El lugar donde las diferencias parecen convivir en armonía, la metrópoli que se alza como una de las mayores selvas urbanas del mundo con "calles volando sobre calles", como diría Caetano Veloso. En la misma canción, la voz de la bossa nova confiesa: "Esta ciudad me atraviesa". Desde luego, ni la ciudad ni sus habitantes consiguen pasar desapercibidos.

Desde su fundación a mediados del siglo XVI, Río de Janeiro tiene una historia marcada por el centralismo nacional. Incluso hoy, sin ser ya sede del poder político, exporta tendencias y un estilo de vida inconfundible.

En Río de Janeiro, gran parte de la vida social transcurre en las playas, como las mundialmente conocidas de Ipanema y Copacabana. Son los lugares en los que todos los habitantes, turistas y clases sociales, se mezclan. Paseos en bicicleta, caminatas, carreras a la orilla del mar y almuerzos en pequeños y encantadores restaurantes.

Unas actividades que constituyen la rutina cotidiana para el carioca, que recibe a los turistas con naturalidad y simpatía. Dentro de esos hábitos cotidianos, compartidos por propios y extraños, se encuentra el de acompañar el espectáculo de la puesta del sol en el Arpoador. La tradición impone aplaudir a la naturaleza por el bellísimo espectáculo gratuito que proporciona cada día. 

Corcovado

Este "morro" (elevación de tierra no demasiado alta) de 706 metros de altura, alberga una de las siete maravillas del mundo moderno, el Cristo Redentor. Es el símbolo más reconocido de Brasil. La estatua fue inaugurada en 1931, tiene 30 metros de altura y está compuesta por bloques de piedra jabón esculpidos en Francia. Un monumento que puede ser avistado desde, prácticamente, todos los puntos de la ciudad y que, por su parte, proporciona una magnífica vista panorámica sobre Río.

Quinta da Boa Vista

El edificio, de estilo neoclásico, fue la residencia de la familia imperial durante todo el siglo XIX. Desde 1891 alberga al Museo Nacional de Brasil, la más antigua institución científica del país y el mayor museo de historia natural y antropológica de Latinoamérica. 

Parque Nacional de Tijuca

Es el mayor bosque urbano del mundo, corta la ciudad de norte a sur y encierra la Selva de Tijuca. Fue creado en 1861 por el emperador Pedro II para reforestar el área devastada, a causa del cultivo de caña y café. Allí se encuentra la famosa Piedra de la Gávea, una inmensa roca que, desde 1830, recibe gran número de visitantes.

Parque Nacional de Tijuca.

Es un lugar de referencia para los montañeros y además, uno de los mejores lugares para la práctica de vuelo libre. El Mirador Dona Marta forma parte del complejo y posee una vista privilegiada sobre Río de Janeiro.

Jardín Botánico

Creado por el rey Don João VI en 1808, el Jardín Botánico alberga especies raras de la flora brasileña y es un lugar de ocio para niños y adultos. La entrada del jardín recibe al visitante con sus centenarias "palmeiras imperiales". Un poco más adelante, el espectacular "orquideario" exhibe más de 600 especies que sirven de antesala al Jardín Sensorial, un espacio creado especialmente para las personas con deficiencia visual. 

Pan de Azúcar

Una de las postales más famosas del mundo. El Pão de Açúcar ofrece paseos en el tradicional tranvía, escaladas en las rocas de 400 metros de altura, caminatas custodiadas por la naturaleza, vuelos en helicóptero, bares y cafés. Todo, para proporcionar al turista vistas, en 360 grados, de una de las ciudades más bellas del planeta.

Las maravillosas vistas panorámicas de Pan de Azúcar. Río de Janeiro

Isla de Paquetá

La pequeña isla se encuentra en medio de la Bahía de Guanabara, escenario de la ocupación francesa en el siglo XVI. Sus graciosas playas, las edificaciones históricas y los tradicionales paseos en bicicleta y carroza constituyen sus grandes atractivos.

Pero, si de atractivos se trata, el fútbol y la música son las dos grandes pasiones brasileñas. El estadio de Maracanã alberga un museo dedicado al fútbol con un "paseo de la fama" en el que están grabados los pies de los principales jugadores de la historia del país.

Y si la "samba" nació en Bahía fue en Río de Janeiro donde creció. En cada barrio de la ciudad se encuentran ruedas de samba. Un ritmo de raíces africanas, posiblemente angoleñas, que llena el aire y atrae al mundo. Aunque el Carnaval constituye el momento álgido de la samba, los cariocas siguen su ritmo a lo largo de todo el año en bares, en playas y por toda la ciudad.

Amantes de la música, por naturaleza, adoran cantar a su tierra y proclamar sus sentimientos. La bossa nova nació con Tom Jobin y Vinicius frente a la playa, con una guitarra y el paisaje inspirador. Un poco más ruidoso es el funk carioca y, muy distinto, el ritmo de los bailes en "los morros", con danzas sensuales e himnos que exaltan la vida en las favelas. 

Favela es el nombre popular por el que se conocen las chabolas o comunidades más desfavorecidas de Río de Janeiro, la mayoría ubicadas en "los morros". Históricamente dominadas por la violencia y el tráfico de drogas, muchas de ellas son hoy lugares pacíficos que cuentan con unidades de policía comunitaria y atraen a los visitantes en busca del turismo social. La Favela da Rocinha es la mayor comunidad del país, con una población de aproximadamente 100.000 personas. 

Favelas de Río de Janeiro, las zonas más desfavorecidas del país.

Escondites cariocas

Santa Teresa es uno de los lugares más pintorescos de Río de Janeiro. Está ubicado en una colina y alberga innumerables "atelieres", bares y restaurantes que confieren un clima bohemio a sus calles.

El barrio de Bajo Leblon es punto de encuentro de jóvenes desde la década de 1970. Mantiene una intensa vida nocturna con bares y restaurantes de moda. Es en esa parte del barrio donde viven personalidades como el cantante y compositor Caetano Veloso. También, Bajo Gávea y Lapa son zonas de intensa vida nocturna, aunque más marcadas por la bohemia local. 

La Avenida Río Branco es la antigua Avenida Central. Inspirada en los bulevares parisinos es, actualmente, una de las principales vías comerciales de la ciudad. Además, actúa como conexión entre los dos extremos del centro de Río de Janeiro, el obelisco de la Avenida Beira-Mar y la Plaza Mauá, en la zona portuaria.

La "capital de fuegos"

Durante la Noche Vieja, Río de Janeiro se convierte en la capital de los fuegos artificiales. La fiesta comienza temprano, muchas horas antes del cambio de año. Turistas y cariocas se mezclan en la arena de Copacabana en busca de un buen lugar para asistir al espectáculo.

El blanco no es obligatorio, pero es, ciertamente, una preferencia. Devotos de "Iemanjá" dejan flores blancas y saltan las olas. Una manera de agradecer a la Madre de todos los "orixás" (ancestros divinizados africanos, que corresponden a fuerzas de la Naturaleza) por el año que pasó o pidiendo para que interceda por un año mejor. La vida carioca está marcada, cada día, por la misma naturaleza, ritmo y pasión.  

*Información de SC Comunicación.