Las claves
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El huevo es uno de esos alimentos que no falta en la mesa. De hecho, es considerado un alimento básico. Pero, durante 2025, su precio está mostrando una evolución ascendente. En concreto, ha subido un 15,7% entre enero y agosto, y un 18% interanual, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).
¿Por qué este incremento? El mismo se ha debido a un cóctel de factores como la gripe aviar, un aumento de la demanda y el incremento de los costes de producción (energía, salarios...). A ello hay que añadir la legislación sobre bienestar animal.
Joan Siquier es avicultor, propietario de la empresa Avícola Can Costeta, en Mallorca. Bajo su ‘mando’, unas 3.500 gallinas que ponen unos 150.000 huevos al mes.
Rentabilidad según el huevo
En un vídeo de YouTube, Joan es entrevistado por Adrián G. Martín. Y, entre otros muchos detalles del negocio, habla sobre cuánto cuesta un huevo en un establecimiento, y la rentabilidad que se obtiene del mismo.
Así, un huevo campero, que es el que él produce, se puede encontrar en el mercado por 38-39 céntimos de euro. Mientras que el huevo industrial estaría alrededor de los 20 céntimos. Es decir, unos 10 céntimos más barato.
¿Cómo se traduce eso a nivel de rentabilidad? “Nuestra rentabilidad sería de un 25%, más o menos mientras que la de un huevo industrial sería de un 10% o un 12%”, explica Joan Siquier.
Y añade: “En el caso de las industriales, lo que hacen es que apuestan más por la producción antes que por la vida de las gallinas. Nosotros hacemos otra cosa, que es apostar más por el bienestar de las gallinas. Como decimos, cuidamos reinas antes que cuidar a gallinas”.
La historia de Joan es muy curiosa. Estudió ADE, pero decidió que no quería estar encerrado entre las cuatro paredes de una oficina y sí más al aire libre. Ese fue el origen de su granja de huevos camperos.
Ya han pasado cinco años desde entonces, y esas 100 gallinas iniciales han crecido hasta llegar a 3.500. Cada euro que entraba lo reinvertía.
¿Dónde está la diferencia entre una gallina campera y otra industrial? “En Can Costeta, cada gallina tiene más de 4 m² para moverse al aire libre. En una granja industrial viven en jaulas más pequeñas que una hoja A4. Ver esa diferencia en persona es algo que no se olvida”, responde.
Además, luego está el tema de la alimentación: “Las gallinas industriales no salen nunca de la nave, están siempre encerradas allí dentro, comen lo que se les da y nada más”.
Y matiza: “Nuestras gallinas están las 24 horas del día al aire libre. Comen lo que quieren. Nosotros les suministramos una mezcla de cereal y grano dentro de la nave, que es allí donde ellas van a comer, beber y ponen los huevos. El resto del día se lo pasan fuera comiendo pequeños bichitos, hierba, todo lo que encuentran”.
Joan comienza su jornada a las 5 de la mañana, una hora antes de que se despierten las gallinas, que empiezan a poner sobre las 7:30 horas. “De cada 1.000 gallinas sacamos 930 huevos”, concluye.
