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Conseguir una hipoteca en España no depende solo del tipo de interés o del precio de la vivienda. El verdadero examen comienza antes, cuando el banco analiza al detalle el perfil del solicitante. En esa evaluación, factores como la estabilidad laboral, el nivel de endeudamiento o la capacidad de ahorro pesan más que el propio euríbor.

Los expertos en financiación coinciden en que las entidades no se limitan a aprobar o denegar solicitudes, sino que clasifican a los clientes según su riesgo. Cuanto más sólido sea el perfil, mejores serán las condiciones ofrecidas. Por eso, preparar las finanzas personales antes de acudir al banco puede marcar la diferencia entre pagar miles de euros más o menos a lo largo del préstamo.

Lo que realmente mira el banco

Aunque la mayoría de los compradores se centra en comparar hipotecas fijas o variables, los bancos observan otros indicadores más determinantes.

El primero es la estabilidad laboral. Contar con un contrato indefinido, especialmente en una empresa sólida o en el sector público, transmite confianza. Las entidades priorizan perfiles que garanticen ingresos constantes y con baja probabilidad de impago.

El segundo factor clave es la ausencia de deudas. Quienes ya tienen créditos personales, préstamos para el coche o pagos aplazados con tarjeta suelen partir con desventaja. El banco calcula el nivel de endeudamiento total y, si supera el 35 % de los ingresos netos, el riesgo se dispara.

También se valora la capacidad de ahorro. Aportar una entrada superior al 20 % del precio de la vivienda demuestra responsabilidad financiera y reduce la exposición de la entidad. Además, quienes presentan un colchón económico adicional suelen obtener tipos de interés más bajos y menos exigencias de vinculación.

La importancia de anticiparse

José Paiño, experto hipotecario, lo resume así: "Cuanto mejor preparado esté el perfil, más fácil será negociar con el banco". Y eso requiere tiempo y previsión.

Antes de presentar la solicitud, conviene revisar la situación financiera con lupa: eliminar pequeñas deudas, reducir gastos innecesarios y mantener una trayectoria laboral estable.

Un historial limpio y un uso responsable del crédito personal también son señales de confianza. El registro en ficheros de morosos, aunque sea por un pequeño impago, puede cerrar la puerta a cualquier hipoteca.

La preparación no consiste solo en tener ahorros, sino en demostrar solvencia constante. Los bancos valoran los movimientos bancarios, la forma en que se gestionan los ingresos y la estabilidad del gasto mensual. En un contexto de competencia entre entidades, esta previsión puede traducirse en mejores condiciones y en un interés más bajo durante toda la vida del préstamo.

El sueldo ideal para una buena hipoteca

Tener un salario alto no garantiza el éxito, pero sí facilita la negociación. En general, los bancos consideran un perfil excelente aquel que supera los 2.500 euros netos mensuales por titular. También valoran positivamente a familias con rentas conjuntas de entre 40.000 y 60.000 euros anuales.

Sin embargo, no se trata solo de cuánto se gana, sino de cuánto se gasta. Si las deudas actuales absorben más del 35 % de los ingresos, el banco probablemente endurecerá las condiciones o rechazará la operación.

Los funcionarios, empleados públicos y trabajadores con contratos indefinidos figuran entre los perfiles más cotizados. Aportan previsibilidad a largo plazo, algo esencial en préstamos que pueden extenderse durante tres décadas.

En cambio, los autónomos o quienes tienen ingresos variables suelen encontrar más obstáculos, aunque un buen historial fiscal y una facturación estable pueden equilibrar la balanza.

Qué valora una entidad más allá del salario

Las entidades financieras aplican filtros que van más allá del dinero. Analizan la edad del solicitante, la antigüedad laboral, el nivel educativo y, en algunos casos, incluso la estabilidad del sector donde trabaja.

También influye el tipo de vivienda que se compra. Una primera residencia siempre recibe mejor valoración que una segunda vivienda o una inversión para alquilar. En este último caso, el riesgo aumenta y las exigencias de entrada suelen ser mayores.

Otro elemento clave es la aportación inicial. Cuanto más alto sea el porcentaje del precio cubierto con recursos propios, menor será la cantidad financiada y, por tanto, el riesgo. Esta práctica se traduce en mejores tipos y menos productos vinculados, como seguros o tarjetas.

La cuota que no debe superarse

Los asesores financieros recomiendan que la cuota mensual de la hipoteca no exceda el 35 % de los ingresos netos del hogar. Si una familia ingresa 3.000 euros al mes, su límite debería situarse en torno a los 1.050 euros. Superar esa cifra puede generar tensiones económicas y aumentar el riesgo de impago.

Además, hay que tener en cuenta los gastos adicionales: comunidad, suministros, mantenimiento, seguros e impuestos. Estos factores también afectan a la capacidad real de pago y forman parte del análisis que hacen los bancos antes de conceder el préstamo.

El tipo de interés y los productos asociados

A la hora de formalizar una hipoteca, el tipo de interés —fijo, variable o mixto— define el comportamiento del préstamo. El fijo ofrece estabilidad, mientras que el variable depende del euríbor y puede suponer tanto un ahorro como un aumento de costes a largo plazo.

Las entidades suelen mejorar el tipo de interés a cambio de contratar productos vinculados: seguros de vida, domiciliación de nómina o planes de pensiones. Sin embargo, los expertos advierten que hay que calcular si la rebaja compensa el coste de esos servicios añadidos.

Un perfil sólido y con ahorro suficiente puede negociar mejores condiciones sin necesidad de asumir demasiadas vinculaciones. De hecho, los bancos valoran cada vez más la solvencia que la fidelización obligatoria.

Preparar el terreno antes de dar el paso

Antes de acudir a una sucursal, conviene revisar todos los aspectos que afectan al perfil. Pagar deudas, evitar descubiertos bancarios, mantener ingresos regulares y conservar cierta estabilidad laboral son pasos básicos.

También es importante no precipitarse. Una hipoteca es un compromiso financiero a largo plazo que debe asumirse con planificación. Tener un perfil sólido no solo mejora las condiciones, sino que permite afrontar el préstamo con mayor seguridad.

La base de una buena hipoteca

El tipo de interés puede variar con el tiempo, pero el perfil financiero del solicitante siempre será la clave del éxito. Los bancos buscan estabilidad, disciplina y capacidad de ahorro.

Quien llega preparado, con las cuentas ordenadas y una visión a largo plazo, no solo consigue financiación: obtiene mejores condiciones y la tranquilidad de saber que su casa no será una carga, sino una inversión sostenible.

Porque, como repiten los expertos, la hipoteca no empieza el día que se firma, sino mucho antes: cuando se construye el perfil financiero adecuado.