
Asentamientos en el cauce del Turia. Jorge Gil / Europa Press
El pasado fin de semana, mientras la alcaldesa Catalá asistía con solemnidad a los actos religiosos en honor a la Mare de Déu dels Desemparats, su gobierno ordenaba desahuciar a las personas sin hogar que dormían en el Jardín del Turia y el Parc Central. Una paradoja cruel: en nombre de la patrona de los más desfavorecidos, se expulsaba de los espacios públicos a quienes menos tienen.
Este hecho no es aislado. Responde a una estrategia que debería preocuparnos a todos: el desmantelamiento progresivo de los servicios sociales de Valencia que está empujando a mucha gente a malvivir en asentamientos improvisados en la ciudad.
Desde que comenzó este mandato, se han cerrado albergues, paralizado proyectos de alojamiento temporal y bloqueado nuevas iniciativas de acogida. Las ayudas para emergencias habitacionales duran solo 14 días. Y, como si fuera poco, se penaliza con sanciones a quienes no tienen otra opción que dormir en la calle.
Las consecuencias son evidentes. En solo dos años, el número de personas viviendo en asentamientos ha crecido un 21%. Hay menores entre ellas. Barrios como la Creu Coberta o el Cabanyal albergan macroasentamientos indignos de una ciudad moderna y con recursos como Valencia. ¿Qué ha hecho el Ayuntamiento? Nada. O mejor dicho: ha permitido y favorecido este modelo de marginalidad cronificada.
La alcaldesa prometió cuidar de los más vulnerables. Hoy, con los datos en la mano, su gestión está multiplicando los casos de pobreza extrema, está expulsando a las personas sin hogar, silenciándolas y encerrándolas en macroasentamientos improvisados en los márgenes de los barrios periféricos. No podemos normalizar esta forma de gobernar que, con apariencia de orden, esconde una profunda falta de humanidad.
Desde Compromís, exigimos un cambio de rumbo inmediato en la gestión de los servicios sociales. En este caso no se trata de hacer oposición, no se trata de hacer política, sino de proteger a los que menos tienen y defender una idea de ciudad que no deje a nadie atrás.
Porque una Valencia que se dice orgullosa y solidaria no puede mirar hacia otro lado mientras el Ayuntamiento cierra albergues y el número de gente malviviendo en poblados chabolistas se dispara.
Papi Robles es portavoz de Compromís en el Ayuntamiento de Valencia