Las claves
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El precio del oro sigue con su espectacular subida desde que arrancó 2025. Incluso, por primera vez en la historia, ha llegado a superar la barrera de los 4.000 dólares por onza (3.460 euros). Al arrancar el año, estaba en 2.700 dólares (2.330 euros).
En concreto, en lo que va de año se ha encarecido por encima del 50%. Dicho de otra manera, su mejor ejercicio desde 1979. ¿Por qué? Cuatro son los motivos principales: uno, la incertidumbre económica internacional.
Otro, la alta inflación mundial. A ambos hay que unir un tercero, que no es otro que la inestabilidad geopolítica. Y el cuarto es la gran demanda de bancos centrales e inversores institucionales.
"Desde la llegada de Trump, el oro se ha revalorizado un 31,8%. El dólar ha perdido su condición de activo refugio", explica Gonzalo Bernardos, advisor de Trioteca y profesor de Economía de la Universitat de Barcelona (UB).
Y añade: “La depreciación vendrá por los intentos de Trump de socavar la independencia de la Fed, el aumento del déficit por rebajas fiscales, y su intención de depreciar el dólar para impulsar exportaciones”, añade Bernardos.
Política expansiva
Otro de los asuntos tratados por Gonzalo Bernardos tiene que ver con el Banco Central Europeo (BCE). Y es que, en tan solo un año, ha reducido tipos del 4,5% al 2%, pasando de una política contractiva a una neutral.
Según el experto, la inflación descenderá del 2% en los próximos meses, lo que debería permitir al BCE aplicar una política expansiva.
Y, en relación a la energía, tanto el Brent como el gas natural han registrado caídas significativas. “El exceso de oferta de petróleo sugiere que esta tendencia podría continuar”, subraya Bernardos.
Sobre el precio de los alimentos, aunque en agosto la inflación alcanzó el 5,5%, el profesor anticipa descensos por "la sustitución por productos procesados más baratos, aumento de importaciones de fuera de la UE, y la caída en fertilizantes, transporte y energía".
Y añade: "Me parecería un acierto reducir el tipo al 1,5% durante el resto del año. No obstante, me sorprendería que ocurriera", critica el economista.
Por último, concluye que, "a diferencia de la Reserva Federal (Fed), que actúa sobre previsiones, el BCE necesita hechos consumados. Esto tiene un coste real para familias y empresas europeas".
