Las claves
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El Boletín Oficial del Estado (BOE) publicó la Ley de Vivienda el 25 de mayo de 2023, entrando en vigor un día después. Un largo proceso para sacar una norma que pretendía regular los precios máximos del alquiler, la protección de la vivienda pública y nuevas competencias para las comunidades autónomas.
Han pasado dos años y medio desde entonces, y los ciudadanos no están contentos con la misma. Es más, se muestran pesimistas respecto a la norma. Así ha quedado recogido en un documento elaborado por Fotocasa titulado ‘Conocimiento y opinión de la Ley de Vivienda’.
“La ley nació con objetivos muy nobles, como equilibrar el mercado y reducir el precio de la vivienda. Pero las medidas aplicadas no han generado el efecto esperado”, afirma María Matos, directora de Estudios y portavoz del portal inmobiliario.
“Contracción de la oferta de alquiler”
La pregunta que surge es por qué no se han alcanzado las metas planteadas. Según Matos, “probablemente por un diagnóstico erróneo, que desplaza hacia los propietarios responsabilidades que corresponden a la administración, el mercado ha respondido con una fuerte contracción de la oferta”. Hablamos de alquiler.
Y añade: “Herramientas como las zonas tensionadas pueden funcionar en contextos de parque público, pero cuando se aplican sin medidas que impulsen la construcción, incentiven la oferta y aporten seguridad a ambas partes, el objetivo de abaratar la vivienda se vuelve prácticamente inalcanzable”.
Volviendo al estudio antes indicado, sólo el 16% de los entrevistados considera que con la Ley de Vivienda es más fácil alquilar una vivienda como inquilino. Otro 42% estima que la norma dificulta la búsqueda de alquiler de una vivienda.
En el otro extremo, el de los caseros, el 54% cree que la ley dificulta sus objetivos de arrendamiento. Sólo un 13% estima que es más sencillo.
Venta de inmuebles
En el caso de la compra de vivienda, el 41% de los encuestados cree que la norma lo pone más difícil. Únicamente un 11% estima que ahora es más sencillo.
Y si hablamos de la venta, el 31% se decanta porque la regulación complica las normas, mientras que el 15% cree que lo pone más fácil.
“No podemos olvidar que los mercados de compraventa y alquiler funcionan como vasos comunicantes y cuando aumenta la presión en uno, inevitablemente se traslada al otro”, recuerda Matos.
Desde su punto de vista, el arrendamiento está siendo más impactado por la ley que la compra. “Pero determinadas medidas orientadas a la compra, como las obligaciones de información mínima en las operaciones, los recargos a las viviendas vacías o las prórrogas extraordinarias en los contratos de alquiler, también terminan incidiendo en el proceso de compraventa”.
De ahí que la experta termina subrayando que la Ley de Vivienda lo que ha producido es “una mayor sensación de complejidad y de incertidumbre regulatoria, precisamente en un momento en el que el interés por comprar vivienda se encuentra en máximos”.
