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Las claves

Si bien España siempre saca pecho de ofrecer una educación pública de calidad, lo cierto es que en muchas ocasiones el sistema falla.

Ya sea porque los alumnos no salen del todo bien formados, el sistema en ocasiones les abandona o los profesores sienten una frustración de no poder dar una enseñanza completa.

Así, uno de estos profesores críticos con el sistema es Àlex Torío, un docente que ante la decepción por el sistema, decidió dejar de lado su profesión y pasión.

Profesores dicen basta

El sistema educativo español se caracteriza por una estructura amplia y diversa, con diferentes etapas obligatorias y una red de centros públicos, concertados y privados.

Sin embargo, en los últimos años ha sido objeto de debate debido a los resultados académicos dispares, los continuos cambios legislativos y la falta de recursos en algunos niveles educativos, lo que genera desigualdades entre comunidades autónomas y centros escolares.

Desde la perspectiva del profesorado, muchos docentes expresan una profunda frustración y decepción ante la falta de apoyo institucional y las condiciones laborales que enfrentan.

Las altas ratios de alumnos por aula, la burocracia administrativa y la escasez de recursos dificultan su labor y les impiden centrarse plenamente en la enseñanza.

A esto se suma la sensación de que su papel social ha perdido reconocimiento y autoridad.

Además, los profesores se enfrentan a nuevos desafíos derivados de los cambios sociales y tecnológicos, como la falta de motivación del alumnado o la gestión de la diversidad en el aula.

Muchos sienten que las políticas educativas no abordan de forma realista estos problemas y que les exige cada vez más proporcionarles las herramientas necesarias.

Todo ello contribuye a un clima de cansancio y desilusión dentro del sector docente. Y eso fue precisamente lo que motivó a Álex Torio a abandonar la enseñanza. El docente estuvo en la COPE para compartir su experiencia en las aulas.

"Yo di desde Cuarto de ESO hasta Segundo de Bachillerato", rememoraba el profesor. "Dentro de lo que cabe tenía bastante suerte, estaba en un colegio en un buen barrio. Especialmente en Bachillerato era privado y se podía trabajar muy bien".

Sin embargo, no tuvo reparos en explicar cómo se sentía con su marcha: "Mi acción es una protesta contra un sistema que está muy mal hecho y viene sobre todo por la franja obligatoria".

El docente fue sincero sobre por qué consideraba perjudicial que la ley obligue a los jóvenes a estar escolarizados hasta los 16 años.

"La ley anterior a los años 90 hacía que el colegio se acabase antes de los 14 y ahí podías buscar una vocación más de enfoque universitario o una FP", recordaba. "Pero en el momento que se implantó la ESO, se obligó a los alumnos a estar hasta los 16 y a esa edad hay un desarrollo sexual que cambia la personalidad mucho de los alumnos".

"Hay gente que no está con ganas de estudiar la enseñanza regular y eso provoca alumnos disruptivos en las clases. Los disruptivos influyen a los que se dejan influir y eso genera un clima en clase que no es para aprender", afirmaba Torío.

El presentador no dudó en cuestionarle sobre qué opinaba de las decisiones que tomaba el sistema a nivel nacional y estatal.

"Cada vez que se toma una decisión y pasa alguna cosa, como son unos resultados muy malos, van a buscar a las fundaciones que se encargan del estudio de las causas, los problemas...", señalaba. "Esas son las mismas fundaciones que han provocado los problemas, son los que buscan las soluciones. Es una cosa sorprendente".

De tal manera, el docente se encargó de cargar contra diferentes fundaciones educativas en Cataluña y cómo sus soluciones son ineficaces o demasiado idealistas.

"Y el profesorado, como no estamos bien organizados, no les llega lo que opinamos", indicaba el profesor. "A los políticos lo que les llega es lo que dicen los lobbys".

Para afrontar los retos del sistema educativo español, es fundamental escuchar activamente a los profesores y situarlos en el centro de cualquier propuesta de reforma. Ellos conocen de primera mano las carencias del aula y las verdaderas necesidades del alumnado.

Por ello, las soluciones deben construirse a partir de su experiencia y no solo desde los despachos políticos. Invertir en formación docente, reducir la carga burocrática y dotar a los centros de más recursos permitiría avanzar hacia una educación más justa, motivadora y adaptada a la realidad social actual.