El turismo sigue siendo el motor económico de España, pero también una de sus principales amenazas estructurales.
En 2024, el país batió todos los récords con 94 millones de visitantes y un gasto asociado que aportó 126.000 millones de euros.
Sin embargo, detrás de estas cifras que a primera vista parecen positivas, se esconde un riesgo latente que ya empieza a inquietar a voces autorizadas del sector inmobiliario.
Sergio Gutiérrez, conocido en redes como @sergioexcellencecircle, lo resume con crudeza: "El día que pete esta burbuja va a arrasar con todo, con el precio de la vivienda, el del alquiler, los comercios, las infraestructuras... con absolutamente todo".
Su advertencia no es una exageración aislada, sino la constatación de que la dependencia del turismo está inflando un modelo difícilmente sostenible a largo plazo.
El especialista insiste en que se trata de una dinámica que lleva años alimentándose sin control: "Es una burbuja que lleva muchos años subiendo, una burbuja que nadie puede controlar y lo cierto es que nadie puede y muy pocos quieren".
La paradoja, según él, es que las cifras récord no solo generan orgullo, sino también una presión creciente para mantener un crecimiento sin freno. Cada nuevo máximo obliga a construir más hoteles, habilitar más viviendas turísticas, abrir más restaurantes y ofrecer más servicios.
El resultado es visible en las zonas con mayor presión turística: "El problema es que hay zonas turísticas de España que están colapsando".
Ciudades costeras, archipiélagos y enclaves urbanos de alto interés cultural experimentan ya tensiones serias en su mercado inmobiliario, saturación de infraestructuras y un descontento social creciente.
El fenómeno ha trascendido incluso al ámbito internacional, con algunos medios extranjeros desaconsejando viajar a España debido a la masificación.
Esto supone, sin duda, una alerta temprana para un país cuya marca turística siempre ha sido sinónimo de hospitalidad y calidad.
Para Gutiérrez, este tipo de advertencias son solo un síntoma de lo que está por venir si no se toman medidas: "Esta es la burbuja que nos tiene que preocupar, porque el día que pete, afectará absolutamente todo".
Con esta frase, el experto inmobiliario no solo apunta a un posible desplome económico, sino a un impacto integral en el tejido social, urbano y comercial de España.
La reflexión es clara: el turismo, que durante décadas ha sido visto como un salvavidas económico, podría convertirse en el detonante de una crisis sistémica si no se regula su crecimiento.
Frenar la especulación inmobiliaria, diversificar la economía y repensar la gestión turística de las ciudades parecen ser pasos urgentes para evitar que esa burbuja estalle con consecuencias devastadoras.
