Del mercado inmobiliario a reinar en Churruca, en Vigo,  con la Sala Kominsky

Del mercado inmobiliario a reinar en Churruca, en Vigo, con la Sala Kominsky

Vivir

Conciertos, foliadas, poesía, teatro... El 'sí a todo' de la Sala Kominsky, en Vigo

De martes a sábados, con una programación que lo abarca todo. En la Sala Kominsky hay Dj’s y conciertos, sí, pero también foliadas, recitales de poesía, espectáculos de magia y una oportunidad para quien presente una propuesta. El secreto de su éxito lo revela Ana, la propietaria: esta es su casa y aquí no se le dice que no a nada.  

Te puede interesar: ¿Cuál es el SoHo de Vigo? Este barrio le gana la partida al casco histórico

 

Publicada
Actualizada

Ana Belén Magdalena -Ana para los amigos- compaginaba su trabajo en el sector inmobiliario con diferentes iniciativas culturales. Así fue durante siete años, hasta que se percató de que sus dos mundos eran incompatibles. En junio de 2018 dejó la inmobiliaria. Lo hizo decidida a agotar sus dos años de paro, pero cuando comenzaba a disfrutarlos, en el mes de agosto, cambió de idea

Su amiga Marya -propietaria del Tinta Negra-  y su socio iban a dejar un local en el número 3 de la rúa Irmandiños, en Churruca. Ana se enteró de todo esto en las fiestas de Cangas, y allí, en una terraza, concluyó que quizá eso era lo que quería ser de mayor. Pidió quedarse con el espacio, capitalizó el paro que había acumulado y, en el mes de octubre, abrió por primera vez las puertas de un lugar que no tardó mucho en convertir en hogar. 

Necesitaba un nombre, “es por Aline Kominsky, que es una ilustradora de cómics. Yo realmente llegué a ella porque soy ultra fan de Robert Crumb, que era su marido. Una amiga me habló mucho de la importancia del naming y empecé a hacer como una batalla de nombres. Pensaba, tiene que ser algo con lo que me sienta cómoda porque es mi casa. Entonces, ¿cómo le voy a llamar, La Cueva? No. Y de repente se me metió en la cabeza lo de Kominsky, que es el apellido de ella. Es una crack, una feminista súper agresiva, una tía muy potente”, explica Ana. 

Qué tiene de especial la Sala Kominsky

La Sala Kominsky celebró el pasado mes de octubre su sexto cumpleaños. Para concretar qué es lo que la que la diferencia y la posiciona como uno de los locales de referencia en el área de Churruca debemos diferenciar entre continente y contenido

Por un lado está el espacio, un local de 80 metros cuadrados. Un lugar cambiante, versátil, vivo. “Yo al principio tenía mesitas dentro, pues me planteé tener café y toda la vaina. Luego el medio te va enseñando…” afirma Ana. Ahora que las mesas han desaparecido, lo primero que llama la atención al entrar es la decoración.

Al fondo, tras el escenario, unas letras amarillas resaltan en la pared negra: ‘Kominsky’. “Las letras están basadas en cómics de Aline Kominsky, una amiga sacó la tipografía. Y de repente el color era el amarillo, esto fueron Avi y Marta, que fueron inicialmente responsables un poco de la estética. Avi también hizo los murales que hay detrás de la barra. El de la pared de enfrente intento cambiarlo cada año; en un principio lo hacía con muralistas vigueses, pero después, a raíz de las fritangas -Fritanga Sessions, jams musicales abiertas a todo el mundo-, que son ya un poco locas, hicimos alguna que era de pintura y se juntaron aquí hasta 18 artistas pintando a la vez un poco lo que les salía en el momento”. 

Unas butacas llegadas desde el rastro, una tele antigua que alguien donó y una pared que tuvo que adaptarse a las circunstancias: “Aquello también eran cuadros originales. Los tenía colgados y pegados con cola, pero ni así. Me los fueron robando y al final, lo que hicimos fue quitarlos todos porque se los llevaban cada fin de semana. Los pintamos, de hecho, hay un post-it pintado también que pone «a ver si ahora eres capaz de llevártelos»”.

 Por otro lado, está el contenido, lo que pasa en el local, que no hay una etiqueta que sirva para abarcarlo. En la Kominsky sucede, simplemente, de todo. Yo cuando abrí pensé, me mola la música en directo y a mí me gusta mucho la música garage rock y el punk. Pero desde entonces me han ido pasando como 8 millones de cosas. Realmente fue el ambiente que se creó de la propia gente que viene, que te va proponiendo cosas. Siempre tuve la premisa de no decir que ‘no’ a nada, por lo menos probar” explica Ana.

Y con esa máxima de probarlo todo, por la Kominsky han pasado las jams, las fiestas de reggae, las de electrónica, teatro, danza, recitales de poesía, foliadas, conciertos, espectáculos de magia, y hasta alguna que otra propuesta para público infantil. “La idea fue no decir que ‘no’ a nada porque básicamente esta es mi casa. Y no he hecho exposiciones porque esto es una cueva, pero quitando exposiciones, todo lo que se pueda hacer me parece importante por mi crecimiento personal, es un poco de egoísmo”. 

Muy lejos del egoísmo está lo que Ana ofrece a todo el que propone desarrollar algo en su local: una oportunidad. No hacen falta avales, ni siquiera experiencia previa. Ana entrega confianza, cree en lo que hacen los artistas y les apoya para visibilizar su trabajo. “Siempre me jodió que gente joven no tenga un sitio donde ir a proponer su primer concierto o su obra. Ha pasado en estos años, gente que ha pasado por aquí, que luego han crecido mucho. Yo este año, con el festival de Teatro Gorrilla en Bouzas, lloré, de orgullo. Porque pasaron mucho por aquí y verles allí con todo aquello me hizo mucha ilusión. Les abracé y hablamos de lo que se puede hacer con oportunidades. Esto lo consiguieron ellos solitos”.

La Sala Komisky abre de martes a sábados, de 20:00 horas a cierre, con entrada libre -excepto en eventos concretos-. Cuenta con un DJ diferente cada noche, salvo Dj Rapante, que en este momento pincha dos días por semana. Cada mes tratan de compartir la programación; no siempre sucede, pero cuando lo logran, lo hacen con un cartel que también forma parte de la identidad de la sala. “La idea inicial era que los hiciesen artistas vigueses, cada mes uno diferente. Pero yo nunca llegaba con los plazos. No recuerdo cuándo empezó, pero una vez que no llegué, para salvar la papeleta, hice un cartel yo, muy cutre. A la gente le hizo muchísima gracia y la cosa ha ido creciendo; servilletas, papeles de otra cosa, la foto de Comunión… Es una movida, a mí me da la risa y vergüenza a la vez”, confiesa Ana.

Lo mejor de la Sala Kominsky

Mucho más allá del local y de la programación, lo que realmente enorgullece a Ana, la propietaria, es la comunidad que se ha creado en la Sala Kominsky, “no sólo con los artistas o con las personas que trabajan aquí, que por supuesto, es también la gente que viene, los clientes entre ellos. Gente que se ha conocido aquí, personas de todas las edades que se encuentran aquí todas las semanas porque vuelven… Mira, para mí es fácil tener el cartel de «Espazo libre de violencias machistas» ahí pegado, pero que la gente tenga la confianza de acercarse a la barra si está incómoda, que la gente se sienta segura, que sienta esto como su casa, que lo viva, que defienda esto como si fuese suyo, es increíble. Lo mejor que he vivido aquí es el amor de la gente”.