermitaños encontraron un refugio perfecto, del que dan fe los impresionantes monasterios tallados en la roca. Las magníficas cascadas de este pintoresco valle (Patrimonio Mundial) se esconden en parajes en los que prolifera la naturaleza virgen.

Los Cedros

Puede parecer sorprendente pero los esquiadores también tienen su hueco en el país. Los Cedros está considerada como una de las estaciones de esquí más atractivas del Líbano. Es también la más antigua y la de ambiente más europeo. El pueblo debe su nombre a uno de los últimos bosques de estos aromáticos árboles que jugaron un importante papel en la cultura, el comercio y los ritos del antiguo Oriente. 

*Información de SC Comunicación.