Daniel Carpio López, digestólogo en Galicia
Daniel Carpio López, digestólogo en Galicia: "Si tienes diarrea con sangre y urgencia, podría ser EII"
Digestólogo del Complejo Hospitalario de Pontevedra comparte las claves para detectar y tratar la Enfermedad Inflamatoria Intestinal, enfermedad que afecta a más de 27.000 gallegos
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La Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII) es una inflamación crónica del tracto digestivo que engloba a la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn y que afecta a más de 27.000 gallegos. A pesar de los avances, todavía existen importantes retos a nivel asistencial y necesidades no cubiertas.
Según los datos, seis de cada diez pacientes con colitis activa sufren insomnio, y cuatro de cada diez, fatiga. Además, más de la mitad afirma que la enfermedad ha afectado a su carrera profesional, y el 40 % de los pacientes con colitis ulcerosa no alcanza un control adecuado de la enfermedad.
Con el objetivo de impulsar un enfoque más centrado en el paciente, que priorice su calidad de vida y su propia visión de la enfermedad, el doctor Daniel Carpio López, digestólogo del Complejo Hospitalario de Pontevedra, ofreció este 26 de junio una charla en la que presentó un nuevo modelo de tratamiento. Durante el acto, destacó la necesidad de consensuar objetivos terapéuticos exigentes entre médico y paciente.
Desde Treintayseis hemos podido hablar con el doctor Carpio para profundizar en la enfermedad y su impacto real en quienes la padecen.
¿Cómo definiría la EII y en qué se diferencia de otras patologías digestivas?
La colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn son enfermedades inflamatorias crónicas de causa desconocida. La diferencia principal es anatómica: mientras que la colitis afecta solo al colon, la enfermedad de Crohn puede aparecer en cualquier parte del tubo digestivo. Y, a diferencia de otras patologías digestivas, estas generan una inflamación persistente.
¿Cuál es el perfil típico del paciente?
Aunque puede afectar a cualquier persona, la mayoría de los diagnósticos se dan entre los 15 y los 40 años.
¿Cuáles son los principales síntomas?
Los más frecuentes son diarrea con sangre, urgencia defecatoria, dolor abdominal y tenesmo (sensación constante de necesidad de defecar). Además, hasta un 30 % de los pacientes presentan manifestaciones extraintestinales, que pueden afectar a la piel, las articulaciones o los ojos.
El diagnóstico se confirma habitualmente mediante colonoscopia con biopsia.
Si hay cada vez más tratamientos, ¿por qué más del 40 % de los pacientes no logran controlar la enfermedad?
Es un dato llamativo. Aunque contamos con más opciones terapéuticas que nunca, no existe un fármaco 100 % eficaz, y muchos pacientes no responden adecuadamente.
Además, sigue existiendo un uso excesivo de corticoides, que alivian los síntomas a corto plazo, pero no controlan la enfermedad de forma sostenida.
Hay también un grupo de pacientes que, aunque clínicamente estén controlados, siguen sufriendo fatiga crónica, ansiedad o depresión, lo que afecta gravemente a su calidad de vida.
Precisamente, parece que existe una relación entre la EII y la ansiedad y la depresión. ¿Hay alguna causa que relacione estas dos patologías?
Sí. La enfermedad afecta notablemente al día a día del paciente, y la incertidumbre sobre cuándo aparecerá un brote incrementa la carga emocional. Además, se ha demostrado científicamente la existencia de un eje intestino-cerebro, lo que sugiere una conexión bidireccional entre salud intestinal y bienestar psicológico.
Por eso es fundamental tratar también el componente emocional, ya que una peor salud mental se asocia con un peor control de la enfermedad.
También afecta al ámbito laboral
Sin duda. Es una enfermedad que repercute en todas las esferas: física, emocional, social, académica y laboral. La diarrea, la urgencia defecatoria y la fatiga limitan muchas veces la posibilidad de mantener una rutina normal y realizar actividades cotidianas.
Usted defiende un enfoque más centrado en el paciente. ¿Cómo se puede aplicar en la práctica?
Hoy nuestros objetivos terapéuticos son más ambiciosos: ya no basta con controlar los síntomas, buscamos la cicatrización mucosa, es decir, eliminar la inflamación y las úlceras.
El siguiente paso es lograr que el paciente recupere su calidad de vida. Para ello, necesitamos información directa sobre cómo la enfermedad afecta a su día a día. Existen cuestionarios específicos que nos ayudan a detectar fatiga, depresión u otros síntomas no visibles en una analítica, y así poder actuar más allá de lo puramente clínico.
Uno de esos cuestionarios son los PROs (Patient-Reported Outcomes). ¿Qué papel juegan en el tratamiento de los pacientes?
Son herramientas clave. Los PROs son cuestionarios que rellena directamente el paciente, donde indica cómo se siente y cómo le afecta la enfermedad, sin intervención del médico.
Gracias a ellos, podemos detectar problemas que no se ven en una exploración y adaptar el tratamiento con un enfoque más completo. Su uso está creciendo y, sin duda, van a transformar la forma de tratar enfermedades crónicas como la EII.