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La agencia de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) ha dado un paso decisivo en la expansión de su infraestructura de vigilancia. Y es que de acuerdo con lo revelado por el sitio especializado TechCrunch, la institución adquirió vehículos equipados con simuladores de torres celulares, dispositivos capaces de interceptar señales telefónicas y rastrear la ubicación de los usuarios en tiempo real. Este hallazgo, respaldado por documentos de contratación pública, ha despertado una fuerte polémica sobre los límites legales y éticos de la vigilancia migratoria en Estados Unidos.

Una tecnología que simula torres telefónicas

De acuerdo con el informe publicado por TechCrunch, ICE destinó más de 825,000 dólares a la compra de unidades móviles que integran estos dispositivos, también conocidos como “Stingrays” o “IMSI catchers”.

Estas herramientas engañan a los teléfonos cercanos haciéndolos creer que se conectan a una torre de red legítima, lo que permite a las autoridades obtener datos de ubicación, interceptar llamadas y capturar metadatos sin necesidad de una conexión directa con las compañías telefónicas.

La operación habría sido ejecutada a través del Homeland Security Investigations (HSI), el brazo de investigación de ICE, bajo el argumento de fortalecer las tareas de inteligencia y persecución del crimen transfronterizo.

Sin embargo, la falta de transparencia sobre los criterios de uso y supervisión judicial ha generado preocupación entre expertos en privacidad y legisladores. Según TechCrunch, los documentos revisados no especifican cómo ni en qué contextos se desplegarán los vehículos con esta tecnología.

Riesgos de privacidad y opacidad institucional

El uso de simuladores de torres celulares no es nuevo en agencias federales, pero su implementación en el ámbito migratorio representa una expansión sin precedentes del poder de vigilancia interna. Estas herramientas pueden captar señales de cualquier dispositivo dentro de su radio de alcance, sin distinguir entre sospechosos, residentes o ciudadanos.

Organizaciones como la Electronic Frontier Foundation (EFF) han advertido que este tipo de dispositivos podrían violar derechos constitucionales al recopilar información personal sin órdenes judiciales previas.

De acuerdo con el propio análisis de TechCrunch, ICE habría evitado detallar públicamente los mecanismos de control interno sobre el uso de estas unidades. La ausencia de lineamientos claros sobre retención de datos, límites geográficos o destrucción de la información recolectada deja abierta la posibilidad de abusos.

Expertos en ciberseguridad consultados por el medio señalaron que esta clase de equipos “funcionan como radares invisibles” capaces de mapear la actividad telefónica de comunidades enteras sin que los usuarios lo perciban.

Otras herramientas en la expansión tecnológica de ICE

Aunque el caso de los simuladores de torres celulares ha concentrado la atención, no es el único frente tecnológico en desarrollo. Según The Guardian, ICE también mantiene acuerdos con Paragon Solutions, una empresa israelí especializada en software de espionaje capaz de vulnerar dispositivos cifrados.

Además, Wired reportó la creación de un centro de monitoreo digital que analiza publicaciones en redes sociales mediante inteligencia artificial, con el objetivo de anticipar flujos migratorios o identificar posibles objetivos de investigación.

Estas medidas, que en conjunto apuntan a una infraestructura de control digital cada vez más sofisticada, colocan a ICE en el centro de un debate crucial sobre la privacidad, el alcance del poder estatal y la seguridad fronteriza.