Gregorio Luri (Azagra, Navarra, 1955) es una de las mayores eminencias en España en educación. Es un experto en este ámbito al cual le ha dedicado incontables horas de estudio en busca de las claves para mejorarla. Filósofo, pedagogo y maestro, este sabio le ha explicado a EL ESPAÑOL los principales retos del sistema para este curso académico 2025-2026, que empieza a lo largo de esta semana para más de ocho millones de alumnos.
Aunque hay varios asuntos a afrontar en el ámbito educativo, Luri explica que este año cobra especial relevancia la cuestión de los docentes, uno de los pilares del sistema que, desde hace un tiempo, viene denunciando su mala situación. “Las quejas reincidentes se resumen en que en los colegios cada vez cuesta más mantener la atención de los niños y hay más problemas de disciplina”, ha aseverado el experto.
Pese a ello, este no ha sido el único problema que ha abordado el filósofo y pedagogo. También se ha mostrado preocupado por el incremento de las clases extraescolares en los alumnos, un hecho “síntoma” de que algo falla en el sistema y, a nivel de legislación, que no se piensan a fondo las políticas educativas: “En nuestro país tendemos a regular la educación de manera compulsiva. Sin parar a analizar las cosas; sin ver quién lo hace bien y por qué, etc., o al revés”. Bienvenidos al curso 2025-2026.
Gregorio Luri, en la sede del Colegio Libre de Eméritos de Madrid, en una entrevista con EL ESPAÑOL.
Pregunta.– Dígame los tres principales retos de la educación en España para el curso 2025-2026.
Respuesta.– El primero es el de solucionar el malestar docente, porque es muy mayoritario y eso tiene mucho peso en el sistema. Yo nunca había visto la situación de malestar docente que hay hoy en los centros educativos. Además, se manifiesta en el número de bajas por depresión y de la cantidad de problemas de administración, etc. Eso sí, no es exclusivo de España. Lo estamos viendo también en Francia, Países Bajos, Inglaterra, donde tienen que importar profesores de la Commonwealth, e incluso en lugares que nos decían que eran tan idílicos como Finlandia.
P.– ¿A qué se debe este malestar docente, Gregorio?
R.– Eso es lo que tenemos que estudiar. De hecho, parece que se ha roto la satisfacción por la profesión; la satisfacción por ser profesor. Los profesores no se reconocen a sí mismos en sus prácticas. Lo veo allá por donde voy.
P.– ¿Y cuáles son los otros retos del nuevo año académico?
R.– El segundo es el hecho de que cada año se incrementa el presupuesto de las familias destinado a actividades extraescolares, a completar la educación de los niños. Eso para mí es muy sintomático, porque quiere decir que algo no va bien en la escuela. Es decir, ningún padre gasta el dinero porque sí y si tienes que acudir al mercado para completar la formación que precisa tu hijo es que algo falla en el sistema. Esto, además, rompe la equidad, porque en el mercado habrá padres que puedan comprar las mejores academias o los mejores profesores y habrá otros que no.
P.– Entiendo.
R.– En tercer lugar, hemos reaccionado de manera espasmódica a la regulación de las pantallas. Ya reaccionamos de manera espasmódica cuando dijimos “puertas abiertas a las pantallas”, que eran maravillosas… y estamos reaccionando de manera espasmódica cuando las estamos prohibiendo. Nunca fueron tan buenas ni ahora son tan malas.
La cosa es que estamos legislando teniendo como referencia exclusiva los centros educativos que tienen problemas para usarlas y no a los que enseñan bien con ellas. ¿Por qué no aprendemos de ellos? En Estonia, por ejemplo, se está incrementando su uso y les va bien. Lo han regulado poco a poco con empresas, etc. En nuestro país, no obstante, tendemos a regular la educación de manera compulsiva. Sin analizar las cosas; sin ver quién lo hace bien y por qué, etc., o al revés. Esto me recuerda a otros dos problemas que hay que afrontar.
P.– ¿Cuáles son esos dos retos extra del sistema educativo español?
R.– La ansiedad matemática de nuestros alumnos. En un mundo como el nuestro no podemos ni prescindir de la educación digital ni de las Matemáticas. No podremos avanzar como sociedad sin mejorar en Matemáticas, en entender mejor su lenguaje.
Y el último reto que hay que afrontar es la psicologización de la escuela. Cada vez se enfoca más la educación teniendo presentes los problemas del niño, pero, ¿y los problemas colectivos? Nadie se está preocupando, por ejemplo, en la cultura común. Nadie se preocupa por crear para las nuevas generaciones un fondo de cultura común. Creo que nos falta –y te lo digo en el sentido etimológico– una concepción republicana de la escuela y no solamente la psicologista.
Gregorio Luri, durante su charla con EL ESPAÑOL.
