Carlos Dileo
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Erika Evans, una abogada afroamericana de 35 años, tomó una decisión inesperada en marzo de 2025: renunciar a su puesto en el Departamento de Justicia tras varias semanas de tensiones internas dentro de la Administración de Donald Trump. Su salida no fue silenciosa. En declaraciones públicas, denunció presiones para denunciar a colegas involucrados en actividades de diversidad, un cambio que calificó como “muy extraño” y que, según dijo, terminó por convencerla de que ya no podía formar parte de ese equipo.

Del descontento institucional a la lucha en Seattle

“Sentí como si dijera: ‘Dios mío, este no es el Departamento de Justicia que conozco’”, expresó Evans durante una entrevista con CNN cuando recordó el momento en que comprendió que debía dar un paso al costado.

Pero Evans no se quedó solo en la denuncia. Unas semanas después de dejar su cargo, anunció su candidatura para convertirse en la primera persona afroamericana en liderar la fiscalía municipal de Seattle. Su propuesta gira en torno a temas clave como los derechos civiles, el acceso justo a la vivienda y la defensa de los salarios de los trabajadores. Con una agenda clara y un discurso directo, busca convertirse en una figura transformadora en el sistema judicial local.

Una parte central de su campaña consiste en la creación de unidades especializadas para enfrentar los delitos de odio y la discriminación racial. También prometió actuar con firmeza frente al robo de salarios, una práctica que afecta de forma desproporcionada a las comunidades más vulnerables.

Respaldos clave y una historia familiar inspiradora

La postulación de Erika Evans recibió el respaldo del fiscal general del estado de Washington, Nick Brown, conocido por sus demandas contra decisiones del Gobierno de Trump, como la polémica propuesta de eliminar la ciudadanía por nacimiento. Brown elogió la trayectoria de Evans y su compromiso con la justicia social. Ella, por su parte, declaró: “La fuerza de nuestro país es su diversidad y, cuando eso se ve amenazado, es algo que nos debe preocupar a todos”.

Su compromiso tiene raíces personales. Evans es nieta del legendario velocista olímpico Lee Evans, quien levantó el puño en señal de protesta durante los Juegos de 1968 en Ciudad de México. La imagen de su abuelo con una boina negra y una sonrisa desafiante frente al racismo marcó su vida. “Esas cosas simplemente viven en mi ADN”, afirmó.

Erika Evans representa a una generación de exfuncionarios que decidieron dar el salto a la política local luego de romper con el gobierno federal. Según CNN, más de 50.000 personas se registraron para cargos públicos tras las elecciones de 2024, motivadas por el deseo de incidir directamente en sus comunidades y revertir políticas que consideran regresivas.