Hay veces en que las preguntas tienen respuestas tan obvias, que se convierten en preguntas retóricas, fuera este o no el propósito de quien lo planteaba. Y la pregunta con la que titulo este artículo es una de esas. A las mujeres nos matan más en verano.

No hay más que leer las cifras de mujeres asesinadas por violencia de género en época estival para comprobarlo. Y este verano no está siendo una excepción. Es más, ha comenzado antes y con más fuerza.

Cuando suceden estas cosas terribles, siempre me hacen la misma pregunta. ¿Influye el verano en la violencia de género? Y aquí la respuesta ya no es tan obvia. Sobre todo, si la pregunta viene acompañada de un “justifique su respuesta” como en los exámenes.

Prácticamente todos los veranos, esa cifra de la vergüenza de mujeres asesinadas en casos de violencia de género asciende alarmantemente. Y no es por el calor, desde luego.

El calor puede ponernos más irascibles, de peor humor o con mayor tensión, pero en modo alguno puede provocar que un hombre decida algo tan terrible como matar a su pareja o a la mujer que lo fue. Decir lo contrario será una frivolidad.

Lo que provoca ese aumento de asesinatos son otros factores asociados al verano. En primer lugar, el aumento de la convivencia. Cuanto mayor es el tiempo que la pareja pasa junta, mayores son las oportunidades de que ese polvorín que es una situación de violencia machista estalle por una mecha, que, para el maltratador, puede ser cualquier excusa, por nimia que sea.

Eso sí, esa situación latente ha de existir previamente. Es decir, que la convivencia continuada lo que hace es multiplicar las situaciones en que un maltratador puede atacar a su víctima, pero no convierte en maltratador a quien antes no lo era.

El segundo factor vendría dado por el aumento de las situaciones de conflicto. Las vacaciones son momento de poner en marcha medidas relacionadas con la custodia de hijos e hijas, fundamentalmente las entregas y recogidas por motivo de la ejecución del régimen de visitas o el reparto de las vacaciones de las criaturas.

Pues bien, todas las controversias, problemas e incidentes que surjan son otra mecha en el polvorín de la violencia machista preexistente. Y eso, incluye, por desgracia, el riesgo para situaciones de violencia vicaria, la forma más cruel de ejercer violencia de género sobre quien fue la pareja del maltratador.

En tercer término, hay que recordar una estadística que se repite año tras año. El fin de las vacaciones es el momento en que más rupturas conyugales y de pareja se producen, probablemente por ese aumento de la convivencia del que hablaba al principio.

Si cruzamos este dato con otro incontestable, según el cual el momento más peligroso para la vida de una mujer que sufre maltrato es aquel en el que comunica al que puede convertirse en su verdugo la decisión de poner fin a la relación, se cierra el círculo. Y ahí tenemos el tercero de los factores por los que el verano es peligrosísimo para las mujeres que sufren violencia de género.

Como consecuencia de todo esto, deberíamos extraer la conclusión de que hay que extremar las medidas para evitar tan terribles resultados cuando se acerca esa época. Y esa responsabilidad no puede recaer de modo exclusivo en la víctima, que bastante tiene con lo que tiene.

De modo que parecería razonable que, por parte de quien corresponda, se pusieran en marcha campañas para alertar y concienciar sobre ese riesgo. Como se hace, ni más ni menos, con otras situaciones que incrementan su peligro en estío como los accidentes de tráfico o los incendios forestales.

Recordemos aquellos eslóganes que han quedado para siempre en la memoria colectiva como” si bebes, no conduzcas” o “todos contra el fuego”. O los que aludían a materias como el abandono de animales domésticos –“él nunca lo haría”-también especialmente frecuentes en esta época.

Ante esto, yo me hago una pregunta. Si hay campañas con la seguridad vial, con los incendios forestales o con el abandono de animales, que se incrementan en verano ¿Por qué no pasa lo mismo con la violencia de género? Ahí lo dejo