Una de las pintadas a la altura del actual Hospital Nicolás Peña.

Una de las pintadas a la altura del actual Hospital Nicolás Peña.

Vigo Secreto

Vigo Secreto: La Avenida de Beatriz, la calle con su propia leyenda urbana que nunca existió

En la década de los 60 del siglo pasado, unas pintadas anónimas con este nombre de mujer en una de las arterias en construcción en plena expansión de la ciudad hicieron crecer una leyenda urbana y que, de manera oficiosa, se conociese así esta vía durante un tiempo

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Hay calles que tardan en ser recogidas en el mapa urbano de la ciudad y hay otras que nunca llegan a estar. Pero que no haya rastro cartográfico de ellas, no quiere decir que no hayan existido, al menos, en la historia y cultura popular de la ciudad.

Es el caso de la Avenida de Beatriz, un nombre que, si lo introduces en Google Maps, por ejemplo, no te lleva a ninguna vía de Vigo, tampoco a la Avenida de las Camelias, aunque así fue cómo se conoció la actual calle durante un tiempo, cuando todavía se encontraba en construcción.

Hay que remontarse, en este caso, a 1963. En un Vigo en expansión, los terrenos descampados o todavía rurales eran transformados en nuevas calles y reformulados con cemento; lo que hoy se conoce como "humanización", pero partiendo de cero.

Una de esas arterias en construcción era la actual Avenida de las Camelias, aunque las autoridades locales manejaban otra denominación mucho menos evocadora: Avenida de la Circunvalación. Aunque, la verdad, el nombre nunca llegó a calar entre los vecinos de la ciudad.

Cinco pintadas y múltiples teorías

Para contrariar todavía más a esta insulsa denominación, aparecieron cinco pintadas a lo largo de la vía en obras que decían: "Avenida de Beatriz". En negro, a brocha gorda, nació una leyenda urbana que suscitó múltiples teorías y elucubraciones.

Desde una declaración de amor anónima hasta que era el nombre de una fallecida a la que así recordaba su pareja, pasando por una historia de desamor con la desconocida Beatriz como protagonista.

La leyenda, además, la alimentó el afamado escritor Álvaro Cunqueiro en la columna que tenía en el Faro de Vigo, "El Envés", donde se refirió a las pintadas, poniendo en conocimiento del resto de la ciudad lo que estaba ocurriendo en aquella mal llamada Avenida de la Circunvalación.

De nombre oficioso a ser descartado

De hecho, el nombre de Avenida de Beatriz ganó enteros, no como oficial, pero sí como oficiosa. De hecho, a pesar de que las pintadas fueron borradas, quizá para alejar una posible polémica, el nombre de mujer reapareció con más fuerza: en una placa de mármol. Eso sí, duró poco más de un mes, tras ser destrozada a pedradas por unos vándalos.

Pero lo cierto es que el arraigo del nombre, con la leyenda y el misterio como soporte vital, caló entre los vecinos. Con la nueva aparición, los periódicos volvieron a hacerse eco de la historia, y el nombre de Avenida de Beatriz aparecía como dirección postal de las cartas que llegaban a los vecinos y formaba parte del callejero de los taxistas de Vigo de la época.

El alcalde de la época José Ramón Fontán, ante la tesitura de tener que decantarse por uno de los dos nombres, tomó el camino del medio: plantó camelios y, en consecuencia, la llamó Avenida de las Camelias, como hoy es conocida, aunque tardó años en esquivar la sombra de Beatriz.

Un joven de Becerreá y Cunqueiro como instigador

Hubo que esperar 50 años para resolver el misterio y, así, poner fin a una leyenda urbana que recorría el boca a boca de las calles, entre generaciones pasadas y presentes. Fue en 2013, cuando el autor salía a la luz. Lo hacía en La Voz de Galicia, y a los ingredientes ya llamativos de la historia, se unía el nombre del propio Álvaro Cunqueiro como instigador.

Jesús López Roca, un jubilado de Becerreá (Lugo), le contaba al periodista Jorge Lamas que todo había comenzado en la casa de la familia Ribas, dueños de una fábrica de conservas, en la calle Romil, durante una cena.

Con Cunqueiro entre los comensales, aquella mesa centró la discusión sobre el futuro nombre de "Circunvalación" para la futura calle, próxima al domicilio. El rechazo masivo hizo nacer la idea: Se debería de llamar Beatriz, como una de las hijas de los anfitriones, de 18 años.

Presente Jesús, estudiante de Peritos en ese momento, como un comensal más, fue el elegido, con el hermano de la Beatriz "auténtica", para llevar a cabo la pintada. Cogieron un cubo de pintura negra y espesa de la fábrica familiar y, a las dos de la madrugada, pintaron en cinco lugares diferentes el nuevo nombre: Avenida de Beatriz. Ellos fueron, también, los encargados de, una vez eliminadas las pintadas, colocar la placa de mármol.

Una acción que hoy se tacharía de performance o de viral y que es el reflejo del ingenio global de Cunqueiro y que grabó en un rincón de varias generaciones de vigueses una avenida, la de Beatriz, que nunca existió.