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Sergio Álvarez se retira: la historia del Gato de Catoira en el Celta

El portero, lesionado de gravedad hace un año, anunció su retirada como jugador tras 187 partidos con la celeste en un histórico y emotivo acto
Sergio Álvarez se dirige al celtismo al término de #ANosaReconquista
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Sergio Álvarez se dirige al celtismo al término de #ANosaReconquista
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Era un secreto a voces pero se merecía ser él quien lo comunicara. Ayer, horas después de que lo hiciera su ex-compañero Augusto Fernández, Sergio Álvarez anunciaba su retirada del fútbol profesional.

A sus 34 años, el portero no ha podido superar su última lesión de rodilla y protagonizó una de las despedidas más emotivas del siglo en el club. Arropado por toda su familia y compañeros de equipo; el "Gato de Catoira" lloraba por última vez desde el césped de Balaídos. El fin a una etapa como jugador tras 17 años en la estructura celeste, siendo además one club man.

El acto estuvo a la altura de lo que su leyenda merece: 187 partidos con la celeste en Primera, Segunda, Copa y Europa League. Una década de trabajo bajo palos con el primer equipo, siempre paciente. El portero habló de los valores que le dio el club, de cómo afrontaba la difícil competencia bajo palos. Un discurso que tuvo que detener varias veces por la emoción. Porque la historia de Sergio Álvarez es la historia del Celta.

El Ascenso de 2012: "tú más que nadie"

Tras varias buenas campañas en el filial y debutar en junio de 2011 en las últimas jornadas, al fin se hacía con una plaza en el primer equipo. En aquella temporada 2011-12 y peleando el puesto con el vigués Yoel Rodríguez, su buen estado de forma entre la jornada 20 y el final de Liga fue clave para poder regresar a Primera.

Uno de los momentos más emotivos de aquella jornada llegaría en la fiesta celebrada en el terreno de juego, que se prolongó hasta bien entrada la noche. Paco Herrera y Sergio Álvarez, dos luchadores y de los más afectados un año atrás en la eliminación en Granada, se abrazaban en un gesto que cabía todo el celtismo. El portero, consciente de la apuesta del técnico por él y todo lo sufrido, le regalaba un sincero "tú más que nadie" a Herrera tras conseguir su primer ascenso a Primera.

Paco Herrera y Sergio Álvarez tras lograr el ascenso a Primera

Ese "tú más que nadie" le sería devuelto con creces, pero no sin sufrimiento y paciencia. Las dos primeras campañas las pasaría a la sombra de Javi Varas y el citado Yoel. Incluso un imberbe Rubén Blanco le ganaría el puesto en el tramo decisivo de la temporada del 4'01%.

Pero "El Gato" supo aprovechar sus oportunidades, y con Berizzo en el banquillo se ganaba por primera vez en su carrera la condición de titular. A las pocas jornadas, una acción clave en el derbi gallego le afianzaría.

Minutos finales en Balaídos y el Deportivo cuenta con un penalti a favor. Medujanin dispara bien, pero Álvarez se estira haciendo honor a su mote y logra la parada de su vida. Una parada que vale un derbi, un salto de confianza y un momento de gloria muy merecido.

Después llegaría una exhibición en la primera victoria celeste en el Camp Nou en Liga y una temporada en la que solamente encajaría 42 goles en 38 partidos, siendo una de las revelaciones de La Liga. El año siguiente, y pese a los continuos comentarios sobre la necesidad de fichar a un portero "de garantías", sería clave en la clasificación europea. Sergio estaba llegando, por méritos propios, más lejos de lo que nunca hubiera soñado.

Mejor portero de la Europa League en 2017

Sin embargo, su consagración definitiva como ídolo del celtismo llegaría en competición europea. Como los vikingos que protagonizan la romería de su Catoira natal -barba incluida-, Álvarez provocaba pesadillas a los rivales. No sería hasta los dieciseisavos cuando, ante el Shakhtar, sostuvo al Celta con vida en el partido de vuelta. La actuación en Ucrania le llenó de ánimos y volvería.

Incluso en las semifinales, donde es recordada su mala ubicación en el gol de falta de Rashford en Balaídos, su actuación contra el Manchester le valió el aplauso de la prensa internacional.

En Old Trafford y pese al tempranero gol de Fellaini la situación no fue muy distinta. Por ello fue de los más lloró en el césped del Teatro de los Sueños. Él, que venía de forjarse en el barro de A Madroa desde las categorías inferiores, casi detiene a un trasatlántico europeo.

Sus buenas actuaciones le valieron el premio Estrella Galicia a mejor jugador de la temporada en el Celta -junto con Iago Aspas- y la inclusión en el once ideal de la UEFA de la Europa League. En dicha formación estaría acompañado además por Gustavo Cabral y Tucu Hernández.

Comenzó entonces un lento proceso en el que Rubén Blanco iría alcanzando el protagonismo y los minutos. Durante #ANosaReconquista en 2019 se dejó la voz desde el banquillo en cada partido, ejerciendo de capitán al término de los mismos.

En la última jornada ante el Rayo y tras una enorme ovación del celtismo, se quedaba sin palabras al agradecer que "les llevaran en volandas y confiaran siempre en él". Balaídos reconocía a uno de los suyos, que con el paso de los años no había hecho otra cosa que aumentar su humildad.

El Celta continuaba prorrogando sus contratos año a año, consciente del posible salto de Iván Villar desde el filial. Pero Sergio seguía siendo una pieza clave del vestuario para el entrenador y toda la plantilla. Porque pese a no jugar, era de los que más sumaba en el primer equipo. Así sufría en cada partido hasta que, tras el confinamiento, su rodilla dijo basta.

Un ejemplo de valores y compromiso

Hablar de Sergio Álvarez es hablar de un futbolista atípico por su forma de ser. Siempre disponible para cualquier acto del club con peñas, patrocinadores o equipos de base; llegando a interrumpir sus vacaciones para ellos.

También por su personalidad. Lector empedernido, uno de los pocos galegofalantes del equipo y comprometido socialmente. Llegaría a jugar con la selección gallega en Riazor en 2016.

Durante años aguantó comentarios sobre su altura y la idoneidad de la misma para ser portero profesional. Su respuesta, tan lógica como honesta: si soy más bajo, saltaré más alto. El Celta despidió ayer con honores a un pedazo de su historia a cuidar y del que presumir. Ojalá todos pudiéramos saltar la mitad de alto y tan honestamente como él.

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