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La Cruz de O Castro: el monumento más polémico de Vigo que resiste al tiempo y al derribo

Símbolo franquista inaugurado en 1961, fue desprovisto de su simbología para quedarse como elemento religioso. Pero para muchos sigue vinculado a la exaltación del régimen pre constitucional, aunque ha salido indemne de todos los intentos de que desaparezca
Imágenes de la Cruz de O Castro durante diferentes épocas.
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Imágenes de la Cruz de O Castro durante diferentes épocas.
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Se trata de uno de los símbolos más visibles de la ciudad de Vigo, por tamaño y ubicación, y también uno de los más polémicos. Si estatuas como las de los Rederos o el Sireno generaron polémica en su momento por "mostrar desnudez" o por su estética, la Cruz de O Castro lo ha sido por su simbología.

Hasta hoy, este símbolo franquista ha sorteado los intentos por derribarlo o trasladarlo de lugar, levantado en una de las laderas de O Castro y desde el Concello de Vigo se ha defendido su mantenimiento como símbolo religioso, no político. Ahora, de nuevo se sitúa en el punto de mira para que sea eliminado del paisaje vigués.

En este caso, ha sido el ex presidente de la Comisión pola Recuperación da Memoria Histórica de A Coruña y ex concelleiro del BNG entre 2003 y 2007 en el concello herculino, Manuel Monge. En un escrito dirigido al Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo, le ha solicitado que inste a los ayuntamientos de Vigo, Neda (A Coruña) y Dueñas (Palencia) a retirar las "cruces de los caídos" en estos municipios, en cumplimiento de la ley.

Además, que inste también a Pedro Sánchez, como secretario general del PSOE, a tomar medidas al tratarse de municipios gobernados por su partido. Un Pedro Sánchez que, ha asegurado Monge, dirigió una carta a su familia, en respuesta a una misiva anterior, en la que señalaba que la nueva ley de Memoria Democrática "ilegaliza todas las manifestaciones públicas de exaltación al franquismo, desde monumentos y placas hasta topónimos y nombres de vías públicas" y que las administraciones y particulares que no lo cumplan serán objeto de sanción.

Cruz del monte de O Castro, en Vigo. Foto: Shutterstock

Más de 60 años de vida

Inaugurada el 14 de septiembre de 1961 por Franco, fue una de las muchas que el dictador mandó levantar por toda España a propuesta de la Falange. Esta, en concreto, estuvo dedicada a los 330 muertos del bando franquista que lucharon en la Guerra Civil. La gran cruz de piedra, de 12 metros de altura, incluía dos coronas de laurel, el escudo de Vigo y el preconstitucional de España, los emblemas de Falange y Requeté y la inscripción: "Caídos por Dios y por España. ¡Presentes! 1936-1939".

Tras la muerte del dictador, se añadió en 1981 por acuerdo unánime del Concello de Vigo, una placa "Por los muertos de la Guerra Civil 1936-1939", tratando de eliminar el vínculo fascista ampliando a todas las víctimas de aquella batalla fratricida y fijando la idea de "no hay vencedores ni vencidos".

A día de hoy, la cruz ha ido siendo desprovista de todo tipo de elementos para dejar atrás su simbolismo político referido al franquismo y que permanezca tan solo el religioso. Eso sí, ha seguido siendo objeto de actos vandálicos que recuerdan sus vínculos con la etapa preconstitucional.

Situada en una de las laderas de O Castro, la que desemboca en la Avenida de las Camelias, se encuentra en el trayecto de la gran escalinata que permite subir hasta la cima del monte sobre el que gira la ciudad. Su situación es privilegiada, mirando hacia el edificio del Concello y de la ría de Vigo. Pero su todavía existencia en la ciudad es, para muchos, un símbolo del franquismo pasado que debería de ser derribado o, al menos, trasladado.

Primero intentos de derruirla

De hecho, desde la llegada de la democracia, has sido varios los intentos de derruir la cruz. La primera, en 1980, cuando el Partido Comunista de Galicia lo solicitó a través de 3 concejales, aunque nunca llegó a debatirse en el pleno. Tras la placa en recuerdo de todas las víctimas instalada en 1981 por el gobierno de Manoel Soto, cayó en el olvido durante más de 20 años; más bien, desapareció del foco.

En 2006, la sesión ordinaria del Pleno del Concello celebrada el 27 de febrero aprobó por unanimidad la moción formulada por la concelleira del Grupo municipal del BNG, Margarida Martins Vilanova, para la retirada de la simbología franquista de las fachadas de los edificios, con una mención expresa a la cruz, referida como "Monumento a los Caídos". Dos años después, en 2008, 30 asociaciones y colectivos de la ciudad reunían más de 4.000 firmas para que se llevase a cabo el derribo.

