La corrida de Saltillo tuvo la virtud de llevar el hierro de Saltillo. Eso es ya suficiente en una plaza que mide sus esfuerzos críticos con cierta xenofobia taurina: hacen patria de lo que les gusta. En el '7' vieron desfilar unas de las corridas peor rematadas de la historia de San Isidro bajo un manto de silencio. No hubo contrapeso en la sombra. Entrañable espectáculo que por supuesto deslegitima protestas pasadas y futuras. También deslegitima al equipo de veterinarios, exquisitos y exigentes con las novilladas, livianos y flexibles en esta ocasión. Cómo tuvieron que ser los 17 de Jandilla para no aprobarlos, preguntó un vecino de localidad. Negros, respondió otro. Si existiera un defensor del toro en la CAM se hubiera hecho cargo de la patria potestad de estos hambrientos animales. Sin morrillo, paletones, altos, cuesta arriba y flacos traían aire de perrera y no de dehesa. El toro bravo, sea del encaste que sea, debe tener otra presentación. Un remate, vamos. Algo. El conjunto fue propio de un gache, confirmando la deriva de San Isidro, primera feria del mundo y principal nido de contradicciones y tragaderas. La puntilla. El Titanic se ha partido.

La presentación fue un factor determinante. Si las hechuras hablaran, este martes dieron un discurso. Sería un milagro si hubiera salido otra cosa. Igual que si de una corrida bien presentada salta alguno como la erala que fue el tercero o el montaraz cuarto, el demonio de Tasmania de Moreno Silva premiado con banderillas negras. El toro es un melón indescifrable, que diría Punset.

El 'lote' se lo llevó Alberto Aguilar, por decir algo. El segundo tuvo un pitón izquierdo manejable. No se dejó pero permitió a Aguilar enhebrar alguna tanda. Se picó mucho y mal: salió del peto como un barrio gobernado por las Maras. Los cinco o seis agujeros eran balazos corridos por el espinazo sanguinolento. Sin embargo, este rocín -los 490 de la tablilla parecían una exageración- llegó fresco a la muleta. Los doblones se abrieron marcando con claridad el pitón izquierdo. Y al natural basó su faena Aguilar. La colocación levantó los únicos pitos de la tarde. Ay. Ganó el paso el matador tirando de la embestida. Soseaba el toro en sus finales. El lado derecho fue selvático. Antes de pararse, Aguilar se gustó en otros dos muletazos por el pitón 'bueno'. Estuvo mucho tiempo en la cara y los pinchazos mandaron el trasteo hasta el segundo aviso.

Aguilar mandó al subalterno a la primera línea con el quinto. Paró al toro por el matador, parapetándose bajo el capote. Frenado el toro iba con todo explotando en los vuelos con metralla de pitones. Arremetió contra el caballo a su manera. Soltaba la cara al final. Esta vez fue el pitón derecho. Qué oleadas. Hubo intensidad. Espatarrado Aguilar no se desentendió. Muleta y zapatilla. Asiento ante el topetazo. Pinchó también y recogió una ovación.

Por suerte no hubo que lamentar bajas tras la refriega con el cuarto. Una batalla de guerrillas, librada en cada esquina, en cada tronera. 'Cazarrata' cazaba toreros. No hubo manera de picarlo, probó los dos caballos saliendo centrifugado siempre, como si se acordara de algo; acudiendo al galope hasta el hombre descubierto, parándose cuando veía las telas; huyendo por toda la plaza sembrando el peligro.

Cayó el pañuelo rojo de las banderillas negras. El diablo cárdeno se vino arriba. Se la jugó la cuadrilla, que tuvo que tomar el olivo cinco o seis veces antes de clavar. El radar apuntaba a todo. Un auténtico trago. Los arpones de doble tamaño se posaron como moscas en la columna de titanio. Qué dureza. Sánchez Vara, curtido en mil y una batallas, en calamidades del estilo, intentó ponerse. Imposible polvarea. Acabó macheteándolo y lo cazó con habilidad con el cabrón lanzado al cuello.

El primero fue una sardina. Ojú. Los tres puyazos bañaron la pezuña, dispersados por todo el bicho. Salió buscando pesebre y cama caliente. Sánchez Vara tuvo que ponerle todo. Desentendido y soseando tomó la mano derecha. Las cornaditas en mitad del muletazo las esquivó el matador sin llegar a mayores cotas. No podía. Este también quiso echarle mano cuando vio la espada.

A José Carlos Venegas le tocó el avacado tercero. 'Luvino', por más señas. Su mansedumbre le hizo acudir como una exhalación a chiqueros después de sentir la puya. Allí encontró otro caballo para su desesperación. Morucho, se arrancó como un cohete hacia David Adalid, 'special guest' que clavó un gran segundo par. También saludó con el sexto porque él no lidia. Venegas le da a esta plaza lo que quiere. No pudo, sin embargo, hacerlo con la muleta ante 'Luvino'. Incapaz de centrarse el bicho, el jienense sacó algún natural a pies juntos aprovechando la huida poniéndose por donde pasaba el mulo.

El derecho era de hule, y casi lo siente Venegas en la primera arrancada. La cosa se complicó con la espada. El matador tragó para pasar por encima del filo fatídico y dejo medio espadazo. Creyó que era suficiente. No. El alivio se convirtió en desesperación con 'Luvino' rehuyendo de capotes y descabello. Hasta la otra punta se fueron todos detrás. Llegó una estocada entera en el último minuto. Sonó el tercer aviso y se fue detrás de los cabestros 'Luvino' tan fresco como salió. Increíble.

El sexto se quitó el palo del caballo. Fue deslucido en la muleta. La virtud de Venegas fue correr la mano sin que tropezara la muleta. Al natural se daba la vuelta en las manos. Por dentro también la tomó. El láser de la mirilla marcó la femoral. Se quitó justo Venegas, rebotando el pitonazo en el aire donde antes había pierna. Las rachas de viento lo complicaban todo aún más. El acero sí hizo rodar a este. Rappel no da una.





SALTILLO/ Sánchez Vara, Alberto Aguilar, José Carlos Venegas



Monumental de las Ventas. Martes, 31 de mayo de 2016. Vigesimoquinta de feria. Más de media entrada. Toros de Saltillo, 1º desentendido, un 2º soso de manejable pitón izquierdo, morucho el 3º, un 4º orientado, correoso, agazapado, descastado y duro, el 5º embistió con todo por el palillo y un 6º deslucido.

Sanchez Vara, de verde y oro. Estocada tendidísima, trasera y atravesada (silencio). En el cuarto, espadazo contrario (palmas).

Alberto Aguilar, de nazareno y oro. Tres pinchazos y espadazo atravesado. Dos avisos (silencio). En el quinto, pinchazo y estocada (ovación).

José Luis Venegas, de blanco y oro. Pinchazo hondo, pinchazo y estocada baja. Tres avisos (palmas). En el sexto, dos pinchazos, estocada entera desprendida y varios descabellos (silencio).

Noticias relacionadas