Monumento de los caballos, en la Plaza de España de Vigo.

Monumento de los caballos, en la Plaza de España de Vigo. Treintayseis

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Vigo Secreto: Lo que esconde la escultura de los caballos de la Plaza de España

Instalada en 1991, su autor, el escultor Juan Oliveira, recibió en su casa al alcalde de la época, Manoel Soto, y a varios periodistas para invitarlos a participar en la obra de una manera muy curiosa

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El 30 de abril de 1991 se inauguró la estatua de "Los Caballos", del escultor tudense Juan Oliveira, en la Plaza de España. Bajo el nombre original de Desbandada (os cabalos), la obra, que hace referencia a los caballos salvajes que pastaban por la zona de O Castro, se ha convertido en uno de los monumentos más característicos de Vigo.

Hasta aquella fecha, dos monumentos había coronado la plaza de España: el dedicado a los héroes de la Reconquista, hoy en la plaza de la Independencia, y una fuente luminosa donada por el productor vigués Cesáreo González realizada por el mismo autor de las fuentes luminosas de Montjuic. Esta última fue inaugurada en 1967 para dar paso a los conocidos caballos en 1991.

El estreno estuvo rodeado de polémica, igual que otras estatuas que el alcalde, Manoel Soto, inauguró ese mismo año, como El Sireno o Los Rederos, hoy también parte indispensable de la ciudad. En este caso, varias protestas nada relacionadas con la obra rodearon aquella inauguración, con un gran dispositivo de seguridad; además, desde la oposición se criticó que se hiciese en precampaña de unas elecciones locales que terminarían por desbancar a Soto de la alcaldía.

Una cascada de agua y un rayo

Los Caballos tiene una altura de dieciocho metros y cuarenta toneladas de peso. Quizás, muchos desconozcan que, en origen, una cascada de agua debía caer por las crines de los corceles y que de la boca del primero de los cinco, el que encabeza la trayectoria helicoidal, debía de salir un rayo láser hacia el cielo.

Ninguna de las dos cosas ocurrieron, finalmente. El cañón lumínico, según se dijo en su día, fue prohibido por seguridad aérea; el reguero de agua, se intentó, pero tampoco funcionó por culpa del viento y las numerosas averías.

Pero el secreto mejor guardado y que todavía persiste en la escultura sí que es uno de los grandes secretos que guarda la ciudad. Se trata de las firmas del alcalde Manoel Soto, el concejal de Cultura, Francisco Santomé, y de varios periodistas de la época.

Una visita a casa de Oliveira y una situación surrealista

Los Caballos de Plaza de España, en Vigo.

Los Caballos de Plaza de España, en Vigo. Uvamen / Shutterstock.com

La historia, como narró uno de sus protagonistas, Eduardo Rolland, a este medio, comenzó en una visita que organizó el Concello a la casa-taller de Oliveira, previo condumio en O Cabalo Furado, en Tui, en el que el periodista vigués reconocía que fue "el día que más angulas comió en su vida".

En la casa del escultor, Soto y él presentaron a los periodistas convidados la maqueta en bronce de la estatua que tiempo después se instalaría en la Plaza de España. Pero después se dio un momento surrealista: tras unos chupitos "de todos los colores" que el propio Oliveira elaboraba, el escultor apareció con "una cosa del tamaño de dos balones de rugby", como lo describía Rolland.

Se trataba de los testículos que llevarían los caballos, hechos de bronce; había decidido que los allí presentes inmortalizaran su firma en ellos con un punzón, previo aplique del calor de un soplete para ablandar el material.

Los del primer caballo, comenzando por arriba, se reservaron para los representantes políticos: Soto, uno; el concejal de cultura Francisco Santomé, el otro. A partir de ahí, la línea descendente la siguieron los periodistas. "En el segundo caballo, empezando desde arriba, está mi firma, grabada en bronce", señalaba el periodista vigués, que reconocía que no se ha arriesgado a tratar de localizar su firma, algo poco recomendable dado el complicado acceso en una rotonda de varios carriles y tráfico constante.