La duda siempre ha estado sobre la mesa: ¿Comprar o vivir de alquiler? Y la respuesta es cada vez más complicada dado que, en ambos casos, los precios no paran de subir llegando a precios récord.
Un ejemplo: según el informe mensual de precios de alquiler de pisos.com, la vivienda en alquiler tuvo un precio medio en agosto de 13,69 euros el metro cuadrado. Por tanto, un aumento del 15,5% interanual.
En el caso de la compra, y según la misma fuente, el precio medio del metro cuadrado fue de 2.408 euros en el mismo mes. En este caso, hablamos de un incremento del 3,2%.
Poniendo el foco en el alquiler, Ferran Font, director de Estudios de pisos.com, lo tiene muy claro: “Alquilar en solitario es, a día de hoy, un lujo en las principales capitales de provincia”.
Y va más allá: “Antes, vivir de alquiler permitía ahorrar para, transcurridos unos años, dar el paso hacia la compra, algo que ahora es imposible”.
Salidas posibles de alquiler
Con este panorama, la pregunta es cómo se puede vivir de alquiler en la actualidad. Y la respuesta del experto es rotunda: “Las salidas se reducen al alquiler de una habitación en un piso compartido”.
No es la única. Font también relata otra más drástica: “Saltarse este paso intermedio, y pasar a la propiedad desde la casa familiar de forma directa”. Y es que, dados los precios del alquiler, pagar una cuota hipotecaria puede resultar más económico.
Con todo, el directivo remarca que “el nivel de frustración de la demanda es notable, algo especialmente preocupante en la población más joven”.
Porque, desde su punto de vista, “la desigualdad salarial fruto de la precarización laboral ofrece una realidad inmobiliaria difícil de asumir para la población por debajo de 30 años”.
Junto a las altas mensualidades del alquiler, hay otro aspecto que dificulta también la entrada como inquilino en una vivienda. Y tiene que ver con lo que se conoce como inquiokupas.
“La proliferación de la inquiokupación lleva a los propietarios a buscar medidas de protección que no sólo tienen que ver con garantizar el pago, sino con la propia configuración del contrato”, apunta Ferran Font.
En concreto, “y para esquivar los cinco años de prórroga obligatoria de la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU), se opta por alquileres residenciales camuflados de alquileres temporales por debajo del año”.
