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El bosque de Colón: un pedacito de América escondido en Poio

En el año 1992 el gobierno de Estados Unidos regaló 500 ejemplares de secuoya roja al municipio pontevedrés para conmemorar el quinientos aniversario del descubrimiento de América
Bosque de Colón, en Poio
Thalia García
Bosque de Colón, en Poio

El pueblo marinero de Combarro puso al municipio de Poio en el mapa gracias a su pintoresco conjunto histórico: hórreos y cruceiros que no solo miran al mar, sino que casi pueden tocarlo. Otra de las paradas obligadas de todo nuevo visitante es el Monasterio de San Juan, un lugar en el que perderse entre formas clasicistas y barrocas, y que fue declarado Bien de Interés Cultural  en 1971. 

Lo que muy pocos saben es que muy cerca, en la ladera del monte Castrove, se encuentra una de las joyas más desconocidas de la localidad, el bosque de Colón, considerado uno de los mayores bosques de secuoyas rojas de toda Europa. Casi parece imposible que más de 2 hectáreas de terreno con unos 450 ejemplares de esta especie, que se caracteriza principalmente por su gran altura, puedan pasar desapercibidas ante los ojos de tanta gente.  

El origen de la secuoya roja

Para ponernos un poco en contexto hay que decir que la secuoya no es una especie autóctona ni de Galicia ni de Europa. Este árbol es endémico de la costa norte y central de California, en Estados Unidos. 

Se trata de un árbol de hoja perenne, tronco robusto y corteza gruesa, fibrosa y de color rojo que se oscurece con el paso del tiempo. De hecho, otra de sus características más notables tiene que ver con su longevidad. Hay registros que las ubican hasta en los 2.200 años. Pero lo que más destaca sin duda es su altura: la secuoya Hyperión es considerada el ser vivo más alto del mundo, pudiendo alcanzar los 115 metros. 

Placa explicativa del origen de las secuoyas del bosque de Colón. Thalia García

De la idea al proyecto

Las secuoyas que nos encontramos en Poio no son ni tan longevas ni tan altas, al menos por ahora, ya que este pulmón verde respira en la costa gallega desde hace relativamente poco. El escritor y profesor estadounidense John H. McElroy tuvo la idea de traer un pedacito de América a Europa y simbolizar de esta forma la unión entre ambos continentes con motivo del 500º aniversario del descubrimiento de Cristóbal Colón. 

Tras estudiar durante años los viajes del navegante y visitar Galicia, McElroy propuso el regalo de estos árboles al municipio gallego en una carta dirigida al por aquel entonces presidente de Estados Unidos, George Bush. Su idea por fin pudo verse materializada en 1992, gracias a una resolución conjunta de las cámaras legislativas norteamericanas. 

En la plantación participaron varios jóvenes americanos que trabajaron codo con codo con escolares de la zona y voluntarios designados por el gobierno local y la comunidad de montes de San Xoán. 

Imagen de la plantación de 1992.

Aunque todavía no impresionan por su porte como lo harán en un futuro, casi 30 años después, estas secuoyas californianas muestran ya una altura considerable. Y la frondosidad de sus ramas mantiene sus suelos limpios y libres de vegetación. 

Su cercanía a la costa atlántica y el clima fueron decisivos

El parecido entre esta zona de Galicia y el Norte de California, con veranos secos e inviernos lluviosos, podría ser la gran baza que hizo decantarse al gobierno americano por el municipio de Poio. Aunque lo cierto es que en la teoría gallega existe un hecho todavía más relevante, que dota incluso de un mayor simbolismo al bosque de Colón: la creencia del nacimiento de este famoso navegante en dicho ayuntamiento.

Si bien es cierto que siempre se ha señalado que el explorador era genovés, varias investigaciones históricas contribuyeron a la teoría del Colón gallego. Entre ellas destaca la del historiador pontevedrés Celso García de la Riega (1844-1914). 

En Poio se encuentra, además, la Casa Museo de Colón, donde se cree que vivió su familia. El museo cuenta con una exposición permanente en la que se pueden encontrar numerosas pruebas documentales que respaldan esta teoría, desde su aparición a finales del siglo XIX hasta nuestros días.  Además, entre las piezas destacadas de la colección se halla una réplica a tamaño real de la carta náutica dibujada por Juan de la Cosa en 1500, así como diferentes materiales audiovisuales, entre ellos, Pontevedra, berce de Colón, del cineasta Enrique Barreiro. 

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