El endurecimiento de las políticas migratorias de Donald Trump ha generado una caída histórica de cruces en la frontera entre Estados Unidos y México, sobre todo en la zona de El Paso, Texas. Las medidas como la dura militarización y las deportaciones masivas cambiaron de forma radical el corredor fronterizo, donde antes miles de personas buscaban una nueva vida. Ahora, múltiples de refugios se encuentran vacíos y los migrantes viven con terror.
Trump endurece el control fronterizo en Texas
Las medidas de Donald Trump cambiaron la región de El Paso, Texas. Las cifras de cruces irregulares han caído a niveles nunca antes vistos.
“Los migrantes ya no tienen esperanza”, afirmó Juan Ortíz, activista que solía dejar agua en el desierto, en diálogo con LA Times.
La política de “mano dura” ha resultado en la creación de zonas militares en el sur de Texas y Nuevo México, con miles de soldados desplegados para patrullar el área. Los migrantes detenidos en estas zonas son procesados por invasión de propiedad federal antes de ser entregados a las autoridades migratorias.
Vista panorámica de El Paso, Texas.
Esto ha llevado a muchos a tomar decisiones drásticas como abandonar casos de asilo o separarse de sus familias.
La tensión arruina la economía de la frontera
La crisis golpea a quienes buscan llegar a Estados Unidos, como a las comunidades del lado mexicano. En Ciudad Juárez, los refugios pasaron de alojar a 1,400 personas a apenas 250, según el pastor Francisco González Palacios. Además, las fábricas, que antes ofrecían trabajo a miles, comenzaron a recortar personal ante las amenazas comerciales de Trump.
“Estamos en manos de él”, aseguró Juan Bustos, un obrero mexicano que perdió su empleo, según LA Times.