Detectar comportamientos extraños en nuestro teléfono móvil, como no tener cobertura, puede responder a que está averiado. Pero también puede tratarse de una usurpación de identidad mediante un duplicado de tarjeta. Ante cualquier sospecha, se recomienda llamar a nuestra compañía telefónica y a nuestra entidad bancaria. Si tenemos suerte, solo se tratará de una avería; si no, puede que descubramos miles de euros desaparecidos de nuestra cuenta o un préstamo solicitado por valor de 50.000 euros, como le pasó a Mario Fernández.

Este hombre, quien ha pedido a El País no ser citado por su nombre real, ha relatado al diario el calvario que sufrió al ser ser estafado por algún delincuente informático. Al ver que ya no podía llamar por teléfono porque no tenía cobertura, hizo lo que todo el mundo haría en su lugar: reiniciar el teléfono. No dio resultado. Fue entonces cuando acudió a su compañía telefónica, la cual aclaró a Mario que "había solicitado un duplicado de mi tarjeta SIM en una sucursal de otra ciudad". Extrañado, revisó su cuenta bancaria online y descubrió que estaba bloqueada. Al ponerse en contacto con la entidad, le confirmaron que la cuenta había sido congelada tras detectar la retirada de miles de euros y la solicitud de un préstamo por 50.000 euros.

“Cuando vi la cuenta del banco me tuve que ir a urgencias para que me dieran algo para tranquilizarme”, explica a El País. Inmediatamente después, denunció su caso a la Guardia Civil y se puso en contacto con su banco. “Ahora el asunto económico está solucionado, pero no entiendo qué ha podido pasar”, cuenta.

Según ha podido saber esta víctima, su tarjeta fue duplicada en una tienda de Vodafone ubicada en Tarragona, a 700 kilómetros de su residencia. La compañía, por su parte, explicó que el protocolo para duplicar la tarjeta es muy estricto; sin presentar la clave de usuario, o el DNI acompañado de la dirección de facturación y la cuenta bancaria no se puede duplicar la tarjeta. Además, aseguró no tener constancia de otras incidencias similares.

El 'phising', la estafa informática que aumenta cada año

Carlos Vico, teniente del grupo de delitos tecnológicos de la Guardia Civil, asegura que este tipo de estafa va al alza. “No tenemos el número preciso de denuncias, pero está habiendo un aumento importante de estos casos cada año”. Tal y como explica el teniente, a día de hoy el teléfono es fundamental para obtener la verificación en muchos procesos bancarios. Por ello, los estafadores intentan obtener el duplicado de la tarjeta antes de ejecutar la estafa.

Mario no tiene ni idea -tal y como asegura al diario nacional- de cómo los timadores pudieron obtener tanto el duplicado de su tarjeta como el acceso a sus datos personales, especialmente los datos bancarios. Todo apunta a que ha sido víctima del rey de las estafas informáticas en la actualidad: el 'phising'.

El 'phising' consiste en utilizar la imagen de marca de una compañía en la que los consumidores depositan su confianza, como pueden ser bancos, compañías eléctricas, supermercados, compañías telefónicas, o cualquier tipo de empresa que pueda requerir nuestros datos personales.

Falsificando un mensaje, un correo o una página web, solicitan la cesión de importantes datos personales a cambio de una promesa falsa, como puede ser la devolución de un pago, regalos o incentivos. Las mentiras son de lo más variadas. Desde vuelos gratis hasta cuentas de Spotify gratuitas. Si la víctima cae en la trampa, los timadores tienen vía libre para cometer la estafa.

"Por ejemplo, crees que te estás conectando a Gmail y en realidad es otra página; la situación puede convertirse en crítica cuando los delincuentes logran hacerse con la contraseña del correo electrónico de la víctima, que suele ir a asociada a varios servicios”, asegura a El País Carles Garrigues, profesor de Informática en la Universitat Oberta de Catalunya.

Para evitar este tipo de fraudes, tanto los agentes de delitos informáticos como las propias compañías de las que se aprovechan los delincuentes recomiendan comprobar la autoría de los mensajes, ya que siempre no se corresponde con la fuente oficial; revisar elementos que puedan inducir a que se trata de un engaño, como pueden ser fallos en la traducción del texto o errores ortográficos. Y en caso de duda, consultar en sus páginas web o en su teléfono de atención al cliente la veracidad de los mensajes.