Cada vez son más los pequeños empresarios que denuncian un problema que va más allá de la falta de mano de obra cualificada: la falta de ganas de trabajar.
En sectores tradicionales como la carpintería, la queja se repite y genera frustración entre quienes ofrecen oportunidades a nuevos empleados que, en muchos casos, duran apenas unos días en sus puestos.
Marc Esquerrer, propietario de una carpintería con ocho personas en plantilla, lo expresa sin rodeos: "Formo personal dentro de la empresa porque me cuesta mucho encontrar personal cualificado".
Su negocio, que combina tradición y esfuerzo físico, necesita gente dispuesta a aprender, pero lo que más le sorprende es la falta de compromiso de quienes llegan.
En apenas dos meses desde que su aprendiz ascendió a oficial de segunda, la empresa ha visto pasar a cuatro trabajadores.
Ninguno superó las primeras semanas, tal y como resume Esquerrer: "De una, dos semanas... Yo digo claro el sueldo cuando empiezan".
Las condiciones, asegura, son transparentes desde el primer día: "Yo lo digo claro, son 1.300 euros limpios. Trabajamos de 8 de la mañana a 4 de la tarde, parando 20 minutos a comer al mediodía".
Para Esquerrer, no se trata únicamente de salario ni de horario, sino de actitud.
Lo resume con una exigencia mínima que, sin embargo, parece difícil de encontrar: "Lo único que pido es que tenga carnet de conducir y que tenga ganas de trabajar y de aprender".
La carpintería es un oficio físico, donde hay que "mover muebles, levantar puertas, mover tableros, cortar estructuras de madera", tareas que requieren fuerza y constancia.
Él mismo recuerda que pasó por lo mismo y no pide nada que no haya hecho antes: "Yo lo he hecho también, he empezado desde abajo".
Lo que no entiende es que, con todo explicado desde el inicio, muchos abandonen sin dar la oportunidad de aprender.
Su enfado se refleja en una pregunta que condensa el núcleo de su testimonio: "Si tienes todas las condiciones claras, ¿por qué duras una semana? ¿Por qué vienes a trabajar y me haces perder el tiempo si no tienes ganas de trabajar?".
Para Esquerrer, la relación laboral debe entenderse como un compromiso de ambas partes, y critica con dureza la pasividad de algunos empleados.
"Vienes a ganar tu sueldo. Yo no te pago, te pagas tú, y la empresa tiene que ganar algo a costa tuya; si no, ¿de qué me voy a matar yo para encontrarte trabajo a ti?" sentencia.
El caso de este empresario ilustra un debate cada vez más presente: ¿es un problema de condiciones o de mentalidad?
Para él, la respuesta es clara: la dificultad no está solo en atraer personal, sino en conseguir que alguien tenga verdadera voluntad de trabajar.