Moción del BNG rechazada por PP y PSOE

La efectiva retirada de esta simbología el último año de gobierno del PP de Corina Porro no restó el vínculo con el franquismo, y en 2013, el BNG volvió a llevar a Pleno, en este caso, una petición para demolerla en cumplimiento con la Ley de Memoria Histórica aprobada en 2007. Era el segundo mandato de Abel Caballero, que gobernó en minoría a pesar de recibir el apoyo de los nacionalistas para acceder a la alcaldía. Aquella petición no fue aprobada; el PP votó en contra y el PSOE se abstuvo ante la moción defendida por la edil del BNG Iolanda Beloso.

"No es un monumento religioso ni un homenaje a todos los caídos, sino un emblema fascista inaugurado por el dictador Franco", esgrimió Beloso, que también pedía la eliminación de las referencias franquistas del callejero de Vigo. Pero populares y socialistas apelaron a la declaración de 1981 por la que la cruz se convertía en un símbolo de reconocimiento a todos los caídos. Anteriormente, Caballero había confirmado al obispo su negativa a la demolición del monumento.

2014: Primera sentencia

Un año después, en 2014, aparecía la primera sentencia judicial en referencia a la cruz y a su obligado derribo. La Asociación Viguesa pola Memoria Histórica do 36 había decidido recurrir por la vía judicial esta anterior resolución, después de haber presentado dos solicitudes por vía administrativa. El Juzgado de lo Contencioso-Administrativo 2 de Vigo estimaba el recurso y condenaba al Concello a que adoptase "de forma inmediata" las medidas oportunas para "retirar" el monumento.

Para el juez titular, Antonio Martínez Quintanar, sólo constaba "la retirada de determinados elementos ornamentales del monumento, lo cual no se ha justificado que sea suficiente para variar la única significación propagandística de la sublevación militar golpista de 1936 y del régimen franquista que lo caracterizó desde su diseño y construcción". Además, consideraba probada "la permanencia del significado original" y "la ausencia de un valor simbólico de reconciliación".

Recurso y voto particular

El Concello recurrió ante el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) la sentencia, y de nuevo se dio la vuelta al plato. En 2015, el TSXG le dio la razón al gobierno local y rechazó el recurso de la Asociación Viguesa pola Memoria Histórica do 36. En su sentencia, contra la que no cabía recurso, el Alto Tribunal reconocía que aunque "originariamente tuviera un significado de exaltación de la guerra civil y de la dictadura", al haber desparecido toda "simbología fascista", la cruz carecía de "ese componente de exaltación inicial" y que "puede ser contemplada como un elemento religioso, aunque no fuera su significado originario, puesto que es evidente que se trata de una cruz latina".

Esta sentencia contó con un voto particular, emitida por una de las magistradas, que defendió el derribo de la cruz en base a la Ley de Memoria Histórica y que consideraba que la sentencia que daba la razón a la Asociación Viguesa pola Memoria Histórica era "clara, precisa, congruente y motivada".

A pesar de que la asociación recurrió ante el Tribunal Constitucional, la última instancia a la que podía acudir, éste rechazó admitir a trámite el recurso ante la "manifiesta inexistencia" de violación del derecho de tutela judicial efectiva invocada por la parte recurrente.

Último intento, su traslado

Dada las dificultades que se habían presentado a la hora de derribar el monumento, grupos de izquierda de Vigo aprovecharon la exhumación de los restos de Franco y la retirada de sus restos del Valle de los Caídos a iniciativa del Gobierno socialista, que se llevó a cabo en 2019, para solicitar el traslado de la cruz a otro lugar.

Por lo tanto, en 2018, se planteó este posible cambio de ubicación al obispo para que fuese trasladado a "una iglesia o un lugar" que la Diócesis considerase; así, reconocía un portavoz de estos grupos, la cruz quedaría "a salvo" y O Castro se libraría de "un monumento que originalmente era fascista".

Por el momento, la cruz de O Castro parece que seguirá en su lugar. De hecho, la nueva Ley de Memoria Histórica, aprobada en octubre de 2022, tampoco contemplará su derribo en base al articulado que la conforma. Según el texto, se tendrán que retirar las inscripciones de exaltación explícita del franquismo, de las que ya carece, y se refiere a una resignificación de estos elementos orientada a su interpretación "conforme a la memoria democrática".

Esta es, al menos, la teoría. En la práctica, la polémica seguirá sobre la mesa de cada uno de los gobiernos que ocupen la alcaldía de Vigo. Derribo, traslado o, simplemente, olvido, será el destino de una cruz de 12 metros de altura que nunca pasa desapercibida.

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