Gonzalo Gargallo, pastor. À Punt
Gonzalo, pastor, recorre 100 kilómetros entre Aragón y Castellón: "Me cuesta 1.500€ bajar dos tráiler de ovejas"
"Lo veo una profesión muy digna y la verdad es que si lo trabajas se gana uno la vida bien", asegura el aragonés.
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Casi 100 kilómetros separan Aragón de la localidad castellonense de Traiguera. Esa es la distancia que ha recorrido un rebaño de más de 500 ovejas en la ruta ancestral del Baix Maestrat.
Lideradas por Gonzalo Gargallo, un pastor aragonés, recorren durante cuatro días más de veinte kilómetros para que la tradición ancestral de la trashumancia continúe viva en nuestro territorio, una tradición que en muchos puntos se puede llegar a perder.
Son personas como Gonzalo las que consiguen que todavía resista en el tiempo, ya que para él es una "identidad" y una "forma de vivir". "Es un modo de vida y yo casi que lo necesito", afirma en declaraciones a À Punt.
Sin embargo, la tendencia a la baja del número de ganaderos se suma a las dificultades económicas para mantener esta práctica. Para Gonzalo, "la parte más importante es económica". "Bajar dos tráiler de ovejas le cuesta 1.500 euros", asegura.
Sin embargo, eso no le hace desistir en su deseo de mantener viva la tradición y ganarse la vida como pastor. "Lo veo una profesión muy digna y la verdad es que si lo trabajas se gana uno la vida bien", dice.
Y es que pese al aspecto económico, las duras jornadas, el silencio y los sacrificios, Gonzalo elige llevar a cabo su pasión. Además, también encuentra obstáculos como los fitosanitarios. "A veces se han fumigado herbicidas en las carreteras y eso es un peligro para las ovejas, porque alguna puede morir", explica.
En su trayecto le acompaña Juanjo Muñoz, nacido en Forcall. Para él, uno de los principales problemas son los automovilistas, cuando coinciden con las ovejas en la carretera.
Pero al igual que Gonzalo, Juanjo cree que merece la pena el sacrificio. "Es una faena muy gratificante porque estás todo el día en la naturaleza".
De la misma manera advierte de que "es muy esclava", ya que exige dedicación constante, esfuerzo físico y una vida sujeta al ritmo del ganado y de la naturaleza.
Aun así, quienes la practican encuentran en la trashumancia no solo un trabajo, sino una forma de vida que mantiene vivas las tradiciones, refuerza el vínculo con la tierra y preserva un patrimonio cultural que resiste, con esfuerzo y pasión, el paso del tiempo.
Sin embargo, la trashumancia es una tradición que se va perdiendo con los años. Ahora quedan muy pocos ya, afirma Muñoz, que dice que ha llegado a hacer trashumancia con ocho o diez pastores y actualmente quedan solo cinco o seis.