Juan Carlos Pérez. fundador y CEO de Aldealista.
Juan Carlos Pérez: "El rural no es un lugar que haya que 'salvar', sino un lugar que puede salvarnos"
El emprendedor gallego Emilio Froján entrevista al fundador y CEO de Aldealista, el 'Tinder' del rural y que ya tiene impacto en 52 países
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Su vida cambió cuando su abuela le dijo: "Arreglas el mundo fuera, pero ¿qué haces por tu tierra?".
Su proyecto no solo tiene el objetivo de que la gente decida quedarse en el rural sino también de atraer nuevos "aldealistas" presentes ya en 52 países.
El impacto lo mide por "cada familia que se censa en una aldea, por cada bar rural que reabre, por cada casa restaurada que vuelve a tener luz y risas dentro".
Desde una pequeña aldea, Castiñeiro, del Concello de San Xoán de Río; Juan Carlos ha logrado imponerse en la mayor "competición" de emprendimiento social celebrada en España hasta la fecha, la Social Impact Cup.
Hoy vamos a conocer más este proyecto que busca revitalizar lo que parecía condenado al olvido.
¿Cuándo empezaste a creer que el rural no era un problema que "resolver" sino una oportunidad que "activar"? ¿Qué cambió en tu perspectiva?
Todo cambió el día que regresé a mi aldea, Castiñeiro, después de vivir en Noruega. Mi abuela me dijo: "Arreglas el mundo fuera, pero ¿qué haces por tu tierra?". Esa frase me atravesó. Entendí que el rural no necesitaba compasión, sino visión.
No es un lugar que haya que "salvar", sino un lugar que puede salvarnos si lo activamos con inteligencia, con vivienda, con empleo y con comunidad.
"Que la gente elija quedarse" —eso es diferente a "obligar a la gente a quedarse". ¿Cuál es el balance entre crear oportunidades reales versus vender un sueño?
Nosotros no vendemos un sueño, creamos condiciones reales para vivirlo.
Si una persona puede probar la vida rural con una Rural Bar Box, conocer el pueblo, ver si hay empleo y vivienda, y sentirse parte… entonces la elección es libre y consciente.
El reto no es convencer a la gente de que se quede, sino hacer que quiera quedarse.
La brecha digital existe, pero ¿cuál es el verdadero problema: infraestructura o mentalidad?
Hoy, el 90 % de las aldeas tiene cobertura. El problema no es solo de fibra óptica, es de fibra mental.
Durante décadas se nos ha enseñado que el éxito está lejos del campo. Tenemos que cambiar el relato: el rural no es un lugar donde "no pasa nada", sino donde todo puede volver a empezar.
La tecnología está, pero necesitamos cambiar la mentalidad colectiva que asocia lo rural con atraso, cuando es futuro.
¿Cómo mides el impacto real?
Con personas.
Por cada familia que se censó, por cada bar rural que reabre, por cada casa restaurada que vuelve a tener luz y risas dentro.
Medimos impacto económico, pero sobre todo humano: más familias, más empleo, más orgullo local.
Nuestro indicador más potente es ver niños volver al colegio del pueblo. Eso no lo mide el PIB, pero lo cambia todo.
¿Cuál es el pueblo o territorio que más te ha sorprendido? Uno donde creíste que no había nada y resultó tener un potencial increíble.
Paredes de Nava, en Palencia, y Benarrabá, en Málaga.
Dos pueblos muy distintos, pero con algo en común: liderazgo y visión.
Paredes de Nava me sorprendió por su capacidad para convertir la historia y la cultura en una estrategia de futuro. Han sabido unir arte, patrimonio y vivienda como motores de repoblación.
Y Benarrabá, en la Serranía de Ronda, me impresionó por su apuesta real por la digitalización rural y la gestión activa del territorio. Allí el monte se gestiona como un recurso, no como un problema.
Ambos demuestran que el cambio no depende del tamaño del pueblo, sino del tamaño de las ideas.
Tu modelo conecta personas con territorios. Pero ¿qué pasa si la economía local no tiene capacidad de crear empleos reales? ¿Hay un plan para eso?
Sí, claro. Pero el problema no es la falta de economía, sino la falta de proyecto.
Muchos pueblos no generan empleo porque llevan décadas desconectados de sus propios recursos.
En Aldealista trabajamos justo ahí: ayudamos a activar nuevas economías ligadas al territorio, transformando lo que ya existe —la piedra, la madera, la pizarra, los montes, los productos locales— en oportunidades reales de emprendimiento.
Creamos proyectos donde se puede vivir y trabajar: talleres de oficios, pequeñas agroindustrias, turismo generativo o servicios rurales compartidos.
El empleo no siempre tiene que venir de fuera; puede nacer del propio paisaje, si hay acompañamiento, visión y comunidad.
Nuestro trabajo es demostrar que cuando un pueblo recupera su propósito, también recupera su economía.
¿Cómo compites con la narrativa de "estudia, vete a la ciudad, triunfa"? Eso lleva 50 años ganándole al rural.
Cambiando el relato por uno más aspiracional: "Triunfa donde vivas bien".
El éxito no tiene que ver con el código postal, sino con la calidad de vida.
Hoy muchos jóvenes quieren propósito, naturaleza y comunidad. El problema no es que se fueran, es que no sabían que podían volver.
Nuestro trabajo es mostrar que el rural no es el pasado, es la siguiente oportunidad.
¿Alguna vez has tenido que decir que NO a una oportunidad de crecimiento porque iba contra el propósito?
Sí, varias.
A veces llegan propuestas para crecer rápido, pero vaciando de sentido el proyecto.
Aldealista no es un marketplace ni una inmobiliaria. Es una ImpacTech.
Si algo no suma al propósito de "restaurar casas y restaurar vidas", decimos no.
El propósito es nuestro GPS. Si lo pierdes, te conviertes en uno más.
Recientemente ganasteis la Impact Social Cup, el certamen de emprendimiento de impacto más importante de España. ¿Qué vais a hacer con el premio de los 40.000 euros?
Vamos a restaurar una palleira, un antiguo pajar, por lo que representa.
Porque en esa palabra está todo nuestro propósito: recuperar lo que parecía sin valor y transformarlo en futuro.
Una palleira no es solo una construcción; es el símbolo de un pueblo que vuelve a tener vida, de una historia que se reactiva.
Queremos acelerar nuestro programa "Suscríbete a un Pueblo", donde cualquier persona pueda vivir, trabajar y emprender en el rural desde una suscripción asequible.
Ese será el verdadero premio: convertir un trozo de piedra abandonada en una nueva oportunidad de vida.