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El albariño de Rías Baixas, protagonista del cumpleaños de la princesa Ingrid de Noruega

La realeza europea brindó este fin de semana con un vino de una pequeña bodega familiar de Cambados
Mette-Marit, Haakon de Noruega, Ingrid Alexandra con el primer ministro Jonas Gahr Stoere, Durek Verrett y Marta Luisa de Noruega.
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Mette-Marit, Haakon de Noruega, Ingrid Alexandra con el primer ministro Jonas Gahr Stoere, Durek Verrett y Marta Luisa de Noruega.
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La bodega familiar Albamar, de Cambados, se encontró este fin de semana con una grata sorpresa al conocer de mano de su distribuidor en Noruega que uno de sus vinos había sido protagonista de los brindis del cumpleaños de la princesa Ingrid Alexandra. La joven, que celebró sus 18 años con la presencia de su familia, mandatarios del país y miembros de casas reales de toda Europa, eligió un albariño de Rías Baixas como el vino blanco que acompañaría la cena.

"Fue una casualidad y nos lo comunicó el propio importador", explica Xurxo Alba, uno de los propietarios de la bodega. "Noruega es un muy buen mercado, como todos los países nórdicos, se bebe mucho vino de Rías Baixas", explicaba a este medio. Cuenta que llevan años trabajando no solo con Noruega, sino también con Suecia o Islandia, entre otros, y es un mercado que "funciona muy bien".

La bodega Albamar es un negocio familiar que se estableció en 2006, aunque Xurxo explica que su familia lleva tres generaciones dedicándose al vino en Cambados. Tras enterarse de que uno de sus vinos iba a servirse en el cumpleaños de la princesa, asegura que sintieron una gran alegría, "que es la misma que sentimos cuando cualquier persona bebe nuestro vino: el campo da mucho trabajo y es muy sacrificado y poco valorado, que cualquiera reconozca ese trabajo levanta el ánimo".

"Desde luego, ellos tienen más repercusión y, aunque la satisfacción sea la misma, es una gran alegría", reconoce. Sobre el por qué de haber elegido su vino, ríe, "lo tienen que contar quienes lo beben, no quienes lo hacemos". Su bodega, eso sí, "trata de hacer una viticultura lo más respetuosa posible" y aprovechar las duras condiciones meteorológicas de las Rías Baixas para construir un vino "en el que se saboree la autenticidad de la tierra y del clima de la zona".

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