Cándida Jiménez dedicó más de cuatro décadas de su vida al trabajo. Sin embargo, cuando llegó el momento de jubilarse, se encontró con una penalización que la persigue hasta el día de hoy.
Forma parte del colectivo 'ASJUBI40', que agrupa a jubilados con más de 40 años cotizados y que sufren coeficientes reductores en sus pensiones por haberse retirado antes de la edad ordinaria.
"Me jubilé con 63 años de forma voluntaria, por temas de salud, tras 44 años y medio cotizados, y me penalizaron con un 13%", explica.
Una carga invisible
Lejos de ser un castigo temporal, la reducción en su pensión es definitiva: "No dura hasta los 65 años, sino de por vida, es una cadena perpetua".
El malestar de Cándida refleja el sentir de miles de pensionistas que consideran que se les castiga a pesar de haber cumplido con creces su vida laboral.
Mientras ella y otros compañeros con largas carreras laborales soportan recortes permanentes, existen colectivos que pueden retirarse antes y en mejores condiciones.
"Las clases pasivas pueden hacerlo a los 60 años y solo 35 cotizados con el 100%", denuncia.
Para ella, la comparación es evidente: "¿Es esto justo? No, esto es una injusticia descomunal".
En consecuencia, los coeficientes reductores se han convertido en el eje central del motivo de lucha de ASJUBI40, guiando gran parte de sus reclamaciones y acciones.
El colectivo exige que se reconozca el esfuerzo de quienes empezaron a trabajar desde muy jóvenes y acumularon décadas de cotización.
"Exigimos al Gobierno de turno y a todos los partidos políticos la eliminación de los coeficientes reductores tan injustos", reivindica Cándida con firmeza.
Su historia pone de relieve un dilema que sigue sin resolverse: cómo equilibrar la sostenibilidad del sistema con el reconocimiento al esfuerzo de quienes han contribuido durante toda su vida laboral.
La sensación de agravio comparativo cala hondo en este grupo de jubilados, que no piden privilegios, sino lo que consideran una reparación justa.
Cándida Jiménez lo resume con contundencia: no se trata solo de números, sino de dignidad.
Después de trabajar más de 44 años, lo que esperaba era tranquilidad. Lo que recibió, en cambio, fue una pensión reducida para siempre, un castigo que ella misma define como "una cadena perpetua".
