Carlos Dileo
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Cindy Sheahan, una mujer de 64 años oriunda de Colorado, tomó una de las decisiones más radicales de su vida al abandonar definitivamente Estados Unidos para jubilarse en Europa. Tras décadas de trabajo en el sector inmobiliario, un divorcio y una creciente incomodidad con la cultura armamentista y el clima político del país, optó por buscar una vida más tranquila, económica y feliz. Hoy, asegura que no hay vuelta atrás: “Era imposible vivir allí”, sentenció en una entrevista con Business Insider.

Una jubilación lejos del ruido y la violencia

En 2017, luego de la muerte de varios conocidos y sintiéndose en una encrucijada vital, Cindy decidió viajar fuera de su país para redescubrirse. Tomó una licencia temporal en su trabajo, pero una vez que se vio comiendo platos exóticos, recorriendo templos y viviendo sin el estrés estadounidense, comprendió que no regresaría a su antigua rutina. Poco después, renunció, se divorció de su esposo tras 30 años de matrimonio y comenzó una nueva vida como nómada global.

Durante siete años, Sheahan recorrió casi 50 países, desde destinos exóticos como Camboya, Madagascar o Chipre, hasta ciudades más tradicionales en España, Grecia o Portugal. Pero no fue hasta que conoció Palermo, en la isla italiana de Sicilia, que sintió haber encontrado su “ciudad alma”. El bullicio alegre, la cercanía de los mercados, la comida mediterránea y la seguridad del entorno fueron factores clave para instalarse allí en octubre de 2024.

Cindy eligió vivir en el centro histórico de Palermo, donde puede caminar a casi todos lados: desde catedrales hasta festivales locales. Vive en un departamento amueblado de 100 metros cuadrados, con techos altos, balcones franceses y suelos originales de los años treinta. Paga unos 800 euros mensuales más gastos, una cifra muy inferior al alquiler que solía pagar en Colorado y que ahora alquila a personal médico itinerante.

Una vida sin miedo en un entorno amable

Uno de los motivos más poderosos para no regresar a Estados Unidos fue el miedo constante a la violencia armada. “No hay forma de que vuelva a vivir en un país donde cada día hay un tiroteo y la gente normaliza ese tipo de vida”, afirmó Cindy. En Palermo, en cambio, camina sola de noche sin miedo, incluso cuando regresa de visitar a amigas que viven a media hora de distancia. Esa sensación de seguridad es, para ella, uno de los mayores lujos de su nueva vida.

Además, valora la independencia emocional que ganó desde que vive sola y viaja por su cuenta. Después de haber criado a cuatro hijos, disfruta de decidir sin consultar a nadie, de pasar una hora frente a un cuadro en un museo o de repetir restaurante sin explicaciones. “No tengo que justificarme con nadie”, resumió. La libertad de elegir y el silencio del juicio ajeno fueron pilares en su nuevo estilo de vida.

Una decisión sin arrepentimientos

Cindy no niega que extraña a sus hijos y amigos, pero asegura que todos pueden visitarla y que prefieren hacerlo en Palermo antes que reunirse en un bar de Denver. Siente que superó muchas de las relaciones y rutinas que tenía en Estados Unidos y ganó una nueva red de amistades dentro de la comunidad de expatriados en Italia. “Me siento más viva aquí”, confesó, destacando que cada día descubre algo nuevo en su entorno.

En definitiva, su mudanza no fue solo geográfica, sino existencial. Cambió el estrés, la violencia y el consumismo estadounidense por una vida más sencilla, saludable y feliz en el Mediterráneo. “No era solo una cuestión de presupuesto, sino de valores. Italia me devolvió algo que en Estados Unidos ya había perdido: el gusto por vivir”, cerró.