P.– Antes dijo que el primer reto es afrontar el descontento del profesorado. Desde hace un tiempo el Gobierno quiere desarrollar una reforma del sistema docente que persigue, entre otras cosas, bajar los ratios de los alumnos y el número de horas lectivas. ¿Cómo influyen esas circunstancias en la enseñanza?
R.– Si reducimos las ratios tenemos más posibilidades de mejorar las cosas. Pero me parece que las cosas no van por ahí. A mí me parece que la cuestión importante del descontento de los profesores es que quieren enseñar y se encuentran con dificultades reales.
P.– ¿Cuáles son?
R.– Pues su falta de autoridad, su falta de capacidad para gestionar la indisciplina de los centros, sobre todo en la ESO… Tenemos una situación en la que un profesor dice: “¿Qué estoy haciendo aquí?”. Al final, todo es sencillo. ¿Qué argumentos tenemos hoy para decirle a un licenciado en Matemáticas que va a ser más feliz dando clases en la ESO que trabajando en la empresa privada?
P.– Entonces el mayor problema de los docentes es que sienten que no tienen autoridad en las aulas. Que no pueden gestionarlas.
R.– El mayor problema de los docentes es que no se encuentran con un buen ambiente de trabajo y tienen dificultades para crearlo; para tener autoridad. Si de algo me jacto es de recorrer muchas escuelas a lo largo del año. Y las quejas reincidentes se resumen en que en los colegios cada vez cuesta más mantener la atención de los niños y hay más problemas de disciplina. Los profesores se sienten perplejos y sin herramientas.
P.– ¿Cómo se podría solucionar esta cuestión?
R.– Hace mucho tiempo que vengo pidiendo un libro blanco de la función docente, porque tenemos que saber cuál es y cuáles son sus problemas… porque creo que hay un divorcio enorme entre los discursos pedagógicos y las prácticas docentes. Tenemos que identificar cuáles son los problemas reales, cotidianos, qué es lo que hace que nos encontramos con que muchos profesores te comentan que tienen que dedicar un 20 % del tiempo de la clase a intentar mantener un buen ambiente de trabajo… Tenemos que tener una radiografía objetiva y real.
P.– ¿Cree que la política está fallando a nuestros docentes? De hecho, el Ministerio de Educación ha prometido regular su situación y sigue siendo papel mojado tras un año.
R.– Creo que la política está más pendiente de lo ideal que de la práctica. Y en este sentido, los consejeros y consejeras de Educación, aunque tengan muy claro cuál es el ideal de su escuela, no hablan con los docentes y sus problemas.
P.– Entonces la respuesta estaría en que la docencia volviera a hablar con la política.
R.– Yo creo que es urgente. Lo que te comentaba: un libro blanco de la función docente que responda cuáles son los problemas reales de nuestros docentes y por qué la docencia está perdiendo atractivo.
Gregorio Luri, en Madrid, en el Colegio Libre de Eméritos.
P.– Sobre la tecnología, más allá del uso de las pantallas, ¿cómo debe afrontar la educación la proliferación de las IA?
R.– La aparición de la IA presenta una cantidad de problemas extraordinarios en educación, pero los problemas están para encararlos, no para eludirlos. Todos estamos aprendiendo a usarlas, etc., pero las tecnologías avanzan mucho más rápido que nuestra capacidad para estudiar sus consecuencias. Es un hecho. Por lo tanto, tenemos que pensar cómo se pueden usar en la educación. La inteligencia artificial es una de estas cosas que no puedes apartar de tu camino porque tarde o temprano se te va a presentar. Por ello, tenemos que formar a los docentes para saber cómo tratarla, cómo enseñar a usarla…
P.– A usted siempre le ha preocupado el abandono escolar en España y hace unos días conocimos que la tasa ha bajado del 13 % por primera vez en cuatro años. Haga una valoración sobre ello.
R.– Es algo maravilloso. Y aunque las buenas noticias siempre hay que celebrarlas, mi duda es que hemos reducido la tasa de abandono escolar con los alumnos que terminan la educación obligatoria, pero se ha incrementado de manera notable con los alumnos de FP. Entonces mi pregunta es: ¿Hemos reducido la tasa de abandono escolar o la hemos trasladado a los primeros meses de FP? Ahí dejo la duda.
P.– En este curso 2025-2026 se hará por primera vez la Evaluación General del Sistema, una suerte de PISA español, ¿cómo cree que funcionará?
R.– Habrá que esperar a ver cómo se confeccionan las pruebas, pero si se hacen con criterios científicos ganarán confianza. No obstante, hay que decir que ya tenemos datos más que suficientes para ver dónde están los puntos de fractura del sistema, allá donde creo que debemos invertir selectivamente. Tenemos datos más que suficientes para ver que nuestro sistema educativo en general, con las diferencias notables que hay entre unas comunidades y otras, generan más deficiencias que excelencia. Tenemos datos más que suficientes para actuar ya con conocimiento de causa. Pero bienvenidas sean las pruebas; las pruebas rigurosas.
