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¿Por qué Vilagarcía de Arousa llegó a tener hasta 16 consulados a lo largo de su historia?

La capital arousana alcanzó una gran relevancia a partir del siglo XIX a raíz de las relaciones comerciales a nivel internacional que empezaron a forjarse a través de su puerto e industria
Puerto de Vilagarcía de Arousa.
Puerto de Vilagarcía de Arousa.

En la zona más al norte de la comarca do Salnés, Vilagarcía de Arousa conforma uno de los destinos más populares y activos de las Rías Baixas. Lo cierto es que esta pequeña urbe del sur de Galicia todavía mantiene una fuerte vinculación con su pasado marítimo, si bien su clara vocación turística e industrial de las últimas décadas han hecho a la localidad crecer hasta convertirse en una auténtica ciudad. De hecho, resulta especialmente llamativo el hecho de que la actual capital arousana llegase a tener a lo largo de su historia hasta 16 consulados, entre ellos legaciones de Gran Bretaña, Francia, Argentina o Brasil. Una muestra clara de la importancia y el peso que este pujante municipio alcanzó ―y todavía alcanza― en la comarca do Salnés. 

El nacimiento del antiguo burgo marinero de Vilagarcía de Arousa se sitúa en torno al siglo XV, época en la que fue fundado y explotado por un hidalgo llamado García-Caaamaño, al cual la localidad arousana debe también su topónimo. Con todo, la tradición marítima de la villa se remonta a tiempos mucho más lejanos. Por su situación geográfica al fondo de la ría de Arousa, esta población logró una gran trascendencia sobre todo a partir del siglo XIX, momento en el que se empieza a generar un mayor tráfico marítimo-comercial en torno al muelle de Vilagarcía de Arousa, o más bien alrededor del de Carril, ya que en realidad era este uno de los puerto gallegos más destacados en el comercio exterior durante la primera mitad del siglo XIX. No sería hasta el año 1893 que empezarían las obras de construcción del puerto de Vilagarcía, propiciando al poco tiempo la pérdida de protagonismo de su antecesor y el despegue del nuevo núcleo marinero en los primeros años del siglo XX. En cualquier caso, fueron estas intensas relaciones internacionales a través del puerto y la industria la principal causa por la que Vilagarcía de Arousa empezó a sumar un gran número de consulados a su territorio. 

De villa marinera a gran urbe del Salnés

Puerto de Carril, Vilagarcía de Arousa. Foto: Shutterstock

De origen marinero y futuro industrial, Vilagarcía de Arousa se convirtió entre finales de siglo XIX y principios del XX en un lugar de destino para líneas nacionales e internacionales de negocios, especialmente en el ámbito de la salgadura, las conservas, la industria maderera y del metal. Con todo, y más allá de los representantes sobre el terreno de las diferentes compañías, estas estrechas relaciones comerciales obligaron a los gobiernos a abrir distintas sedes diplomáticas en la villa. También la emigración supuso un factor importante a la hora de que esta pequeña población gallega llegase a tener cerca de una veintena de consulados en toda su historia, pues el goteo constante de personas llegadas de países como Argentina, Uruguay, Brasil, México, Chile o Cuba hizo necesaria la presencia de todas estas legaciones.  

Por su parte, la llegada del ferrocarril a este rincón de las Rías Baixas también resultó ser clave a la hora de estrechar lazos comerciales con otros países, especialmente con Gran Bretaña. Es importante destacar que cuando se estaba estudiando la llegada del tren a Galicia por primera vez se barajaron diferentes opciones, aunque finalmente el trayecto Santiago-Carril fue el seleccionado. Además, a raíz de distintas circunstancias ―principalmente económicas― la gestión de este primer ferrocarril en la región quedó en manos de una compañía inglesa (The West Galician Railway Company) dirigida por John Truclock, abuelo del afamado escritor Camilo José Cela. 

Lo cierto es que ya desde el siglo XVIII aparece documentada la apertura de varios consulados y viceconsulados entre las villas de Carril y Vilagarcía, algunos de ellos sin ni siquiera haber llegado a tener una destacada relación comercial o migratoria. Según apunta el médico e historiador valenciano Víctor Viana, el primer consulado que existió en la localidad arousana fue el de Rusia en el año 1780. Por orden cronológico, más tarde se sumarían al callejero local también los de Portugal (1790), Dinamarca (1797), Inglaterra (1813), Francia (1817), Argentina, Uruguay, Suecia y Noruega (todos ellos en 1858), Estados Unidos (1875), Nicaragua (1879), Alemania (1880), Brasil (1898), Chile (1902), República Dominicana y México (en 1905) y por último, Cuba (1908). Por aquel entonces las embajadas estaban gestionadas y representadas por agentes de aduanas o empresarios de gran relevancia de la propia villa.

La relevancia del consulado inglés

Partido Flota inglesa- Vilagarcía, antiguo campo de A Xunqueira (principios siglosXX). Foto: Fotos antiguas de Vilagarcía

De entre todos los consulados que existieron a lo largo de la historia en Vilagarcía de Arousa, el consulado inglés fue sin lugar a dudas uno de los más importantes. De hecho, la legación en cuestión llegó a tener varias localizaciones a lo largo del tiempo, tales como el Pazo de Vista Alegre, una majestuosa casona situada en las proximidades del antiguo balneario del arenal de Compostela y un edificio pegado al consulado de Chile en el Ramal. La vinculación de la ciudad arousana con Gran Bretaña se remonta a hace más de dos siglos, pero sobre todo a unos años en los que las visitas de la Royal Navy eran muy frecuentes, especialmente entre 1874 y 1934.

El contacto entre la capital arousana e Inglaterra resultó muy fluido durante varios largos años, en parte gracias a esa extensa tradición de relaciones marítimas y culturales que fueron surgiendo entre los siglos XIX y XX. De esa estrecha relación con los visitantes extranjeros surgió todo un legado social, cultural y económico que a día de hoy conforma una de las razones por las que los vilagarcianos son todavía conocidos como los "ingleses" en toda la comarca do Salnés. 

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