Restaurante de Alcabre, en Vigo, con 60 años de historia
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El restaurante de Vigo con 60 años de historia donde comer el mejor churrasco a pie de playa
Desde hace casi dos décadas, esta tradicional taberna familiar se ha convertido en una referencia para los amantes de los callos, las sardiñadas y el churrasco
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Fina no lo recuerda con detalle, no sabe si fue en el año 1964 o en el 1965 cuando su familia se mudó de As Travesas a Alcabre. Allí, al lado del antiguo matadero de Vigo, establecieron su hogar y su principal fuente de ingresos: una tradicional taberna familiar que destacaba por sus callos y ahora por su churrasco.
"Yo llorando por una esquina y mi suegra por la otra", recuerda la cocinera, ya jubilada, que asegura que la única que estaba feliz era su hija recién nacida.
Entonces, su marido transportaba y vendía las pieles del matadero a almacenes de la comarca. Ellas, en cambio, se quedaban en su local, el Bar O Muíño de Alcabre, ofreciendo comida y bebida a los trabajadores de la zona.
"Nos quedábamos mirando la una para la otra, porque esto estaba muy desacreditado", afirma Fina, que recuerda que apenas pasaban un par de vecinos y la zona no contaba prácticamente con iluminación.
Los callos fueron el primer plato estrella de O Muíño. Los trabajadores devoraban las comidas que preparaba Fina y su suegra, mientras que los bañistas disfrutaban del vino de la taberna con comida que traían de sus casas.
Entrada del Bar O Muíño, en Alcabre
O Muíño creció de la mano de Alcabre
Desde entonces, O Muíño fue creciendo poco a poco. Cada vez atendían a más comensales, pero Fina guarda un especial cariño a la cuadrilla que se pasaba las tardes tomando café y jugando la partida durante los primeros años. Gracias a ellos pudieron mantener el negocio durante los complicados primeros años.
Casi 40 años más tarde, en el año 2002, se inauguró el Museo do Mar. Durante su construcción, en los 90, pasaron de dar de comer a los trabajadores del matadero a ofrecer sus callos a los obreros del nuevo espacio expositivo olívico.
"Cuando yo era pequeño, recuerdo que se abría solo para darle de comer a los obreros. Esto estaba bastante muerto hasta que yo tenía 16 años", explica su nieto, Miguel, que lleva trabajando en el restaurante familiar desde que es adolescente.
Además, los vigueses acudían con más asiduidad a las playas de Alcabre, que se convirtió en uno de los barrios con más casas de lujo. El Pazo de Los Escudos fue otro de los grandes reclamos tras su inauguración como el primer hotel de cinco estrellas de la ciudad en el año 2005.
Vista exterior del Pazo Los Escudos Vigo
Así, Alcabre revitalizó su litoral y O Muíño se benefició de ello. Carne asada, oreja, morro, empanadillas y estofados fueron ampliando la carta que cocinaba Fina con ayuda de su familia y un par de trabajadores.
O Muíño, referencia de Vigo
Fina se jubiló y su hijo, José, decidió hacerse cargo del negocio familiar. Explica a Treintayseis que heredó el restaurante para demostrarle a su hijo que trabajaba.
"Lo cogió para joderme a mi, para hacerme trabajar", bromea Miguel, que a sus 28 años está esperando su primer hijo. "Era quinqui, pero quinqui", sigue el chascarrillo José, mientras Fina apunta por debajo que su nieto es "una joya".
En el 2007, José se puso al mando de O Muíño, en plena crisis inmobiliaria. De hecho, temieron muchos años por la pervivencia del negocio, ya que los terrenos pertenecían a un fondo que quebró en aquella época.
Cartel a la entrada de O Muíño, en Alcabre
Entonces, un amigo suyo perdió su trabajo en la ribera y le ofreció preparar sardiñadas en su local. Un día no había pescado y decidieron cocinar churrasco.
Fue tal el éxito desde entonces, que no hay noche del fin de semana que no llenen su terraza de madera durante el verano. "Mi hijo lo cogió y esto creció como la espuma", afirma Fina, orgullosa por cómo su familia continúa con su legado.
Futuro asegurado
Con los terrenos ya en su propiedad, el futuro de O Muíño está asegurado por padre e hijo. Eso sí, no hay día que la abuela no pase por Alcabre para "controlar el cotarro".
Además, cuentan con clientes que pasan cada verano por allí y poco a poco siguen invirtiendo. Este año han abierto un nuevo espacio cubierto donde se situaba un almacén para acoger a más comensales. Allí hay dos murales con fotos antiguas de Alcabre.
También cuentan con una heladería para atraer a los centenares de bañistas que se asoman a las playas de Alcabre durante los meses de julio y agosto.
Fina y su nieto, Miguel
Ahora bien, Miguel admite que no está interesado en los peregrinos que pasan por su puerta cada día. Asegura que su ticket medio supone la mitad de beneficio que el de un cliente local, que viene con más presupuesto.
"Aquí en Vigo no nos hace falta que pase el Camino, porque al final el turismo te va a venir igual", argumenta el nieto de la familia, que considera que la ruta jacobea debería pasar por lugares menos visitados.