El Español
Quincemil
Cultura

Acuarelas de vocación tardía y la naturaleza gallega como inspiración

En 2015, Sandra Aguilar decidió dejarlo todo para matricularse en Bellas Artes en Pontevedra. Hoy, se dedica a pintar acuarelas y prepara su primera exposición
Ofrecido por:

"Hace seis años, decidí que me iba a matricular en Bellas Artes en Pontevedra, y así lo hice, sin pensarlo mucho, porque yo creo que en esta vida hay cosas que se tienen que hacer sin darle muchas vueltas". La historia de Sandra Aguilar es la de una vocación tardía que se ha transformado en una pasión.

Nació en Elche, pero por cuestiones familiares con 17 años se trasladó a Vigo, de donde es natural su madre. Ahora, reside en Baiona, desde donde atiende a Treintayseis. Su trayectoria profesional y sus estudios nunca estuvieron relacionados con el arte y los últimos años trabajó en un estudio de arquitectura.

En 2015, decidió dejarlo todo para matricularse en Bellas Artes, en la facultad de Pontevedra. "No era como muchos de mis compañeros de carrera, que ya nacieron dibujando. Yo me fui enganchando con las asignaturas de pintura que fui teniendo". Durante la última etapa de la carrera, la pandemia le obligó a entregar su Trabajo de Fin de Carrera on line y se graduó "el año del Covid".

Pintar muchas horas al día

Al día siguiente, empezó a pintar lo que ella quería y a su ritmo, porque "en la facultad a veces no te daba tiempo a disfrutar de todo el proceso de pintar un cuadro, todo era para ayer", asegura Sandra.

A la formación clásica académica le siguieron cursos de formación de acuarelistas que admiraba y, sobre todo, "pintando muchas horas al día". "No creo que haya una receta mágica para pintar sino es con el esfuerzo diario. Hay días malos en los que no sale nada pero de esos también se aprende y sabes que mañana será mejor".

En este proceso, usó varias técnicas, como óleo, acrílicos y grafito, pero la acuarela se ha quedado finalmente como firma de sus obras. "La acuarela ha sido un medio al que me he tenido que ir acostumbrando, ya que de entrada no es fácil, pero con el tiempo todo lo que tiene de imprevisible se convierte en mágico".

A través de esta técnica, Sandra retrata la naturaleza y, en especial, los animales. "Soy una amante y defensora de los animales y esto sí que me viene desde que era una niña", dice Sandra, que los pinta con todo lujo de detalle, pero se esmera especialmente en los ojos, para "captar la mirada que para mí trasmite tanto".

"Los contagio de cierta felicidad y da la impresión de que están un poco humanizados. El elemento fundamental que condiciona mis acuarelas es el color; con él en cierto modo trasmitimos nuestro estado de ánimo e incluso es una manera de expresar nuestra personalidad más profunda. Hay una sensación un poco difícil de explicar que ocurre cuando termino de pintar, y es que ese animal tiene que ser especial y único, y solo si eso ocurre la acuarela funcionará. Si no será un animal más", concluye Sandra.

"No se puede descartar nada", dice ante la pregunta de si piensa en retratar a personas, más allá de los animales. En su obra, Sandra también incluye otros elementos de la naturaleza, como flores, y polos de helado, "que para mí son muy ochenteros".

La naturaleza como inspiración

A pesar de que prefiere trabajar en su estudio, en el caballete o en la mesa, porque salir al exterior le bastante incómodo al tener que "trasladar todo el material, agua y pinceles", la inspiración le viene en gran parte de donde vive, en Baiona, rodeada de "naturaleza y tranquilidad".

"También me ayuda ver trabajos de otros artistas, e incluso imágenes: "Estamos bombardeados de imágenes por todos lados e inconscientemente las vamos incorporando a nuestro registro interior", explica.

Hasta ahora, pintaba exclusivamente para ella, y es ahora cuando empieza a darse a conocer comercialmente. Acaba de estrenar una web donde se puede conocer parte de su trabajo e Instagram está siendo clave para crear "una pequeña comunidad que va creciendo día a día". Además, del 3 al 15 de diciembre llevará a cabo una exposición en el multiusos-mercado de Sabarís. "Me hace muchísima ilusión porque a veces ni yo misma me creo que pinte", confiesa Sandra.

Las reproducciones de las acuarelas se pueden adquirir a partir de los 15 euros, mientras que un original empieza en 150 euros el más barato.

Avestruces, peces, cerdos, galgos, un labrador, flores. pulpos, orcas y helados conviven juntos en un universo que lleva la firma de Sandra Aguilar, pintados con la pasión que regala una vocación que llegó a su vida como un soplo de aire fresco y que, de momento, no parece que quiera marcharse.

Cultura